Publicidad

China,¿que pasó?

Compartir esta noticia

Hoy estamos pendientes de esta nación, la segunda economía del mundo, que actualmente crece a solo algo más del 7% anual, nada brusca desaceleración, a diferencia de los dos dígitos a los que nos había acostumbrado a partir de los años 80. Bien quisieran los países del mundo, desarrollarse a la mitad del ritmo actual chino. Tampoco se puede olvidar que su población estaría dejando de crecer y por lo tanto, el aumento del ingreso per capita es más significativo aun.

Hoy estamos pendientes de esta nación, la segunda economía del mundo, que actualmente crece a solo algo más del 7% anual, nada brusca desaceleración, a diferencia de los dos dígitos a los que nos había acostumbrado a partir de los años 80. Bien quisieran los países del mundo, desarrollarse a la mitad del ritmo actual chino. Tampoco se puede olvidar que su población estaría dejando de crecer y por lo tanto, el aumento del ingreso per capita es más significativo aun.

No hace mucho padecieron horribles hambrunas en los años 50, cuando Mao arrancó las tierras a los agricultores e implantó la colectivización comunista, hostigando y encarcelando a sus antiguos dueños. Seguido luego por “El Gran Salto al Frente” que terminó en un estruendoso fracaso y represalias contra los supuestos culpables. Después se implantó la “Revolución Cultural” a mediados de los 60, desencadenando terribles persecuciones, purgas, injusticias, matanzas y humillaciones. Finalmente en 1976 murió el malvado dictador.
En el Partido deben haberse dado cuenta que así la cosa no andaba. Habían igualado la sociedad pero hacia abajo. Tenían la bomba atómica y la de hidrógeno, un gran ejército y una feroz policía. Los de afuera los temían. Sus fronteras eran seguras. Liquidaron a toda la oposición. Tenían el poder absoluto pero eran pobres e iban a seguir siéndolo, sin posibilidades de ofrecer a su pueblo, ni a ellos mismos, mayor bienestar.
Llegó el momento histórico y surgió un gran líder, Deng Xiaoping, recientemente rehabilitado por Mao, quien empezó a aflojar las clavijas. Empezó por permitir a los trabajadores en el campo, vender parte de su producción a precios de mercado. Dejó que se formaran micro empresas en los pueblos y les permitió crecer. Lo mismo en las ciudades. Luego formó Zonas Económicas Especiales, copiando el modelo de Hong Kong, en las que el capitalismo sería el sistema económico. El desarrollo fue vigoroso, innovador y finalmente arrollador. Empezaron a exportar, a ganar mercados en occidente. Tenían una fuerza laboral trabajadora , con ganas de mejorar su calidad de vida pero semi esclava. No se daban problemas sindicales y ni que hablar de huelgas o medidas de fuerza. Cualquier atisbo de descontento era reprimido duramente. El espíritu empresario floreció en toda su no siempre bella y ecuánime fortaleza.
Deng era un pragmático, a diferencia de Mao que era un dogmático. Adoptó la máxima de Confucio: buscar la verdad a través de la realidad. Hizo suyo el criterio que para comprobar la verdad es necesario experimentar, probar. Fue muy atrevido y valiente en su lento pero persistente camino en desregular, dejar de impedir, retirando al Partido lo más posible del comercio y la producción. Era un revolucionario, al revés y un conciliador persistente. Otro gran avance fue apoyar la educación y permitir la salida a estudiar a cientos de miles de chinos. ¿Adónde? No fueron a Cuba ni a Corea del Norte a capacitarse. Viajaron principalmente a USA. Se formaron allí y la gran mayoría ha vuelto, profundizando los cambios y el progreso.
Pero a medida que la sociedad se sentía más libre, comenzó a exigir libertades políticas. Se formó un caldo de cultivo que terminó en manifestaciones y en el conocido enfrentamiento en la plaza de Tiananmen, en junio de 1989. En esa ocasión, Deng advirtió a los que demostraban descontento, que se dispersaran. Luego de varios intentos, más o menos pacíficos, ordenó finalmente al ejército que los aplastaran con los tanques, terminando brutalmente la confrontación. Hubo protestas en capitales occidentales, algunas sanciones, pero al final, las demandas juveniles y la dura represión se esfumaron en el tiempo.
Algo sí quedó claro. El partido Comunista no estaba dispuesto, a aflojar ni un ápice, el control político del país. Capitalismo en la economía, muy bien. En la asignación de recursos, el mercado seria el rey. Inversiones extranjeras, excelente. Exportaciones, mejor. Tecnología, bienvenida, siempre y cuando el Estado no pierda el control sobre sus ciudadanos, por lo tanto, cuidado con los Google y los Microsoft. Deng, entre muchas otras cosas, dejó establecido un sistema de renovación de la cúpula del Partido que dirige a China, que ya tuvo su primer recambio, sin ningún tropiezo. Es un gran mérito el suyo, haber institucionalizado el traspaso de poder.
Ahora China deberá enfrentar otros temas como: administrar su riqueza (antes era, en qué forma distribuir la escasez); imponer el IVA; afrontar el disenso; la desigualdad; flexibilizar los controles de natalidad; combatir la polución; mejorar la administración de justicia; fortalecer la interacción de las provincias con el gobierno central; mejorar el registro de la propiedad, especialmente en las zonas rurales; luchar contra la corrupción, aunque en este caso y en el del tratamiento de los delincuentes, son bastante inflexibles, si bien desparejos. La pena de muerte es aplicada con frecuencia y en forma rápida. A la familia le cobran la bala.
Parecen haber encontrado una fórmula bastante idónea, por ahora. Control político comunista, seguridad y orden y economía capitalista.

SEGUIR
Julia Rodríguez Larreta

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

ChinaJulia Rodríguez Larreta

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad