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¿Frank Underwood en Brasil?

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En medio de crecientes probabilidades de que la presiden- ta brasileña Dilma Rousseff sea depuesta de su cargo por un proceso de juicio político en el Congreso, es hora de echar un vistazo más de cerca de su probable sucesor, Michel Temer, el hombre al que muchos llaman “el Frank Underwood de Brasil”.

En medio de crecientes probabilidades de que la presiden- ta brasileña Dilma Rousseff sea depuesta de su cargo por un proceso de juicio político en el Congreso, es hora de echar un vistazo más de cerca de su probable sucesor, Michel Temer, el hombre al que muchos llaman “el Frank Underwood de Brasil”.

Sus críticos afirman que al igual que Frank Underwood, el personaje que interpreta Kevin Spacey en la serie televisiva House of Cards (Castillo de naipes), Temer consiguió su puesto de vicepresidente ganándose la confianza de Rousseff, y luego conspiró con el Congreso para destituirla y llegar a la presidencia él mismo.

De 75 años, casado con una exconcursante de belleza de 32 años, Temer fue presidente de la Cámara de Diputados, y fue diputado por más de dos décadas. Como líder del Partido del Movimien- to Democrático Brasileño (PMDB), Temer fue invita- do por Rousseff a ser su candidato a vicepresidente en las elecciones del 2010 con objeto de ganarse los vo- tos del PMDB, y ha sido vicepresidente de Brasil desde entonces.

Lo mismo que docenas de otros políticos y miembros del Congreso, Temer está siendo investigado también en el escándalo de corrupción de Lava Jato por pagos ilegales de la petrolera esta-tal Petrobras a políticos de la mayoría de los partidos políticos.

Murillo de Aragão, conocido analista político brasileño, rechaza la idea de que Temer sea una especie de Frank Underwood brasileño. “Eso es completamente injusto, porque Temer nunca conspiró para destituir a Dilma”, me dijo. “Él no tuvo nada que ver con eso”. El proceso de destitución de Rousseff fue comenzado por dos respetados juristas, uno de los cuales fue fundador del partido de Rousseff, el Partido de los Trabajadores, agregó de Aragão.

Además, la destitución no es un golpe de Estado, sino un proceso contemplado en la constitución que está siendo seguido meticulosamente, dijo. Ya ha sido aprobado por un panel legislativo y un voto del pleno de la Cámara, en el cual 367 de los 500 miembros del Congreso votaron a favor de la destitución de la presidenta.

Mi opinión: las alegaciones de Rousseff de que está siendo víctima de un golpe de Estado son ridículas, especialmente si se considera que su proceso de destitución está siguiendo estrictamente los pasos constitucionales, y que ella y su Partido de los Trabajadores ya habían solicitado varias veces la destitución de presidentes anteriores cuando estaban en la oposición.

No, Rousseff no es una víctima inocente. Ella no puede alegar juego sucio si violó las leyes de su país. El hecho de que algunos de los legisladores que votaron a favor de su destitución están siendo acusados con cargos de corrupción más graves en el caso Petrobras -aunque se sospecha que la misma Rousseff hizo la vista gorda en ese escándalo cuando era la presidenta de la junta directiva de esa compañía- no invalida los derechos constitucionales del Congreso de destituirla si violó la ley.

Y, si Temer es nombrado presidente y es encontrado asimismo culpable, él también debería abandonar su cargo, y debería haber una nueva elección, como lo estipula la constitución brasileña, y como lo quiere la mayoría de los brasileños.

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Andrés Oppenheimer

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