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Las conversaciones entre el Estado y la empresa UPM sobre la instalación de una tercera planta de procesamiento de celulosa continúan en medio de la inevitable nube de noticias contradictorias.

Las conversaciones entre el Estado y la empresa UPM sobre la instalación de una tercera planta de procesamiento de celulosa continúan en medio de la inevitable nube de noticias contradictorias.

Es un emprendimiento de gran importancia para nuestro país. Por varios motivos.

Primero, debido a la misma naturaleza y envergadura del proyecto. Este requiere una inversión de cuatro mil millones de dólares que serán aportados por la empresa y mil millones que serían provistos por el Gobierno uruguayo.

Segundo: el proyecto apareja exigencias para la infraestructura de servicios de transporte disponible y presenta una serie de desafíos para el sistema económico y, también, político. Incluso para el sistema de enseñanza técnica.

La planta sería instalada en torno de la ciudad de Paso de los Toros. Su producción anual sería de dos millones de toneladas anuales de celulosa. Ese tonelaje debe representar un volumen cúbico igualmente considerable de carga que debe ser transportada en forma económica, segura y confiable hasta el punto de embarque más próximo y adecuado. El futuro de la planta dependerá de la línea de comunicación entre el punto de salida de la producción y el punto de carga de la celulosa.

Ese problema no fue tan importante en el caso de las dos plantas existentes, una de ellas ubicada en Fray Bentos, sobre el río Uruguay, y la otra en Punta Pereira, sobre el Río de la Plata. En ambos casos la celulosa es transportada por vía fluvial. En el caso de la futura planta se utilizaría el ferrocarril. Esta es una decisión acertada porque el ferrocarril es el medio de transporte más económico (y también más amigable para el medio ambiente) en el caso de embarques homogéneos y voluminosos de cargas de menor valor sobre distancias medias y más largas.

Pueden existir otras soluciones, pero parecería que el Puerto de Montevideo es la mejor opción para exportar la celulosa producida por la nueva planta (El País, 19 de diciembre). La idea de utilizar Puntas de Sayago ha sido descartada con buenos motivos.

El problema es que los uruguayos, por décadas, nos hemos dedicado, por nuestras acciones o inacciones, a desmantelar el ferrocarril.

En el año 1994, el ferrocarril movió 800 mil toneladas, en el 2008 transportó 1,4 millones de toneladas y en el año 2014 transportó 881 mil toneladas. El ferrocarril, a pesar de los cambios en su organización, es un servicio de transporte que parece haberse quedado estático en el tiempo y tiene la dudosa distinción de haber perdido cargas en un período en el cual se produjo un aumento notable en la producción de nuestro país, impulsado por el sector agropecuario.

Es lógico que la empresa requiera determinadas certezas antes de embarcarse en una inversión de esa envergadura sobre temas clave como las aspectos gremiales durante la etapa de la construcción (seguramente recogiendo la experiencia cosechada en proyectos anteriores) y sobre la infraestructura de transporte. Básicamente en cuanto al transporte ferroviario de su producción.

Este tipo de proyectos, al ofrecer ejemplos o modelos innovadores e impulsar cambios, pueden convertirse en una fuerza que impulse la modernización. Todo dependerá de nuestra capacidad de enfrentar los desafíos que ellos implican en forma positiva y constructiva.

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Juan Oribe Stemmer

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