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Arismendi: no es así

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Antes de asumir el cargo la ex y futura Ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi calentó el ambiente con unas declaraciones formuladas a El País el miércoles último. Fiel a su estilo, que oscila entre la arrogancia y la pedantería, Arismendi salió a decir que no pedirá ninguna contraprestación por las ayudas que otorga el Mides a decenas de miles de compatriotas. Según ella, la contraprestación “culpabiliza “al beneficiario, y sentenció: “¿Por qué la gente está en la situación que está? ¿Tiene la culpa? “.

Antes de asumir el cargo la ex y futura Ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi calentó el ambiente con unas declaraciones formuladas a El País el miércoles último. Fiel a su estilo, que oscila entre la arrogancia y la pedantería, Arismendi salió a decir que no pedirá ninguna contraprestación por las ayudas que otorga el Mides a decenas de miles de compatriotas. Según ella, la contraprestación “culpabiliza “al beneficiario, y sentenció: “¿Por qué la gente está en la situación que está? ¿Tiene la culpa? “.

Esa misma pregunta nos la hacemos muchísimos uruguayos: por qué la gente está cómo está, luego de una década en el que Uruguay ha tenido el crecimiento económico sostenido más prolongado y vigoroso de su historia. Este período coincidió con los dos primeros gobiernos del FA, en los que se destinaron centenares de millones de dólares a programas sociales. Es cierto, cuando Tabaré Vázquez asumió por primera vez la Presidencia la sociedad uruguaya mostraba de forma dolorosa las heridas sociales de la debacle económica del 2002, aunque la economía empezaba a transitar por un camino de recuperación. No es menos cierto que la mayoría de los uruguayos, aún muchos de los que no votamos a la izquierda, vimos con buenos ojos que el Estado tomara cartas en el asunto y asistiera a miles de orientales que la crisis había dejado sin trabajo y —lo que es peor— sin las herramientas para salir de la miseria por sí mismos. Se creó el Mides y fue la propia Arismendi la responsable de armar esa asistencia. Pero el tiempo pasó y felizmente Uruguay transitó y aun lo hace por un período de bonanza. ¿Tiene sentido aplicar las mismas herramientas sin cortapisas de un momento de emergencia, en un escenario completamente diferente?

“¿A los que tienen más, los que nacieron en una cuna de oro qué contraprestación les estoy pidiendo?”, sostuvo Arismendi. Es evidente que su formación marxista le impide ver más allá de sus dogmas perimidos. Pero sus prejuicios no terminan allí: “si no lo otro, es que yo soy buena y estoy por encima y como tú sos pobre salvo mi alma una vez por año y te llevo ropita usada y me siento fantástica porque soy una persona buena. Y tú me tenés que dar las gracias y todo. No, no es así”. Señora, claro que no es así.

Y la prueba más elocuente es que las políticas aplicadas por el Mides han fracasado o sus resultados han sido magros. Si hubieran sido exitosas, el Estado no tendría que aplicarlas una década más tarde en un escenario tan diferente. Como Arismendi sabrá, ya que en un época fue maestra, una de las definiciones de asistencia que da el Diccionario de la Real Academia es: “acción de prestar, socorro o ayuda”. Eso era lo que se necesitaba en 2005. Otra de las definiciones contenidas en el mismo diccionario indica: “acción de estar o hallarse presente”. Eso es lo que debería hacer el Mides desde ahora y exigiendo una contraprestación. El libro del Génesis, dice : “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Esta frase fue a lo largo de décadas la razón y el motor que hizo que la gran mayoría de los uruguayos vieran en el trabajo y el esfuerzo personal la forma de ganarse el sustento y de superarse.

Educar y generar fuentes de trabajo dignas son parte de los cometidos fundamentales de un gobierno. Lo otro —como dijo el ex presidente socialista de Chile, Ricardo Lagos— es populismo.

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Diego Fischer

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