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Brasil: nueva política exterior

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El gobierno interino de Michel Temer definió las directrices de su política exterior e indicó sus rumbos para los próximos años.

El gobierno interino de Michel Temer definió las directrices de su política exterior e indicó sus rumbos para los próximos años.

Los cambios parten del presupuesto de que la política de los gobiernos del PT a partir de 2003 reflejaron los intereses de una plataforma partidaria. La política exterior dejó de ser una política de Estado y pasó a ser una política del PT. La sumisión de Itamaraty a la plataforma política de un partido convirtió a Brasil, dentro de América del Sur, en súbdito del bolivarianismo popular con los conocidos resultados negativos para nuestros intereses, agravados por las prácticas poco transparentes que rodearon las decisiones sobre servicios prestados por empresas brasileñas. Brasil quedó dependiente de los acontecimientos en la región, lo que terminó resultando en las recientes críticas de Unasur, OEA y de los países de la Alianza Bolivariana al proceso político interno. Eso, con el apoyo y el estímulo del gobierno Dilma, en una actitud inaceptable para cualquier gobierno.

En muchos casos, esa política fue contraria al interés nacional, especialmente en el caso de la expropiación de las refinerías de Petrobras en Bolivia, sin una reacción firme del gobierno brasileño. En el Mercosur, en la suspensión de Paraguay para la inclusión de Venezuela, en la aceptación, sin contestación, de las medidas proteccionistas ilegales de Argentina que perjudicaron sensiblemente a las empresas brasileñas. Y además, el menosprecio con relación a la democracia y a los derechos humanos por el apoyo explícito a los regímenes autoritarios y por la devolución a Cuba de los pugilistas de ese país que pidieron asilo en Brasil.

Las prioridades de la política exterior en las últimas décadas no se modificaron: América del Sur, Mercosur, países en desarrollo, África, asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Lo que cambió fueron los énfasis originados en una visión del mundo político-partidaria equivocada.

El resultado de esa política en los últimos trece años fue el aislamiento de Brasil en las negociaciones comerciales con serios perjuicios para Brasil. Con el fracaso de la Ronda de Doha y por la politización de los entendimientos comerciales, Brasil dejó de seguir la tendencia global de negociar acuerdos de libre comercio bilaterales con mercados mayores y más dinámicos y perdió oportunidades para la apertura de mercados a los productos industriales. En los últimos años, se firmaron en el mundo más de cuatrocientos acuerdos de libre comercio. Brasil, junto con el Mercosur, firmó solo tres o cuatro acuerdos, poco expresivos desde el punto de vista comercial, de los cuales uno, solamente uno, con Israel, fue ratificado.

Con ese telón de fondo, el ministro José Serra adelantó sus nuevas directrices para la política exterior brasileña, de acuerdo con los mayores intereses de Brasil y no como consecuencia de una visión ideológica del mundo:

- la diplomacia volverá a reflejar de manera transparente e intransigente los legítimos valores de la sociedad brasileña y los intereses de su economía, al servicio de Brasil como un todo y no más de acuerdo con a las conveniencias y preferencias ideológicas de un partido político y de sus aliados en el exterior;

- defensa de la democracia, de las libertades y de los derechos humanos en cualquier país;

- especial responsabili-dad en el área del medio ambiente;

- especial atención para los organismos multilaterales como la ONU y el G-20;

- Brasil no restringirá más su libertad a los esfuerzos multilaterales de la Organización Mundial del Comercio;

- ampliar el intercambio con socios tradicionales, como Europa, Estados Unidos y Japón. El intercambio de ofertas entre el Mercosur y la Unión Europea será el punto de partida para avanzar en la conclusión de un acuerdo comercial que promueva una mayor expansión del comercio y de las inversiones recíprocas;

- reciprocidad en las negociaciones comerciales, los acuerdos de libre comercio no son la única solución;

- a corto plazo, énfasis en las relaciones con Argentina y la Alianza del Pacífico;

- relación prioritaria con Asia (China e India), África y los Brics;

- política de comercio exterior que sea resultado del análisis cuidadoso de la economía y que tenga en cuenta la competitividad de los productos brasileños.

Con relación al Mercosur, Brasil pasó a defender el retorno a sus objetivos iniciales y cambios en sus reglas para permitir que los países miembros puedan acelerar la negociación de acuerdos comerciales sin modificar la Unión Aduanera. La flexibilización de sus reglas permitirá que los países puedan avanzar los entendimientos de acuerdo a sus intereses.

La recuperación del prestigio de Itamaraty, vaciado y marginalizado en el gobierno Rousseff, comenzó con la transferencia de la Agencia de Promoción de Exportaciones y de la Cámara de Comercio Exterior para la Cancillería. El Ministerio de Relaciones Exteriores volvió a ser valorizado y retomó el papel central que siempre tuvo en el proceso decisorio interno en la Administración brasileña.

(*) Presidente del Consejo de Comercio Exterior de Fiesp [Federación de Industrias del Estado de San Pablo] 

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Rubens Barbosa

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