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Burócratas e inversión

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Estamos inmersos en un océano de problemas. Los vientos han cambiado radicalmente y el contexto que se vive luce pesimista. Se agrega también la naturaleza que furibunda nos sume en contratiempos que van desde vidas humanas hasta pérdidas de vivienda, pasando por otras desgracias que pesa enumerar.

Estamos inmersos en un océano de problemas. Los vientos han cambiado radicalmente y el contexto que se vive luce pesimista. Se agrega también la naturaleza que furibunda nos sume en contratiempos que van desde vidas humanas hasta pérdidas de vivienda, pasando por otras desgracias que pesa enumerar.

Si así estamos y estaremos por algún tiempo, lo menos que puede hacerse desde el gobierno es facilitarle la tarea a aquel que viene a invertir. Aquí prima la cultura que impone “la regulación” como sistema predominante. Primero te regulo, me inmiscuyo en tus cosas, te hago un seguimiento y luego, si salvaste la prueba, te dejo hacer… Está explicado en forma burda, pero seguro estoy que se entiende.

Cuando debería primar otro criterio: el de la confianza, el del espaldarazo a priori, el estímulo por la pretensión de invertir. Ahora eso sí, si metés la pata…, las consecuencias se harán sentir.

Es como una actitud hacia la vida, tiene que ver en definitiva con la libertad. En nuestro país subyace una concepción estatista (¿neoliberalismo aquí…?), donde todo se le pide al Estado. Vociferamos por nuestros derechos; las obligaciones, nos atañen poco.

Doing Business, publicación insignia del Banco Mundial, presenta informes anuales que miden las regulaciones que favorecen la actividad em- presarial y aquellas que las restringen.

Las principales economías del mundo donde existe facilidad para hacer negocios son: Singapur, Nueva Zelanda, Hong Kong, Corea del Sur, Noruega, EE.UU., Reino Unido, Finlandia.

Uruguay está, diríamos, a mitad de tabla, figura en el puesto 82; obviamente Venezuela está al final.

Si no somos amigables con el inversor y si el mismo tiene que sortear una carrera de obstáculos para lograr su propósito, su retirada será cuestión de tiempo mínimo.

Debería existir una norma que determine que los burócratas de los organismos públicos, nacionales o departamentales, cuando está en juego una inversión en el rubro que competa, deben responder con premura y poner su mayor diligencia en agilizar la situación.

En el sector que represento, la promoción privada de la construcción, lo veo a diario. Obviamente estamos hablando de inversiones millonarias, porque construir un edificio (o eventualmente una casa), supone varios millones de dólares. Y muchas veces, el promotor arma un grupo inversor en su derredor (que no son del metier), y cuesta explicarles las demoras inconcebibles que se producen consecuencia de una forma de actuar, muchas veces, negligente y procaz.

Porque como hemos dicho y escrito reiteradamente, lo que muchas veces sucede es la NO RESPUESTA que es la peor de las respuestas: los reclamos se suceden y el silencio ominoso del burócrata luce como una burla dañina a la iniciativa privada que busca invertir y consecuentemente generar empleo. Porque vaya que genera empleo la construcción y mueve todo un círculo virtuoso en derredor de ella.

Sabrá Ud. amigo lector, que son varios los proyectos que quedan por el camino, porque el grupo inversor que rodeaba al promotor se hastía de tanto desatino y el capital se dirige a otros destinos más complacientes. O asimismo, promotores compatriotas que desestimulados conservan el terreno yermo durante mucho tiempo, sabedores de que comenzar la obra los llevará a una etapa de pesadumbre. Suena de Ripley pero es así.

El burócrata sentado en su poltrona, dirige los tiempos de los privados y su humor circunstancial decidirá el destino de inversiones millonarias y de la ocupación de cientos de obreros.

No es inherente al gobierno de turno; es un problema ancestral que está enquistado en las cabezas de los funcionarios. Tampoco es buena cosa generalizar y no corresponde vituperar al barrer. Pero que el problema existe, en mayor o menor medida, no se tenga duda.

Por ello cuando el presidente Vázquez pretendió realizar la madre de todas las reformas, en su primer período de gobierno (reforma del Estado), debió contar con la anuencia de los funcionarios públicos que son el partenaire del gobierno en esta medida. Porque sin la voluntad de los mismos, nada sucederá... y pruebas al canto, ha habido mínimas medidas en esa dirección, pero los problemas de fondo persisten.

No pretendo plantear una controversia, el burócrata versus el inversor; muy por el contrario, es imprescindible que ambos jueguen para el mismo equipo y SIEMPRE se encuentre una respuesta a un planteo.

Con la desidia reinante, no se construye país y seguiremos viajando por andariveles que hacen de la mediocridad y la pequeñez, su esencia.

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Anibal Durán

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