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Alerta amarilla

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No pasa día en que el Inumet no emita alertas, aunque sean pocas las veces que emboca. Ya forma parte de las tradiciones nacionales. Los pronósticos impositivos para la próxima rendición de cuentas justificarían lanzar uno por la ola de aumentos.

No pasa día en que el Inumet no emita alertas, aunque sean pocas las veces que emboca. Ya forma parte de las tradiciones nacionales. Los pronósticos impositivos para la próxima rendición de cuentas justificarían lanzar uno por la ola de aumentos.

En campaña electoral Vázquez llevó como eslogan uno que decía “llevamos certezas”. Lo único que han traído, por ahora, son impuestos. En épocas de carnaval, se desató uno dentro del FA sobre el nombre de los futuros impuestos y sus porcentajes. Algunos piden, unos y otros inventan. Unos proponen impuestos nuevos y otros, aumentar los que hay. La discrepancia es el nombre del tributo, no si habrá o no, eso no lo ponen en duda, allí no hay ni radicales ni moderados, todos son impositivos. La variante también es organizar un robo: quedarse con el excedente del Fonasa. Sería manotear plata ajena. Es más que un ajuste fiscal porque no pasa por un impuesto sino simplemente en “quedarse con el vuelto”. Dinero de 150.000 trabajadores que ronda los 100 millones de dólares. Es un escándalo, y lo peor es el desmentido de Economía, porque Astori, que nos mintió a cara de perro durante la campa- ña electoral afirmando que no habría aumento de la carga tributaria, ha justificado todos los nuevos ya sea el IRPF como el tarifazo de las empresas públicas.

Un partido político tiene que convocar esperanzas y tener un proyecto político que ilusione. Si la única discusión es el nombre de un impuesto es que ese partido se agotó. No quiere decir por sí que eso alcance para perder una elección pero sí para desmotivar a su gente. Pero además sin la menor culpa por la mentira y el engaño electoral. Se decía habitualmente que el Fren- te Amplio era un partido de “ideas”, a diferencia de los demás. Uno, el FA, debatía valores y los otros eran una máquina electoral conformada básicamente por seres muy primarios. Tan de ideas eran que hasta las justificaban en concepciones casi que científicas, nacidas en el siglo XIX, antes de la radio a galena pero inmutables y aplicables hoy en época de Netflix. Marx es eterno, para él no pasa el tiempo. Veamos en qué han quedado los valores. El Frente Amplio, conformado por dirigentes tan idealistas, alterna el debate sobre el nombre del impuesto con otros menos ruidosos pero que según dicen tiene enfrentados, al borde de no poder juntarse para hablar, al presidente y a Mujica, los mandamases del partido de ideas. Sus diferencias: la compra del avión presidencial y la recompra por parte de la presidencia de la casa de Punta del Este para descanso oficial. Estos son los temas “ideológicos” que centran la atención y el humor de quienes deberían en estas horas preocuparse por un horizonte donde la economía enfrenta incertidumbres serias. Mujica no quería ni el avión ni la casa, y Vázquez quiere las dos cosas. Uno quiere ley de marihuana para la tribuna internacional y el otro no. Todas las ideas quedaron enterradas entre impuestos, un jet presidencial, el chalet de la calle Roosevelt y la carrera por un Nobel que nunca le llegó a Mujica.

El martes pasado en el barrio “La Rural” de la ciudad de Rocha, un señor mayor, de piel curtida, pidió la palabra en una asamblea de vecinos convocada por nacionalistas y allí dijo, con voz quebrada, que era comunista y que se sentía engañado por el FA. Él se formó en la lucha de clases, mientras sus líderes viven en la lucha de vanidades.

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Javier García

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