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Aguas más negras

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El Gobierno anuncia avances, a paso firme, de las negociaciones para que se instale una tercera planta procesadora de celulosa en nuestro país.

El Gobierno anuncia avances, a paso firme, de las negociaciones para que se instale una tercera planta procesadora de celulosa en nuestro país.

Los argumentos utilizados para entusiasmar a la opinión pública son siempre los mismos: gran inversión extranjera y generación de fuentes de trabajo, unidos a la promesa de que se cuidará el ambiente.

Mientras tanto las negociaciones con la empresa privada son confidenciales, y el Presidente informa que se darán a conocer los detalles recién cuando se haya firmado el contrato.

Esta manera de proceder inevitablemente genera suspicacias y sospechas porque adolece de transparencia.

Son muchos los aspectos preocupantes, como la localización de la planta; su aporte de contaminantes al Río Negro -que ya está en problemas-; la rectificación del trazado ferroviario Paso de los Toros-Montevideo (y el hecho de que esos costes los asumiremos los uruguayos para aumentar el beneficio de la empresa finlandesa); que se le permita operar en régimen de Zona Franca (sin aportar lo que debe); o la insistencia en que uno de sus puntos más fuertes sea la inversión económica que implicará la construcción de la planta, cuando sabemos que el grueso de ese dinero nunca entrará a Uruguay porque todo el equipamiento sofisticado se compra en el exterior.

Detengámonos en el aspecto de la contaminación ambiental.

Nos deja atónitos escuchar a la Ministra de Medio Ambiente reconocer la delicada situación del Río Negro. “Toda la cuenca está contaminada, por eso hay que trabajar para mejorarlo, y si llega a instalarse UPM allí, vamos a trabajar en conjunto para mejorar todo el sistema”.

Ante esta situación de degradación ambiental de una de las principales cuencas del país ¿por qué no se ha solucionado?, ¿el Gobierno tiene que esperar a la llegada de un inversor extranjero para cumplir con sus responsabilidades más elementales?

Queda bien claro que el funcionamiento de una enorme planta pastera a orillas del río Negro le aportará a sus aguas nuevas cargas de contaminantes que hoy no recibe, aunque aplique una tecnología moderna. Ergo, agravará su actual situación.

El Gobierno no puede prometer que revertirá la situación ambiental actual del río porque no lo podrá cumplir, como no lo ha hecho hasta ahora a pesar de tener pleno conocimiento de la existencia del problema desde hace años.

En comparación con la otra planta de UPM que opera en nuestro país, sabe que su impacto sobre el curso de agua será mayor porque el caudal del Río Negro es mucho menor que el del Río Uruguay.

Tampoco puede avalar que el agua devuelta por la planta al río será limpia y libre de contaminantes pues, si fuera así, la pastera debería reutilizar el agua tantas veces como fuera necesario para completar sus procesos de producción, sin necesidad de tomar más del río. Recordemos que la producción de celulosa consume volúmenes enormes de agua.

Uruguay pierde bastante más de lo que gana con este emprendimiento. Y si algo ha quedado claro es que ya no funciona que el Presidente de la República intente tranquilizarnos diciendo que se activarán todos los protocolos y controles para respetar el ambiente.

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Hernán Sorhuet Gelós

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