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Pensar en redes inteligentes

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áLVARO BERMÚDEZ
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Las redes eléctricas del Uruguay deben adaptarse a las necesidades modernas, por lo tanto debemos invertir en infraestructura del siglo XXI transformándolas en redes inteligentes lo antes posible, pues el mercado no espera a la parsimonia perpleja de la burocracia provinciana de las empresas monopólicas.

Hace unos años existía una incomunicación entre los expertos en seguridad cibernética y los gerentes de las empresas distribuidoras de energía eléctrica. Ahora, la seguridad de la red inteligente emergente está firmemente en las agendas de los líderes empresariales. Eso es progreso.

Pero la tecnología todavía se está poniendo al día y, por el momento, estamos atrapados en un callejón sin salida. Una verdadera red inteligente está al alcance de la mano, pero no podemos implementarla sin disponer de una seguridad robusta. Sin embargo, la industria de la seguridad cibernética está un tanto lenta para crear las soluciones de seguridad adecuadas. ¿Estamos frente al viejo dilema de qué es primero, la gallina o el huevo?

¿Por qué? Porque estamos atascados en un modo reactivo de pensar cuando se trata de diseño de soluciones de seguridad.

¿Qué podemos hacer al respecto? Deberíamos estar construyendo soluciones proactivas para complementarlas. Si tenemos buenas soluciones proactiva y preventiva en el lugar, podemos empezar a construir redes razonablemente seguras y romper el callejón sin salida.

Los beneficios de la red inteligente y la Internet son bien conocidos. Una red de energía conectada digitalmente permite análisis inteligentes. posibilitarían a la industria energética combinar más inteligentemente suministro con la demanda, integrar más energía renovable y desarrollar inteligentemente nuevos servicios para los consumidores y las empresas.

Vale la pena reiterar que este tipo de red inteligente trae nuevos desafíos desde el punto de vista de su seguridad cibernética.

Una gran parte de la tecnología operacional física en el campo está décadas atrasada y resultará oneroso de reemplazar por una red diseñada en un contexto cibernético moderno.

Mediante la creación de estas redes se hace necesaria cada vez más infraestructura, creando más y más puertas potenciales para los hackers por lo cual el asunto es muy serio.

A medida que nuestro sistema energético se conecte más, las apuestas también son mayores. De repente, ya no estaremos hablando solo de la caída de servicio de una subestación simplemente sino de un potencial ataque en toda la red. A medida que el riesgo aumenta, la recompensa para un hacker aumenta en igual medida.

Mientras antes la mayor preocupación puede haber sido un imprevisto ataque a la página web de UTE por parte de aficionados, ahora pasaríamos a prevenir un potencial rescate o daño pergeñado por criminales organizados e incluso actores patrocinados por el Estado para probar la seguridad de la red inteligente en el campo de batalla.

Si alguna vez hay una tercera guerra mundial, muchos piensan que se librará en el ciberespacio y la red eléctrica será uno de los principales objetivos estratégicos.

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