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Tomándole el pelo a la República

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Tabaré Vázquez no está bien. Dice que la crisis de la educación es un “mito” inventado por la oposición y retoma la idea de la “sensación térmica” en materia de seguridad. Reclama un diálogo nacional por la educación, pero a la vez intenta descalificar con su grotesca imitación a Jorge Larrañaga, uno de sus interlocutores en ese diálogo que pide. Y aunque habla de hacer una campaña electoral por todo lo alto él mismo se encarga de bajar el nivel con ese tipo de guasadas. ¿Está mal o será que está seguro de ganar?

Tabaré Vázquez no está bien. Dice que la crisis de la educación es un “mito” inventado por la oposición y retoma la idea de la “sensación térmica” en materia de seguridad. Reclama un diálogo nacional por la educación, pero a la vez intenta descalificar con su grotesca imitación a Jorge Larrañaga, uno de sus interlocutores en ese diálogo que pide. Y aunque habla de hacer una campaña electoral por todo lo alto él mismo se encarga de bajar el nivel con ese tipo de guasadas. ¿Está mal o será que está seguro de ganar?

Es que parece que nos tomara el pelo cuando afirma que los opositores generaron el “mito” del fracaso frentista en educación. Ignora que las propias cifras de la ANEP cantan ese fracaso y que su sucesor, José Mujica, reconoce lo mal que están las cosas y que poco puede hacer pues las autoridades de la educación “no se la llevan”. Vázquez pretende defenestrar las pruebas PISA, universalmente aceptadas como un termómetro realista de la situación educativa.

Y restringe la crisis a Secundaria olvidando las fallas que agobian a Primaria y la ex –UTU como se lo recordó el consejero de la ANEP, Daniel Corbo. Fallas reconocidas por la gran mayoría de los ciudadanos, descontentos con el estado de la educación según la reciente encuesta de Cifra.

Una actitud similar exhibe Vázquez al distinguir entre la “inseguridad real” y “la subjetiva”. Vuelven así los tiempos de José Díaz y Daisy Tourné, sus desprestigiados ministros del Interior creadores de la idea de la “sensación térmica” según la cual la inseguridad no es real sino que está en la cabeza de la gente.

Vázquez enumera supuestos logros de la izquierda en el combate al crimen que son como una burla ante lo que pasa en las calles. Pregona que la inseguridad es otro invento de la oposición, algo que desmienten los propios documentos de la coalición de gobierno.

Uno de ellos, el folleto oficial de campaña de la fórmula Mujica-Astori distribuido en 2009 bajo el resonante título “Un gobierno honrado, un país de primera”. Allí, el candidato a presidente y su vice confesaban que “los progresos en la lucha contra el delito han sido modestos” y que “existe plena conciencia de que esto no puede seguir así”.

Pues siguió así, o sea que empeoró, por más que Vázquez atosigue a sus oyentes con cifras en donde busca probar que algún delito bajó.
Las frases de ciudadanos insertadas en ese folleto impreso como balance final del gobierno de Vázquez están vigentes. Recordemos algunas. “No se puede salir a la calle”, “Matan por gusto”, “Dejás la casa sola y te la roban”, “El vecino compró un revólver”, “Mis hijos tienen miedo”, etc.

¿Se atreve Vázquez a decir que esas frases escritas por sus correligionarios ya no se oyen y que reflejan una sensación “subjetiva” y no real? Sí, se atreve, pues según él la oposición es la que alimenta el miedo de la población. Tanto lo cree que su anuncio de darle continuidad en el cargo al ministro del Interior, Eduardo Bonomi, va en serio. Tan en serio que Bonomi ya aceptó el ofrecimiento, lo cual —insisto— parece una tomadura de pelo.

En suma, Vázquez no está bien. Si lo estuviera no haría la tontería de torear a un adversario como Larrañaga negándose al mismo tiempo a debatir en serio con él. Ni insistiría en decir que la crisis educativa y la inseguridad pública son inventos de la oposición y que en este país todo marcha sobre ruedas.

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Antonio Mercader

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