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Un acierto de Secundaria

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Suelen ser tan malas las noticias sobre el estado de la educación uruguaya que uno salta de alegría cuando surgen iniciativas de valor. En este caso la buena noticia viene de Secundaria, que anuncia que desde este año reforzará la enseñanza del idioma español.

Suelen ser tan malas las noticias sobre el estado de la educación uruguaya que uno salta de alegría cuando surgen iniciativas de valor. En este caso la buena noticia viene de Secundaria, que anuncia que desde este año reforzará la enseñanza del idioma español.

Esa es una medida de fondo en un país donde el manejo de la lengua tocó fondo al extremo que un presidente de la República solía decir impunemente “puédamos” y “téngamos” en sus declaraciones oficiales.

Es claro que no hay aprendizaje si el alumno es incapaz de comprender lo que lee y lo que se le enseña. Tampoco aprende si no tiene capacidad de expresarse y su vocabulario es cada vez más reducido. Esa carencia, tantas veces detectada en las evaluaciones locales y en las pruebas Pisa, se extiende no solo al ámbito liceal sino también a nivel terciario, en donde los docentes universitarios suelen quejarse de las limitaciones de los estudiantes para utilizar el idioma.

Secundaria acierta al poner el acento en la herramienta básica de la educación, algo que debería ser imitado de inmediato por Primaria. Solo empezando a trabajar desde la base podremos recuperar el lenguaje de los uruguayos, venido a menos en las últimas décadas debido en parte al desinterés del sistema educativo y en parte a las malas influencias. Entre estas últimas figuran los medios masivos (incluidos, sí, los errores en los diarios), y en particular la tevé -por su gran penetración- que en programas centrales, como por ejemplo los noticieros de la noche, suele cometer gruesas faltas ortográficas en los sobreimpresos. Otra influencia negativa se debe al uso de las nuevas tecnologías de la comunicación que fomentan el mensaje abreviado y defectuoso tan común en las nuevas generaciones.

También conspiran contra el lenguaje políticos, docentes y comunicadores que violan reglas elementales del idioma. La abolición del subjuntivo (“estuve ayer con fulano y le pedí que venga”, cuando es “que viniera”) es una falta común. Otra es el uso de palabras inexistentes en el diccionario de la Real Academia (“relacionamiento”) pe-ro que suenan más rimbombantes que las correctas (“relación”). En fin, aberraciones idiomáticas que están a la orden del día y que se oyen y repiten sin nadie que las corrija.

Se afirma que la forma en que se emplea un idioma es como el termómetro cultural de un país. Si es así, la propuesta de Secundaria da en el clavo porque no hay enseñanza ni cultura posibles entre gente que usa cada vez menos palabras, que apela a muletillas del lenguaje y a frases hechas (recuerdo un “movilero” de noticias policiales que solía decir “me llamó poderosamente...” sin agregar “la atención” como si bastara con pronunciar el adverbio para que la palabra atención quedara sobreentendida).

En un país preocupado por enseñar idiomas alternativos en escuelas y liceos conviene recordar que el basamento para ello es el dominio de la lengua madre, sin el cual otras opciones como el inglés resultarán inaccesibles.

En suma, mejorar la enseñanza del español equivale a cursar una asignatura pendiente.

Y es también un homenaje a don Miguel de Cervantes, en este 2016, cuando se conmemoran en todo el mundo hispanoparlante los 400 años de su muerte.

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Antonio Mercader

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