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Capilla en peligro

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La Capilla de la Caridad del Hospital Maciel - Capilla de la Santísima Virgen María y del Patriarca San José, para citar su nombre completo- se encuentra en un estado lamentable, informó El País del viernes.

La Capilla de la Caridad del Hospital Maciel - Capilla de la Santísima Virgen María y del Patriarca San José, para citar su nombre completo- se encuentra en un estado lamentable, informó El País del viernes.

Uno de los edificios más antiguos de Montevideo, sufre no tanto el inevitable paso de los años, sino las humedades y una lamentable falta de mantenimiento. Algo que, en principio, debería sorprender porque la Capilla fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1975.

Aunque, cuando vemos lo que sucede con la Estación del Ferrocarril Central (o el triste destino que tuvo la Casa de los Pérez o que padece el solar nativo de José Artigas, este último a pocas cuadras de la Capilla) aquella declaración no siempre tiene mucho valor práctico.

La obra fue encargada por la Hermandad de la Caridad como un oratorio público complementario del Hospital de la Caridad, que había sido inaugurado en 1788. El Hermano Mayor de la Hermandad, a partir de 1786, fue el comerciante y armador Francisco Maciel (quien después perecería en el combate del Cardal, combatiendo contra los ingleses). La piedra fundamental fue colocada en septiembre de 1798, con la presencia del Gobernador de Montevideo, José Bustamante y Guerra. La bóveda fue construida en 1804. Según Alfredo Castellanos, la Capilla probablemente estaba terminada en 1807, cuando los ingleses tomaron Montevideo por asalto, pues “una de las columnas de su fachada tiene aún incrustado un proyectil arrojado cuando el bombardeo previo de la plaza por los invasores”.

Existen dudas sobre quien fue su arquitecto.

Algunos autores atribuyen la Capilla a Tomás Toribio, el constructor del Cabildo y de la original casa que lleva su nombre; otros, a José del Pozo y Murquy, quien tuvo un papel importante en el proyecto para la nueva iglesia Matriz. El Dr. Soiza Larrosa, concluye que fue el arquitecto Miguel Estévez Díaz, nacido en Galicia y quien llegó a Montevideo contratado como Maestro Mayor de Reales Obras.

Estévez Díaz cobró cuarenta y cuatro pesos corrientes “por un trabajo del plano”. El Maestro de Obras de la Capilla fue D. José Aldao.

Una de las características más interesantes de la Capilla son sus dos pilas de agua bendita. Las dos enormes valvas de moluscos fueron traídas a Montevideo de las Islas Mauricio, en el océano Índico, por la fragata corsaria Dolores. Son un recuerdo, entonces, de una época en que éramos el puerto español más importante en el Hemisferio Sur.

Cuenta Isidoro de María que, a la llegada de la Dolores a Montevideo, el cura de la Matriz pretendió que las valvas fuesen cedidas a esa iglesia, que acababa de inaugurarse, pero que su propietario se negó a dárselas, porque las había comprado con el deliberado propósito de regalarlas a la humilde Capilla de la Caridad. Linda historia.

La Capilla de la Caridad es una parte del patrimonio histórico y cultural de nuestra sociedad donde confluyen la historia de la arquitectura, la historia social, eclesiástica y de la medicina y, en forma inesperada, nuestra historia marítima.

Hoy, la Capilla no enfrenta los bombardeos de los ingleses, ni de los patriotas, sino a enemigos mucho más implacables: la humedad, el deterioro y, sobre todo, la falta de cultura de nuestra sociedad. Que es mucho más grave.

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Juan Oribe Stemmer

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