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En Cuba no le dicen licenciado

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Cuba reconoce a Raúl Sendic como licenciado en Genética? Esa es una pregunta a hacer después que el vicepresidente negó ser un licenciado para después rectificarse y afirmar que sí lo era. ¿A quién creerle? Tal vez a los cubanos, pero a los cubanos antes de este escándalo porque ahora todo puede suceder y no sería raro que alguno de los poderosos amigos de Sendic en La Habana le lanzara una cuerda para salvarlo del naufragio: algo así como un intento de certificar que sus estudios equivalen más o menos a una licenciatura.

Cuba reconoce a Raúl Sendic como licenciado en Genética? Esa es una pregunta a hacer después que el vicepresidente negó ser un licenciado para después rectificarse y afirmar que sí lo era. ¿A quién creerle? Tal vez a los cubanos, pero a los cubanos antes de este escándalo porque ahora todo puede suceder y no sería raro que alguno de los poderosos amigos de Sendic en La Habana le lanzara una cuerda para salvarlo del naufragio: algo así como un intento de certificar que sus estudios equivalen más o menos a una licenciatura.

Antes que eso pueda suceder, examinando el pasado se aprecia que en los muchos viajes de Sendic al país que -supuestamente- le dio el título universitario nunca se citó su condición de licenciado. No se lo presentó como tal en los boletines oficia- les ni en las notas de la prensa cubana (que son casi lo mismo).

Se dirá que no tenía sentido hacerlo cuando el susodicho era diputado o presidente de Ancap, pero después de ser electo vicepresidente de Uruguay era lógico que los cubanos proclamaran con orgullo que su ilustre visitante era nada menos que un graduado en la Universidad de La Habana.

Nunca lo hicieron. Ni siquiera en las dos últimas visitas de Sendic, una en enero de 2015 cuando en calidad de vicepresidente electo se entrevistó con Raúl Castro y la otra, más reciente, cuando encabezó la delegación uruguaya a la Feria del Libro en Cuba. En este último caso, además de la consabida entrevista con su tocayo, participó en varios actos académicos en donde hubiera sido natural la mención a su título universitario expedido por las autoridades cubanas. No hu-bo nada de eso.

Un ejemplo de esta extraña situación ocurrió el martes 16 de febrero al presentarse la reedición de un libro sobre José Martí y su relación con nuestro país. Allí, a Sendic se lo designó oficialmente como vicepresidente de Uruguay y punto. Empero, al mismo tiempo, en ese acto realizado en el Centro de Estudios Martianos de la capital cubana, se consignó expresamente el título universitario de los otros oradores, los directivos cubanos del Centro, el doctor Pedro Pablo Rodríguez y la licenciada (sí, licenciada de verdad) Linet Coms Yumar.

Y eso que en el acto por el libro de Martí, Sendic evocó su pasado de estudiante cuando andaba “colgado de una guagua (autobús) para ir a la Facultad” y alabó la formación que recibió en Cuba en “ese período que vivimos acá, aprendiendo”. Después de esto, lo lógico hubiera sido que el doctor Rodríguez o la licenciada Coms u otro personaje local mostrara su regocijo porque el vicepresidente de Uruguay era un colega universitario graduado en Cuba. No lo hicieron pese a que en todos los currículos oficiales de Sendic figuraba ese título. ¿Sospechaban los cubanos que su título de licenciado en Cuba no existía y por eso callaron?

Quién sabe.

En fin, es triste ocuparse de estas interrogantes suscitadas por la conducta de quien desempeña el segundo cargo político del país y preside la Asamblea General, máxima expresión de la soberanía popular. Es triste, pero no hay más remedio porque al vicepresidente de la República no se le puede exigir que sea el más ejemplar de los ciudadanos, aunque sí, por lo menos, que actúe con decoro y se presente sin embustes.

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Antonio Mercader

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