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Xi afianza su poder desde el partido que controla todo

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El Congreso del Partido Comunista sesiona en el Gran Salón del Pueblo. Foto: EFE

CHINA EN DÍAS DE DEFINICIONES

El Presidente advierte: “la perspectiva es brillante pero hay desafíos sombríos”.

Cuando Xi Jinping apareció en el Gran Salón del Pueblo hace cinco años como el nuevo líder de China, su apretada sonrisa apenas ocultó la atmósfera de una crisis latente.

La elite del Partido Comunista había sido golpeada por las luchas internas y escándalos que involucraban la pugna por el poder, los sobornos y hasta el asesinato. Los comandantes militares y jefes de la seguridad estatal —los guardianes del gobierno de un solo partido— se habían vuelto groseramente corruptos. Los críticos acusaron abiertamente al antecesor de Xi, Hu Jintao, de vacilar mientras la ira popular se extendía.

El miércoles pasado, Xi inauguró otro congreso del Partido Comunista, esta vez como el líder más poderoso del país en décadas, con la seguridad de recibir otro mandato de cinco años. Después de dedicar su primer periodo a afianzar el control sobre la sociedad, se espera que consagre su visión autoritaria para revitalizar al partido y quizás se posicione a sí mismo como indispensable para la sobrevivencia de esa fuerza política.

"En la actualidad, las condiciones internas y externas pasan por cambios profundos y complicados", dijo Xi a los 2.287delegados del partido y otras autoridades congregados en el Gran Salón. "Nuestro país se encuentra en un periodo importante de oportunidades estratégicas en su desarrollo", manifestó en una voz calma y sostenida. "La perspectiva es extremadamente brillante; los desafíos también son extremadamente sombríos".

En presencia de sus dos más recientes antecesores como líderes de China, Hu y Jiang Zemin, de 91 años, Xi dijo al público que bajo su conducción el socialismo chino ingresa en "una nueva era".

Desde que tomó el poder en 1949, el Partido Comunista se ha reinventado a sí mismo en los momentos críticos para sobrevivir, por ejemplo, después de la muerte de Mao Zedong y a continuación de la masacre de la Plaza Tiananmen. Xi, de 64 años, sostiene que ahora enfrenta uno de esos momentos, pese a que se acerca a superar a su hermano soviético como el Partido Comunista que ha gobernado más en la historia.

En su discurso, Xi se refirió de manera reiterada a las tensiones sociales desencadenadas por la desigualdad económica, la contaminación y el acceso inadecuado a la atención de la salud, la educación y la vivienda.

"Los líderes partidarios siempre sienten que el peligro está cerca, especialmente Xi, y eso no ha desaparecido", señaló Deng Yuwen, ex editor de un diario del Partido Comunista que ahora escribe comentarios sobre temas de actualidad. "Para él, esta línea dura, de mando de estilo centralizado, es la solución y debe ser consolidada".

Mientras Mao promovió la lucha de clases y Deng Xiaoping abrazó el capitalismo pragmático, la visión de Xi del mando del partido se centra en restablecer a China a su grandeza —lo que él llama el "Sueño Chino" — y contiene elementos de la dedicación fervorosa de la era de Mao y de las glorias de la cultura tradicional china que Mao intentó destruir.

En la práctica, eso ha significado realizar una campaña para imponer mayor disciplina en las filas partidarias, represión política fuera del partido, incluida la persecución de militantes y más estricta censura de a los medios, incluyendo internet.

"Bajo Xi Jinping, el Partido Comunista de China se encamina en la dirección del mando del hombre fuerte", indica David M. Lampton, director de estudios chinos en la Universidad Johns Hopkins. "El 19° Congreso del Partido se parece más a una coronación que a una transición institucionalizada al segundo mandato de un líder".

Un interrogante desde que comenzó el congreso es si Xi intentará asumir un papel aun mayor que el que ya tiene en el futuro del país.

