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Sin carreteras, ni carbón ni nafta, al litoral por barco

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Es unánime el comentario de los viejos armadores de que el cabotaje salvó al Uruguay durante los años de la II Guerra Mundial, donde escaseaba todo aunque no lo sintiéramos demasiado, considerando que eramos habitantes de un país pobre y de costumbres austeras.

Faltaba de todo, menos comida. “Sí, este fue un servicio que la empresa Carrau Y Cía. utilizó durante los años 40”, nos dijo Jimmy Carrau refiriéndose a las embarcaciones “Salto y “Paysandú” que hacían el servicio entre Montevideo, Salto y Paysandú. Estas hermosas naves habían sido previamente ganguiles que fueron transformados más tarde en aquellos barcos en el varadero de la ANP. “Más aún”, nos dijo nuestro entrevistado, “durante la Segunda Guerra Mundial el movimiento de cabotaje fue vital para Uruguay por la falta de combustibles y carbón, y porque aún no había buenas carreteras. Todo se transportaba a puertos del litoral y desde allí por otros medios se internaba en el interior.

Estos últimos barcos solían llevar autos particulares desde Montevideo al litoral porque durante la guerra los autos funcionaban a gasógeno, y llevar un auto a gasógeno desde Montevideo a Salto era poco menos que reventarlo o dejar las vísceras por el camino; había que recargar el gasógeno cada 80 kilómetros con carbón o leña que era lo más usual. Todo lo que consumía el litoral era llevado por estos dos barcos.

Y era frecuente llevar automóviles por barco hasta Paysandú y desde allí hacer la campaña comercial al norte del país. Los agentes viajeros y empresarios mandaban el auto por barco y ellos iban por ferrocarril, como así también lo hacían los inspectores de Carrau y Cía. Esos barcos llegaban a Salto dependiendo del nivel del río.

Luego vino otro tiempo que fue el de la realización de un proyecto para construir seis hermosísimos barcos de cabotaje de 59 metros de eslora para 800 toneladas, de los que solo se hicieron tres: el “Presidente Berreta”, el “Cruz del Sur”, y uno llamado “El Boyero”. De los otros tres solo se construyeron los cascos que se vendieron a la Argentina.

El “Presidente Berreta” y el “Cruz del Sur” que conocimos fueron construidos en Carmelo por Metalúrgica y Diques Flotantes, aquella empresa pionera que construyó el dique flotante de hormigón más grande de América y que aún está a flote en un puerto argentino. Eran sin duda hermosos barcos por sus líneas exteriores y podían cargar hasta 800 toneladas. Fueron puestos en el tráfico a Asunción, Buenos Aires, Montevideo y puertos del litoral.

Pero es bueno repetir que una nutrida flota de cabotaje uruguaya durante varios años sustuvo un intenso tráfico entre Montevideo, puertos del litoral e interior. Y esto decididamente salvó las comunicaciones comerciales entre los 19 departamentos de Uruguay.

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