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Tras la elección, los empresarios argentinos se ilusionan con el fin del populismo

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Vidal y Macri celebran la gran victoria. Foto: Reuters

ARGENTINA

Esperan que Macri aproveche la victoria para hacer las reformas pendientes

Vidal y Macri celebran la gran victoria. Foto: Reuters
Vidal y Macri celebran la gran victoria. Foto: Reuters

Se sentían como si el gobierno de Mauricio Macri estuviera recién comenzando. Como si el tiempo transcurrido desde diciembre de 2015 no hubiera sido más que una escabrosa transición para despojarse del populismo.

Los empresarios argentinos terminaron de convencerse anoche: ese mal endémico y pegajoso puede haber empezado a erradicarse con esta elección. El tiempo lo dirá. O, en realidad, mucho va a depender de cómo reaccione el Presidente a la victoria aplastante en las elecciones. Si aprovecha para emprender reformas difíciles que sin duda habrá que afrontar. Porque algunos fantasmas, como el de la falta de competitividad de la economía del país vecino, siguen intactos.

La sensación de alivio, que se percibía incluso en algunos sectores que son críticos del Gobierno y que no han terminado de repuntar, excede los resultados de Cambiemos o Unidad Ciudadana: no sólo había sido derrotada Cristina Kirchner , sino que además Sergio Massa , otro opositor de propuestas impredecibles según la óptica empresarial, quedaba rezagado.

Con frecuencia, cuando se les pregunta a ejecutivos argentinos cuál es la razón por la que Brasil ha podido atravesar un cimbronazo como el Lava Jato sin poner en riesgo sus instituciones, la respuesta que dan es, junto con los gobiernos, la oposición. Hay fotos que al establishment le cuesta olvidar. Entre ellas, la de Massa y Héctor Recalde celebrando hace un año, en la misma vereda ideológica, el frustrado proyecto de reforma de Ganancias.

"Quién dice que, con este resultado, algunos se animen a apostar por un escenario en el que no haya permanentemente planteos estructurales", dijo a La Nación Javier Madanes Quintanilla, dueño del grupo Fate-Aluar, y agregó que, de ahora en más, la oposición deberá "mostrar un proyecto medianamente serio que se vaya alejando del PJ tradicional".

Madanes Quintanilla, que ha sido duro con algunas medidas de la Casa Rosada, cree que el gran desafío es generar condiciones para las inversiones de sectores que no sean ni la infraestructura ni el sector público.

No es casual que algunos de ellos hayan fiscalizado ayer para Cambiemos. Santiago Soldati, por ejemplo, que lo hizo en Villa Dominico, Avellaneda. O Cristiano Rattazzi, líder de FCA (Fiat-Chrysler), que fue fiscal en la escuela Padre Pío, en González Catán, donde fue abordado por dos dirigentes que, sin presentarse, se definieron como "sindicalistas" del sector.

"¿Qué hace usted en una zona como ésta, que es obrera, y usted está en contra de los obreros?", le preguntaron, y lo acusaron de ser "persona no grata". Rattazzi les contestó que no estaba en contra de los obreros. "Fiat les da trabajo a 4.000 obreros, ¿cómo voy a estar en contra?", se defendió el empresario.

"Muy gentiles los vecinos, hasta que llegaron los capangas", dijo, y aprovechó el episodio para definir lo que pretende hacia el futuro: "Estamos buscando un país serio, no populista. Lo de hoy fue espectacular. No voy a negar todos los problemas que tenemos, pero para solucionarlos tenemos que actuar seria y responsablemente".

Otro de los que pasaron por Costa Salguero fue Teddy Karagozian, de la textil TN&Platex. El textil es todavía uno de los sectores postergados de la reactivación, y Karagozian, uno de los pocos que han discutido en público con funcionarios del Gobierno.

Pero anoche Karagozian, que seguía hablando de las medidas pendientes, celebraba el triunfo de Cambiemos como el primer paso de una buena senda.

"Esto ayuda a acabar con el populismo. Lo más típico que ha tenido la Argentina es el populismo. Nos ha llevado por caminos equivocados. Y la gente dijo: «Queremos más de lo que se nos prometió en los últimos dos años». Ahora tenemos un tiempo que hay que aprovechar. Porque con la reforma laboral de Brasil y la reducción impositiva que proyecta Estados Unidos va a ser imposible competir. Los inversores no habían dejado de invertir por temor a Cristina: dejaron de invertir porque las condiciones están muy difíciles".

Pero ninguno sigue poniendo en duda las dificultades de la economía. Los referentes de la industria metalúrgica, por ejemplo, han empezado a recuperarse, pero aún están en un nivel de actividad inferior al de 2015.

"¿Cómo va el escrutinio?", preguntó cerca de las 23 a Juan Carlos Lascurain uno de los fabricantes del sector, que estaba en ese momento viendo una película. Lascurain coincide con sus pares en que el peso del Estado, que se transmite al sector privado en forma de impuestos, es alto.

"Se nos pide una mayor competitividad, pero por otro lado el Gobierno no lo está siendo. Debería haber un mayor acompañamiento al sector industrial para que no se pierdan tantos empleos. La importación nos empieza a poner en el límite", dijo, y agregó sin embargo que su sector estaba en conversaciones con el Gobierno para intentar mejorar la competitividad.

"Pero a veces tampoco para el resto de los funcionarios es fácil, porque está la política monetaria y arruina el esfuerzo de otras áreas de la administración. La tasa no la ponen ellos".

Ese desafío de Macri, lograr un despegue definitivo que conforme a la mayor parte, arranca a partir de hoy.

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