Si sigue el libreto de las sucesiones al liderazgo que aplicaron sus antecesores desde la década de los 90, Xi promoverá a algunos líderes de la próxima generación, que estarán esperando su oportunidad cuando él se retire dentro de cinco años. Entre esas figuras pueden estar Chen Miner, el secretario del partido en Chonqing, en el sureste de China, que estuvo cercano a Xi cuando los dos eran funcionarios provinciales y que ha gozado del notorio apoyo del presidente.

Pero, en cambio, Xi puede abrir el camino para afianzarse en el poder de alguna manera más allá de su segundo mandato, quebrando la práctica de su inmediato antecesor. Una manera que puede hacerlo es no designando a líderes jóvenes prometedores al Comité Permanente del Politburó, el círculo más alto del poder partidario.

Control.

Es probable que Xi use este congreso para marcar su lugar en la historia del partido al inscribir sus ideas y quizás hasta su nombre, en la constitución partidaria, para dar a sus políticas un brillo de permanencia.

"Recibirá la canonización ideológica", sostiene Christopher K. Johnson, un experto en China del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales y ex analista de la CIA. "Si alguien se le opone, no es solo una discrepancia personal con el jefe del partido Xi Jinping. Estará desafiando la línea del partido".

El congreso de una semana en Pekín es una celebración del mando comunista con una coreografía cuidada, que incluye soldados que dan el paso de ganso, las banderas rojas con la hoz y el martillo y la entonación de "La Internacional".

Sin embargo, pese a la puesta en escena triunfal, Xi permanece impulsado por el temor del colapso del comunismo en China como ocurrió en la Unión Soviética, a menos que el partido continúe en control firme de una sociedad cada vez más rica y diversa que ahora tiene más de la tercera parte de los magnates del mundo.

Para lograrlo, Xi ha afianzado el control sobre posibles centros de poder competidores, incluyendo a esos magnates y sus negocios, internet, los militares y otras armas del poder estatal, así como los más de 89 millones de miembros del propio partido.

El discurso inaugural de Xi fue delineado como una advertencia de que el partido no puede bajar la guardia, indicaron analistas y miembros de esa fuerza política que siguieron los preparativos.

mUjeres

Enfrentan obstáculos para llegar a cargos decisivos.

Ninguna mujer en la historia del Partido Comunista chino (PCCh) ha formado parte del núcleo de poder —su Comité Permanente—, y nada apunta a que el 19° Congreso vaya a cambiar la situación, por lo que se espera que la cúpula siga siendo un coto para hombres.

Aunque el presidente Xi Jinping ha defendido su compromiso con el desarrollo de la mujer y la igualdad de género, la realidad es muy diferente.

"Es muy difícil que una mujer llegue en China a los niveles más altos del liderazgo político. Aunque Xi tuviese la intención de promover a alguna mujer a esos niveles, no se observa, en el panorama actual, ninguna (candidata) que sea aceptable para el actual liderazgo", señala la profesora y directora del Centro Asiático de la Universidad Tamkang, Joyce Lin.

"La igualdad de género es una gran causa", dijo Xi en su primer discurso como presidente en la Asamblea General de la ONU en 2015, el mismo año en el que detuvo a cinco feministas que preparaban una campaña contra el acoso sexual.

Los hechos contradicen los eslóganes del partido. Actualmente, solo unas pocas mujeres se sitúan cerca de Xi, entre ellas la viceprimera ministra Liu Yandong y la jefa del Departamento de Trabajo de Frente Unido, Sun Chunlan, aunque, podrían jubilarse pronto.

La jefa del Gobierno regional de Hong Kong, Carrie Lam, ha empezado a romper barreras en la periferia del régimen.

Según opina Ling Li, experta del Instituto de Ciencias Humanas de Viena, el partido no discrimina a las mujeres porque "cualquier mujer puede convertirse en miembro del partido si demuestra su competencia laboral y la voluntad de seguir las reglas el partido".

Algunos expertos señalan que hay posibilidades de que, tras el congreso, una mujer ocupe un cargo de nivel medio, como la presidencia de la Conferencia Consultiva Política de China, el principal órgano asesor del Gobierno chino. Fuente: EFE

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