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Hay que parar la mano con el gas

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Como si se tratara de un pacto bíblico, Tabaré Vázquez cree que los planes de gobierno en materia de energía son inmutables. Al rechazar una propuesta de Lacalle Pou para frenar los trabajos de la regasificadora, el presidente alegó que la política energética era intocable pues la aprobaron todos los partidos políticos en 2010.

Como si se tratara de un pacto bíblico, Tabaré Vázquez cree que los planes de gobierno en materia de energía son inmutables. Al rechazar una propuesta de Lacalle Pou para frenar los trabajos de la regasificadora, el presidente alegó que la política energética era intocable pues la aprobaron todos los partidos políticos en 2010.

Con ese erróneo razonamiento Vázquez se niega a reconsiderar la situación creada en torno a la construcción de la terminal de recepción, almacenamiento y regasificación de gas natural en Puntas de Sayago.

Una terminal que va costando 200 millones de dólares y que requerirá una inversión de por lo menos el doble de esa suma. Un desembolso que justifica hacer una pausa y reevaluar la viabilidad de un proyecto que no puede ser el mismo de 2010 puesto que las circunstancias variaron. Bajó el precio del petróleo, subió el dólar (y es probable que pase lo mismo con la tasa de interés), hay menos recursos públicos disponibles, hubo un cambio sustancial en nuestra matriz energética, y Argentina, el supuesto comprador del grueso de la futura producción de gas, no garantiza que será nuestro cliente perpetuo.

Cualquiera de esos vaivenes justificaría por sí solo parar la mano y repensar el asunto, pero Vázquez sigue -en una suerte de fuga hacia delante- con este plan incubado en la era de José Mujica. En su propuesta, Lacalle Pou ponía una condición sensata para continuar los trabajos: tener a Argentina de socio y no como eventual cliente. Si bien Mauricio Macri le anunció a Vázquez que compraría gas, el ideal sería un pacto, ese sí inalterable, que asegurara el negocio más allá de los avatares de la política argentina e incluso del éxito de la extracción de shale gas por parte de los argentinos en su promisorio yacimiento de Vaca Muerta.

Datos de Danilo Astori muestran hasta qué punto importa lo que haga Argentina. Según el ministro de Economía, Uruguay puede consumir hasta 300.000 metros cúbicos diarios mientras que el buque regasificador encargado inicialmente a Japón puede producir 10 millones de metros cúbicos. Por más que se hable de adquirir un buque de menores dimensiones el desnivel entre ambas cifras es enorme. Queda claro que esa planta trabajará para la exportación por lo que resulta vital contar con los compradores seguros que aun no tenemos.

Con esta incertidumbre y con las alteraciones ocurridas (incluido el retiro, entre tironeos varios, del consorcio adjudicatario), cualquier administrador sensato abriría un período de pausa antes de reemprender camino. Más aun cuando el propio gobierno convoca a una inminente reunión con la oposición para hablar otra vez de la política energética y en particular de la posibilidad de que Uruguay encuentre hidrocarburos en condiciones de ser explotados.

Vistas estas circunstancias que seis años después alteran radicalmente el panorama previsto en el acuerdo multipardidario de 2010, Vázquez debería abrir una instancia de reflexión en torno a la regasificadora, tal como pide la oposición. Sería una señal de que comprende que las políticas de Estado perduran siempre que se mantenga el consenso entre los actores políticos. Y al mismo tiempo confirmaría que nada de lo humano es inmutable.

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Antonio Mercader

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