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El candidato Trump

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Lo más preocupante de las declaraciones xenófobas contra los mexicanos que hizo el aspirante presidencial republicano Donald Trump, no es que haya dicho semejantes tonterías, sino que sus comentarios parecen estar ayudándolo a ganar apoyo en las primarias republicanas.

Lo más preocupante de las declaraciones xenófobas contra los mexicanos que hizo el aspirante presidencial republicano Donald Trump, no es que haya dicho semejantes tonterías, sino que sus comentarios parecen estar ayudándolo a ganar apoyo en las primarias republicanas.

Tras sus incendiarias declaraciones contra los mexicanos, Trump subió al segundo puesto -detrás del exgobernador de la Florida Jeb Bush- entre una docena de candidatos republicanos en New Hampshire, el primer estado en que se celebrarán las elecciones primarias, según una encuesta de CNN/WMUR. Otra encuesta de CNN muestra que Trump ya está segundo entre los candidatos republicanos a nivel nacional, después de Bush.

Es más, el discurso del magnate inmobiliario en contra de México y los mexicanos fue celebrado por algunos de los otros aspirantes a la candidatura repu-blicana, y aún no ha sido denunciado formalmente como ofensivo, o racista, por el Comité Nacional Republicano.

Es obvio que una parte de la población estadounidense está dispuesta a creer en las mentiras y las medias verdades de Trump.

Según una encuesta del Pew Research Center, solo el 39 por ciento de los estadounidenses tiene una opinión favorable de México, por debajo del 47 por ciento que tenía una buena opinión de ese país antes de la crisis financiera de Estados Unidos del 2008. La crisis econó-mica estadounidense ha sido, obviamente, un terreno fértil para los políticos que buscan votos con posturas antiinmigrantes.

En su discurso del 16 de junio en que anunció su candidatura, Trump arremetió contra México por presuntamente inundar a los Estados Unidos con inmigrantes indocumentados. Dijo que México envía a Estados Unidos a “gente que tiene un montón de problemas... Ellos están trayendo drogas, y trayendo crimen, y son violadores”. Asimismo, dijo que obligaría a México a pagar la construcción de un muro fronterizo.

El problema es que todo el discurso de Trump contra los mexicanos se basa en premisas falsas.

En primer lugar, es francamente ofensivo insinuar que los 34 millones de me-xicanos o descendientes de mexicanos que viven en Estados Unidos son delincuentes o inmigrantes indeseables.

Segundo, sugerir que hay una avalancha de indocumentados mexicanos es falso. En rigor, el flujo de in-migrantes mexicanos a Estados Unidos ha caído en picada en las últimas décadas, pasando de alrededor de 400.000 al año hace una década a 125.000 el año pasado, según datos recientes de la Oficina del Censo estadounidense.

La inmigración de México cayó, entre otros aspectos, por la crisis financiera de Estados Unidos, por la caída en la tasa de natalidad en México -que bajó de un promedio de 5.5 hijos por mujer en 1970 a 2.5 en la actualidad- y por el aumento de las medidas de seguridad fronteriza.

Tercero, la afirmación de que un muro a lo largo de la frontera México-Estados Unidos podría detener el flujo de mexicanos es, en el mejor de los casos, dudosa. Cerca de la mitad de los indocumentados mexicanos que entran a este país no cruzan la frontera, sino que llegan en avión y se quedan después de que expiran sus visas de turistas.

Andrew Smith, el profesor de la Universidad de New Hampshire que realizó la encuesta de CNN/WMUR en ese estado, me dijo que la inmigración no es un gran problema en New Hampshire, donde solo el 3.2 por ciento de la población es hispana. La subida de Trump en las encuestas se debe más a la notoriedad que logró, que al contenido de sus comentarios, dijo.

“Sus declaraciones atrajeron atención y prensa”, me dijo Smith. “Le hacen parecer como alguien que no tiene miedo de decir cosas que están en la mente de muchos, pero que muchos no se atreven a decir”.

¿Cuál fue la reacción de los otros aspirantes republicanos? El senador Ted Cruz (R-Texas) apoyó abiertamente las declaraciones de Trump. La mayoría de los otros permanecieron neutrales o eludieron el tema.

Solo Jeb Bush, que está casado con una mexicana, habría dicho en un evento en Nevada que no estaba de acuerdo con las palabras de Trump y que no representan sus valores, según un asesor anónimo de Bush citado por The Washington Examiner.

El presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, dijo en una conferencia de prensa el 26 de junio, diez días después de las declaraciones de Trump, que lo manifestado por el magnate inmobiliario “no ayuda”. La tardía reacción de Priebus estuvo muy lejos de ser una rotunda condena a comentarios ofensivos contra millones de hispanos.

Mi opinión: Puede que Trump sea un payaso, o un político irresponsable que busca titulares a cualquier costo, pero no hay excusa para que la mayoría de los demás aspirantes republicanos y -lo más importante- el Comité Nacional Republicano no se hayan pronunciado enfáticamente contra las palabras de Trump que ofendieron a millones de personas. ¡Eso es lo más preocupante de todo!

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Andrés Oppenheimer

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