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La frialdad del Papa

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El papa Francisco es muy popular en el mundo, pero hay señales crecientes de que su popularidad está disminuyendo en su propio país, Argentina. Y hay buenas razones para ello.

El papa Francisco es muy popular en el mundo, pero hay señales crecientes de que su popularidad está disminuyendo en su propio país, Argentina. Y hay buenas razones para ello.

Comencemos con los hechos. Cuando el exarzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio fue elegido Papa de la Iglesia Católica romana en el 2013, hubo grandes celebraciones en Argentina. Él era el primer papa latinoamericano, así como un sacerdote respetado en Argentina, donde se sabía que estaba en contra del corrupto gobierno de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Una vez en el Vaticano, las frecuentes llamadas de Francisco a sacerdotes y periodistas argentinos -a menudo para conversar sobre eventos locales, o para comentar los juegos de fútbol del domingo- solían filtrarse a las primeras páginas de los periódicos argentinos, y ser festejadas por todos. Él era de lejos la figura más popular en Argentina, por encima de las superestrellas de fútbol del país.

Pero últimamente, un creciente número de argentinos están teniendo dudas sobre su Papa.

Entre el 2013 y el 2015, Francisco le dio varias veces una calurosa bienvenida en el Vaticano a la entonces presidenta Fernández, con quien compartió largos almuerzos tras los cuales ambos aparecían sonrientes en las fotos oficiales. Según otros argentinos que visitaron al Papa durante esos años, el mensaje de Francisco a sus compatriotas era: “Cuiden a Cristina”.

En ese entonces, muchos interpretaron eso como un llamado papal a no romper el estado de derecho, y permitir a Fernández terminar su mandato a pesar de la corrupción y la desastrosa política económica de su gobierno. Otros especularon que el Papa extrañaba su país, y que le gustaba pasar tiempo con cualquier visitante argentino, sin que importaran colores políticos.

Luego, a medida que se acercaban las elecciones presidenciales de noviembre del 2015, Francisco dio mucho más tiempo y apoyo al candidato de Fernández, Daniel Scioli. Tras la victo-ria electoral de Mauricio Macri en noviembre, el nuevo presidente recibió llamadas de felicitación de líde-res de todo el mundo, excepto de Francisco, el Papa argentino.

En febrero, cuando Macri hizo su primer viaje a Roma como presidente para visitar al Papa, Francisco le concedió una breve audiencia de 22 minutos en la biblioteca del Vaticano, mucho menos que los ociosos almuerzos de una hora larga con la expresidenta Fernández en la residencia papal, o sus largos encuentros con los presidentes de Cuba, Bolivia, o Ecuador. Lo que es más, el Papa no sonrió ni una sola vez cuando posó con Macri para los fotógrafos.

En mayo, Francisco recibió a Hebe de Bonafini, la líder izquierdista radical de las Madres de la Plaza de Mayo, un grupo argentino que se proclama defensor de los derechos humanos a pesar de que Bonafini aplaudió públicamente los ataques terroristas del 2001 en Estados Unidos. Francisco y Bonafini, una acérrima crítica de Macri, sostuvieron un encuentro de hora y media en la residencia del Papa.

Este mes, los lazos ya tensos del Papa con Macri empeoraron cuando periódicos argentinos revelaron que Scholas Occurrentes, una agencia caritativa respaldada por el Papa, había rechazado una donación de $ 1,2 millones del gobierno de Macri. El diario italiano La Stampa publicó una carta enviada por Francisco a los líderes de Scholas Occurrentes pidiéndoles que no aceptaran la donación del gobierno, advirtiéndoles que eso podría llevar a situaciones de corrupción.

Aunque el Papa sigue siendo popular en Argentina, muchos periodistas y partidarios de Macri están empezando a resentir la constante intromisión de Francisco en la política interna del país.

“Esto es muy decepcionante para muchos argentinos”, dijo en un video el columnista del diario La Nación Jorge Fernández Díaz, refiriéndose a la noticia de la orden del Papa de no aceptar la donación gubernamental. Fernández Díaz añadió que los partidarios de la expresidenta quieren que Francisco se convierta en el “líder de la oposición” en Argentina.

Un sondeo hecho el 2 de junio por el diario Clarín mostró que el 44% de los argentinos considera que las relaciones del Papa con Macri son “distantes”, mientras que el 36% las considera “normales” y solo un 3,5% “muy cercanas”. El mismo sondeo muestra que el 75% de los argentinos tiene una opinión positiva de Francisco, lo cual es el promedio a nivel mundial, pero menos que el nivel de más del 90% de hace dos años.

Mi opinión: Estoy entre los que han aplaudido con entusiasmo al Papa tras su designación. Igual que otros muchos, me encantó su austeridad, su sentido del humor, su labor para mejorar las relaciones interreligio-sas, y su tolerancia con otros estilos de vida. Últimamente, sin embargo, estoy empezando a tener dudas sobre el Papa.

Sus golpes bajos a Macri -quien está tratando de sacar a Argentina de la bancarrota y el aislamiento internacional, y merece una oportunidad de tener éxito- están perjudicando a Argentina. Eso es políticamente erróneo, y moralmente despreciable.

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Andrés Oppenheimer

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