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Una paz sobrevendida

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El acuerdo de paz de Colombia con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha sido aclamado como un acontecimiento histórico que dará lugar a todo tipo de cosas buenas, pero me temo que se trata de un evento que ha sido muy sobrevendido, y que ha convertido a Colombia en un país monotemático, donde se están postergando otros temas tanto o más importantes.

El acuerdo de paz de Colombia con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha sido aclamado como un acontecimiento histórico que dará lugar a todo tipo de cosas buenas, pero me temo que se trata de un evento que ha sido muy sobrevendido, y que ha convertido a Colombia en un país monotemático, donde se están postergando otros temas tanto o más importantes.

Mientras que los colombianos están debatiendo acaloradamente sobre el acuerdo preliminar de paz firmado por el gobierno del presidente Juan Manuel Santos con las FARC el 23 de junio en La Habana, y esta discusión se va a prolongar con un planeado referéndum sobre el tema, el país sigue estando escandalosamente atrasado en las áreas más importantes para su futuro: la educación y la innovación.

Por supuesto, la paz es un objetivo loable, incluso considerando el hecho de que las FARC se han reducido de 21.000 a 7.000 hombres en los últimos años, y que el acuerdo de paz de Santos está siendo criticado por organizaciones de derechos humanos por haberle dado demasiada impunidad a criminales de guerra. Y, por supuesto, la paz podría traer consigo más inversión, aunque quizás no tanta como la pronosticada por el gobierno.

Pero el debate sobre la paz ha capturado la agenda política de Colombia en los últimos tres años. La pelea entre Santos y su predecesor Álvaro Uribe sobre estos acuerdos, ha eclipsado una conversación muy necesaria sobre el atraso de Colombia en áreas que son clave para su capacidad de competir en la nueva economía del conocimiento.

Colombia produce algunos de los mejores talentos de América Latina -el fallecido Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, el artista Fernando Botero y la cantante Shakira, son sólo algunos ejemplos- pero sus niveles generales de educación, innovación, ciencia y tecnología son pobrísimos para un país de su tamaño y potencial.

Veamos algunos datos ilustrativos:

-Mientras que Corea del Sur invierte el 4.04 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) en investigación y desarrollo, en Brasil es el 1.2 por ciento, en Argentina el 0.6 por ciento y en Costa Rica 0.5 por ciento. Colombia, por su parte, invierte sólo el 0.17 por ciento, según los datos del Banco Mundial.

-El presupuesto de la agencia de investigación y desarrollo de Colombia, Colciencias, ha sido reducido en un 24 por ciento desde el 2012, según la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia.

-Colombia realizó solo 86 solicitudes de patentes de nuevas invenciones ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) el año pasado. Eso está muy por debajo de las 167 solicitudes de patentes de Chile, 547 de Brasil, 1.700 de Israel y 14.600 de Corea del Sur, según cifras de la OMPI.

-En educación, Colombia ocupa el puesto 62 entre los 65 países que participan en las pruebas estandarizadas PISA para jóvenes de 15 años en matemáticas, por debajo de países como Jordania, Túnez, Albania y México.

-En el ranking THE (Times Higher Education) de las mejores 800 universidades del mundo, la universidad de Colombia mejor situada -la Universidad de los Andes- está ubicada en el rango “de 501 a 600”.

-El 83 por ciento de las exportaciones totales de Colombia son materias primas, mientras que sólo el 17 por ciento son productos manufacturados, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo. Si Colombia no produce bienes más sofisticados tendrá dificultades para crecer y reducir aún más la pobreza, dicen los economistas.

Mi opinión: Santos quiere pasar a la historia como el hombre que puso fin al conflicto armado con las FARC, y tal vez ganar el premio Nobel de la Paz, las cuales son aspiraciones muy legítimas. No hay nada de malo en ello.

Pero para crecer y reducir la pobreza, Colombia necesita reducir su dependencia de las materias primas, y comenzar a exportar productos de mayor valor agregado. Estamos viviendo en una economía del conocimiento, en la que Google tiene un valor de mercado de cerca de 500.000 millones de dólares, mientras que la totalidad de las exportaciones de Colombia el año pasado fueron de 35.000 millones de dólares.

El acuerdo de paz es una buena noticia, una noticia extraordinaria y muy bienvenida, pero Colombia debe dejar de ser un país monotemático, y enfocar sus energías en la educación y la innovación.

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Andrés Oppenheimer

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