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El cerno de las cosas

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El científico David Cooperrider, creador de la Indagación Apreciativa, ha dicho “que los sistemas humanos crecen y se desarrollan en dirección de los temas que más hablan y las preguntas que se formulan”.

El científico David Cooperrider, creador de la Indagación Apreciativa, ha dicho “que los sistemas humanos crecen y se desarrollan en dirección de los temas que más hablan y las preguntas que se formulan”.

Agregaría yo: en la medida que accionemos. Está pasando con la educación, ni más ni menos.

Nos referimos a ella diariamente pero no hay cambios.

Al final uno debe colegir que el statu quo imperante es el que satisface y que quiere el Frente Amplio. Pese a que las cifras son pavorosas (en contra) y la cosa viene sin remedio, seguimos dando vuelta a la matraca sin norte.

El gobierno debería citar a los versados en el tema, dejar el orgullo en el anaquel y ponerse a trabajar. Hay eruditos que han opinado y que están dispuestos a dar una mano. En el ínterin, todo esta situación pesa sobre el alumno, víctima de la gran desidia. Luce curioso, porque seguramente muchos sindicalistas de la educación amantes de la situación actual, deben tener hijos en esa condición (es decir, con absoluta desmotivación para estudiar) y sin embargo se aferran a conductas egoístas y cerradas. Claro, habrá otros que los mandan a algún colegio o liceo privado… y allí otro es el cantar.

Vayamos a otro tema, que debería ser también cerno en la discusión pública.

Lo ha definido el Nobel Paul Krugman: “La productividad no es todo, pero en el largo plazo es casi todo”.

La Fundación Getulio Vargas dice que, entre otras razones, la falta de mano de obra calificada viene limitando el crecimiento económico en nuestro país, manteniendo al mismo en una zona “desfavorable”.

El Banco Interamericano de Desarrollo apunta en su publicación La era de la productividad, que el bajo crecimiento de la misma es la raíz del deficiente crecimiento económico de América Latina, y que el logro de una productividad más alta debe ubicarse en el epicentro del debate económico actual.

Tengo bien claro que al ministro de Trabajo y Seguridad Social el tema lo preocupa y ocupa. De hecho, se vienen sucediendo una serie de reuniones en dicho ministerio donde diversos actores narran su experiencia en torno a este tema.

Pero hace falta más. Como dijo Cooperrider, hay que hablar todos los días de este tema, ponerlo arriba de la mesa, llamar a eruditos en la materia, buscar y experimentar experiencias ajenas, conocerlo en toda su faceta e intentar plasmarlo en nuestra actividad.

La única referencia en los lineamientos que el Poder Ejecutivo envió para los Consejos de Salarios dice: “Las partes podrán acordar incentivos por productividad a nivel de empresa, conjunto de empresa o rama, siempre que se respeten los mínimos establecidos por rama de actividad”.

El mundo dice y experimenta que para llegar a ser desarrollados hay que incentivar la productividad; todas las partes, no me refiero solamente al obrero. Empecemos por el gobierno, sigamos por el empresario.

Entonces en vez de hacer de este tema algo central, recurrente, medular, que quede impregnado en la agenda nacional, nos dejamos llevar por un sinfín de acontecimientos de la vida cotidiana que acaparan mucho más la atención de la población, sin merecerlo.

La pregunta es obvia: si en los países desarrollados la productividad juega un rol determinante ¿por qué no lo juega aquí? ¿Será nuestra cabecita subdesarrollada?

En el 2010 irrumpió una forma distinta de considerar salarios: la productividad. Pero como ésta no fue entendida por las partes, ni fue explicada con claridad, ni se aportaron cifras para su cálculo, determinó que menos del 10% de los convenios firmados incluyeran algún indicador para determinar el crecimiento de los salarios y la mayoría de ellos no utilizó un indicador de productividad.

Hay que aportar datos confiables y de fácil acceso. Pero además de ello no hay que dejar de ponderar que en cada rama, la situación de las empresas difiere. Para algunas, determinado aumento no le crea problemas; para otras, sí.

Los negociadores deben contar con la preparación necesaria para encarar una negociación diferente a la tradicional. No hay formación en Productividad, ni los encargados del Poder Ejecutivo, ni los empresarios, ni los obreros.

He leído en alguna publicación que tal vez haya que ir pensando en crear un Instituto de la Productividad.

Pero lo cierto es que no existe en el Uruguay la convicción de que el desarrollo requiere un crecimiento sostenido de la productividad (pese a las buenas intenciones de Murro).

En el ínterin, “las vedettes” seguirán siendo otras cosas, muchas triviales, pero venden humo… y las compran.

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Anibal Durán

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