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Tango del viejo continente

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Dije una vez: Esta Europa agoniza sin que nadie le robe sus materias primas y sus producciones último modelo; agoniza con toda dignidad. Algunos amigos me hicieron ver que era exagerado hablar de agonía. Trataré ahora de atenuar mis imprecisiones; y al mismo tiempo, de considerar las posibilidades (imposibilidades) de un tratado de libre comercio entre Uruguay solo y la Unión Europea.

Leí en un interesante artículo de Maximiliano Montautti, (protagonizado por Paul Riezler, el Presidente de la “Eurocámara Uruguay” y de la “Cámara de Comercio e industria Uruguayo-Alemana”): “Riezler es escéptico con el funcionamiento del Mercosur como bloque comercial y dice, como es verdad, que el Mercosur “no existe” (El País, 1°/2/15). No comparto esa defunción que en principio parece irrefutable; pienso, a la manera de Galileo Galilei, que el Mercosur, pese a su parálisis, que lo muestra como muerto “E pur si muove.” Y sin enbargo, se mueve ¡Y cuánto!

Escribe Montautti: “Llega un cambio

Dije una vez: Esta Europa agoniza sin que nadie le robe sus materias primas y sus producciones último modelo; agoniza con toda dignidad. Algunos amigos me hicieron ver que era exagerado hablar de agonía. Trataré ahora de atenuar mis imprecisiones; y al mismo tiempo, de considerar las posibilidades (imposibilidades) de un tratado de libre comercio entre Uruguay solo y la Unión Europea.

Leí en un interesante artículo de Maximiliano Montautti, (protagonizado por Paul Riezler, el Presidente de la “Eurocámara Uruguay” y de la “Cámara de Comercio e industria Uruguayo-Alemana”): “Riezler es escéptico con el funcionamiento del Mercosur como bloque comercial y dice, como es verdad, que el Mercosur “no existe” (El País, 1°/2/15). No comparto esa defunción que en principio parece irrefutable; pienso, a la manera de Galileo Galilei, que el Mercosur, pese a su parálisis, que lo muestra como muerto “E pur si muove.” Y sin enbargo, se mueve ¡Y cuánto!

Escribe Montautti: “Llega un cambio de gobierno en Uruguay y en algunos sectores se piensa que las cosas pueden empezar a moverse. En ese sentido, empresarios europeos sostienen que Uruguay debería avanzar en solitario -si la negociación sigue dilatándose- y firmar un acuerdo directo con la Unión Europea. En el gobierno electo, la idea que se maneja es la de avanzar como bloque, pero si la negociación se tranca o demora, se inclinaría por el camino del “mano a mano” con la UE, según supo El País”.

Riezler sostiene: Es una excusa, que la única posibilidad de firmar un TLC con la UE sea a nivel de “bloque a bloque”. “Lo que se dice es eso, que la UE negocia solo con bloques; pero resulta que la UE negoció acuerdos con Chile, México, Colombia, Perú. Entonces, los hechos demuestran que Europa; en teoría dice que no firma, pero en la práctica lo hace” y agregó Riezler: “El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha sido uno de los que menos disposición mostró en los últimos tiempos para acercarse a la UE. Han sido Brasil, Uruguay y Paraguay los que mayor interés demostraron en el acuerdo comercial.” “Uruguay lo hace a través del Mercosur o lo tiene que hacer solo, pero no dentro de tres años, el momento es ahora. El país no puede perder más tiempo”. “En la negociación entre los dos bloques, Uruguay se ha colocado detrás de Brasil y ha acompañado las propuestas del gobierno norteño; y esa estrategia es correcta: ponerse detrás del “hermano mayor”, para que sea él quien se defienda y reciba los golpes. Pero en algún momento hay que madurar: o lo hacemos con él o lo hacemos solos”. “Veo al gobierno muy firme y decidido a dar los pasos correspondientes dentro del Mercosur. Pero si no ve que rápidamente pasa algo, creo que la visión del gobierno es decir: bueno, si no vamos todos juntos, vamos a tener que ir solos”, (hasta aquí Riezler).

