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Adiós luna de miel

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Con la aprobación del presupuesto quinquenal, se terminó el período de gracia del intendente Daniel Martínez. Como no podía ser de otra manera, la deliberación del legislativo departamental tuvo como marco un paro de Adeom, uno más de los que viene aplicando en reclamo de aumentos salariales.

Con la aprobación del presupuesto quinquenal, se terminó el período de gracia del intendente Daniel Martínez. Como no podía ser de otra manera, la deliberación del legislativo departamental tuvo como marco un paro de Adeom, uno más de los que viene aplicando en reclamo de aumentos salariales.

Lo cierto es que Martínez y sus colaboradores cuentan ahora con US$ 600 millones anuales en el próximo quinquenio para invertir en obras y servicios; esto equivale a poco más de U$S 1.450.000 diarios (con un dólar calculado a $32). Es mucha plata, ¿no? Según la información aportada por la propia IMM, sabemos que el 42% de estos recursos se destinarán a pagar sueldos, que el 27% será para gastos de funcionamiento y solo un 29%, tendrá como destino obras. A esto hay que sumarle los US$ 94 millones del llamado Fondo Capital, un crédito que Martínez acordó tomar con el apoyo del líder del Partido de la Concertación Eduardo Novick.

Con estos cuantiosos recursos, el jefe del gobierno departamental de la sexta administración frenteamplista en la capital, deberá dar respuestas a una ciudad abandonada por sus autoridades. ¿Qué va a pasar con la limpieza? ¿Qué planes hay para el transporte? ¿Habrá nuevos corredores Garzón? ¿Qué medidas se aplicarán para ordenar el tránsito de Montevideo? ¿Se contará con algún inspector de tránsito en las horas pico y en las avenidas clave de la ciudad? ¿O solo se seguirá viendo a estos funcionarios con la libreta en mano para multar a los automovilistas? Es sabido que estos señores se llevan un porcentaje importante de las multas que aplican, es un incentivo o la corrupción instituida desde el propio gobierno municipal. Todo depende cómo se mire.

Lo cierto es que Montevideo y los montevideanos clamamos porque se nos devuelva en servicios y obras los cuantiosos impuestos que pagamos. No estamos pidiendo nada extraordinario, simplemente queremos una ciudad limpia, iluminada, con un servicio de transporte que funcione y no sea un calvario esperar y viajar en ómnibus. No hablo de una ciudad segura, porque eso no es competencia directa de la administración municipal, aunque sea la misma fuerza política la que gobierne el país. Por eso, señor Martínez, ya no tiene excusas para concretar sus promesas electorales. Es cierto y justo reconocer que usted recibió una Intendencia en banca rota. Es verdad que la gestión de su antecesora Ana Olivera, junto con la de su también correligionario Ricardo Erlich, fueron las peores desde 1908, fecha en que se crearon por ley las Intendencias Departamentales. Pero no menos cierto es que la ciudadanía de la capital lo eligió a usted para gobernar hasta el 2020, completando tres décadas ininterrumpidas de administraciones de izquierda.

Los montevideanos no queremos seguir viendo como nuestra ciudad sigue siendo un enorme basural y como muchos barrios se van transformado en guetos, en los que los servicios básicos no llegan. Nos cansamos de comprobar que nuestros impuestos tienen casi como único destino pagar los generosos sueldos y las prebendas de los empleados municipales. Podría seguir enumerando situaciones de injusticia y de abuso que, entiendo, usted conoce muy bien. Por eso señor Martínez, aquí se terminó la luna de miel, o el de anuncios bonitos. Ahora empezó el momento de hacer. Más que nunca, los montevideanos, estaremos atentos a sus acciones.

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Diego Fischer

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