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El salto a la fama de una diputada

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Antonio Mercader
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En pocos meses el país entero supo que existía la diputada mujiquista por Salto, Manuela Mutti. Su ascenso a la fama fue vertiginoso, aunque no elogiable. Empezó hace unos meses con una denuncia de violación de laicidad en un liceo salteño, siguió con su actuación respecto al peón rural azotado y llegó a su cenit cuando sucumbió ante un ataque de risa en un homenaje al prestigioso empresario salteño Pedro Solari.

En los tres ruidosos episodios Mutti, una joven militante del MPP y el MLN-Tupamaros, mostró inexperiencia, ignorancia y malicia.

En el primer caso consideró que un grupo de madres antiaborto (tan antiaborto como Tabaré Vázquez) violaron la laicidad por dar su opinión ante un grupo de liceales. Azuzada por Mutti, Secundaria, con increíble severidad, suspendió en el acto a la directora del liceo. Tanto Mutti como Secundaria parecen creer que la laicidad se protege defendiendo una postura única —la proaborto, digamos— y no "garantizando la pluralidad de opiniones" como reclama la Ley General de Educación (2008).

En el segundo caso Mutti hizo punta con "un trabajador azotado como en la Edad Media", un hecho aún no bien aclarado ocurrido en una estancia de Salto, en el cual participaron un capataz y un peón rural. También aquí la diputada logró amplificar el tema llevándolo al Parlamento y suscitando reacciones como la del secretario de Derechos Humanos de la Presidencia quien pregonó que el "Uruguay profundo tiene sistemas serviles, casi feudales". En carta abierta a Vázquez, la Federación Rural intimó al airado secretario a probar sus dichos. Hasta ahora no hubo respuesta (ni de Vázquez, ni del secretario, ni mucho menos de Mutti).

En el tercer caso se iba a votar en Diputados una ley para darle el nombre de Pedro Solari a la escuela 105 de Salto. Mutti leyó el informe favorable en donde evocó la trayectoria de Solari, empresario y pionero de la industria citrícola salteña y presidente de varias comisiones, entre ellas la de la lucha contra la "Cochinilla Roja Australiana". Aunque la diputada Mutti debía saber que ese insecto es un flagelo muy temido por los citricultores, en vez de "cochinilla roja" dijo "conchilla roja". El error habría pasado casi desapercibido si no fuera porque —tontamente— Mutti empezó a reírse de su gazapo y dejó de leer el informe. El video de su ataque de risa circuló por todos lados. Fue una falta de respeto para el Parlamento así como para la memoria del homenajeado y para sus familiares presentes en las barras. Que se sepa, la diputada no se disculpó, aunque suelta de cuerpo escribió en Twitter que "la risa libera el estrés".

Es que a Mutti le gusta expresarse a través de los tuits ya sea para dar cuenta de sus labores como diputada, exponer opiniones o clavarle los dientes a alguien que, dicho sea en su favor, no necesariamente debe ser un adversario político. Prueba de ello fue el artículo que divulgó hace poco contra los ediles de su propio partido bajo el sugestivo título "Más preciados y menos turbados". Allí, entre otras críticas a sus correligionarios por una decisión política, les dijo que "antes de orgánicos, prefirieron ser orgásmicos". ¡Vaya, vaya!

Toda una joyita la diputada Manuela Mutti.

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