Sucede que la Unión Europea es en estos momentos, un interlocutor fuera de sí. Será bueno antes de hacer nada irreparable, mostrar la distorsión de Europa víctima de una crisis inédita, que no cesa. Si no estuvieran atravesando una situación tan mala y tan nueva, seguramente Brasil hubiera logrado una solución en la cual estuviera incluido el Uruguay. Cuando una sociedad siente dolores, su primera reacción consiste en echarle la culpa a los políticos y procurar un cambio en el gobierno. El mérito supremo de la democracia es ese: prevé procedimientos jurídicos para renovar la conducción del país, tranquilamente, sin drama, como de rutina.

Pero eso que es (era) lo normal para Grecia o Portugal o países similares, se ha hecho complicado ahora, cuando los gobiernos de la Unión Europea se debaten entre amenazas varias y tiemblan a tal extremo, que el soplo de una novela oportunista (cuenta que faltan 50 años para que los árabes tomen el poder en Francia) basta para que el libro venda miles y miles de ejemplares. Todos quieren saber cómo será la situación; en el fondo (¡oh! miserable situación) todos admiten que de un modo u otro, esa premonición arábiga puede cumplirse como sucedió en las Galias, cuando Vercinjectorix, luchó sin éxito, antes del nacimiento de Cristo, contra las legiones romanas de Julio César.

En el otro extremo, el gran vecino del este, Putin que manda un continente, también sufre de árabes; pero otros árabes, los ricachos que venden petróleo a la mitad de precio.

Después de mucho, algo está pasando en Europa que es más importante que las orientaciones ideológicas: hay invasiones bárbaras de varios tipos, en medio de una crisis financiera, porfiada.

Para quebrar el círculo vicioso (menor venta, más desocupación: más seguros de paro, más impuestos, mayor costo, menor venta, más desocupación) el Viejo Continente requiere un cambio que no alcanza a definir. Corrijo pues: no es Europa que agoniza, es su modo actual de encarar la vida, que ya no sirve.

La solución (aritmética) frente al chomage (demasiada gente que no encuentra empleo o que pierde el que tenía) es optar por el partage: reducir la jornada de trabajo. Menos horas para cada uno y se hace lo mismo empleando más trabajadores. Por supuesto, la competencia en el mercado internacional no permite encarecer los costos; en consecuencia, cada uno debe bajar su salario, para mantener el precio internacional de los productos.

Repartir el trabajo supone un acuerdo: que los sindicatos admitan una rebaja proporcional en la remuneración: un despido parcial impuesto a todos los trabajadores. Trabajar menos y por ello aguantar privaciones, no está en los planes de los habitantes de esa parte del mundo; fueron educados para ganar más y más dinero y usar más y más cosas y más seguros de todo tipo. Es su modus vivendi.

A este panorama se agrega la evolución tecnológica, que es adversa; las máquinas de producir prescinden cada vez más del trabajo humano repetitivo y así crece la consiguiente indignación de los despedidos, que es más peligrosa que la miseria mansa o rebelde de los inmigrantes.

En su discurso sobre el estado de la nación, Barack Obama dijo: “Estamos en situación de tomar nuestras propias decisiones. La primera debe ser apoyar a nuestra clase media y darle lo que más necesita. Tres de cada 4 nuevos empleos de la próxima década, exigirán calificación. Debemos especializar a nuestros trabajadores”. Este panorama costoso para EEUU, debe sumarlo el Viejo Continente, a los bravos problemas que ya tenía.

El último recurso salvador, inmediato pero muy penoso, es devaluar el euro; facilita las exportaciones (bajando los precios en dólares) y reprime las importaciones. La unión Europea no está para abrir tratados de libre comercio; está para apretarse el cinturón y menguar el libre comercio. Y eso no es todo.

Si Europa estuviera en condiciones de firmar con Uruguay el tratado que se preten- de, Uruguay no podría suscribirlo en contra de lo previsto en el Tratado del Mercosur. Y si por una circunstancia especialísima esa inhibición fuera tolerada, al Uruguay no le convendría prescindir de Brasil. Brasil es el mayor destino de nuestras exportaciones y es un país cuyo gobierno es particularmente amigo del Uruguay. Vale la pena cerrar esta nota con dos noticias contundentes:

1) La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff vetó la ley, contraria al Mercosur, que aumentaba los aranceles al arroz, el trigo y la harina de trigo, del Uruguay.

2) Brasil es el principal destino de las exportaciones uruguayas; compró en el 2014, el 18,1% del total que vendimos.

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Carlos Maggi

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