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Victoria agridulce para Merkel

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Merkel, que obtuvo el nivel más bajo de su partido, agredece a sus partidarios. Foto: AFP

ELECCIONES EN ALEMANIA

Intentará una alianza con liberales y verdes; los socialdemócratas serán una dura oposición.

Angela Merkel será por cuarta vez la canciller de Alemania. Salvo una catástrofe la candidata de la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU) conseguirá las alianzas que le permitirán quedarse en el poder.

Es muy probable que logre un extraño acuerdo con el Partido Democrático Libre (FDP) y los verdes, que los medios locales denominan como Jamaica, porque la combinación de los colores de los partidos forma la bandera de ese país. Así tendrían 381 de un total de 690 escaños.

Los liberales ya dijeron que quieren a cambio el Ministerio de Economía. Esto tiene inquieta a la Eurozona, ya que el candidato del FDP, Christian Lindner, de 38 años, ha declaró durante la campaña que quiere endurecer las reglas fiscales de Europa y ya deslizó la posibilidad de expulsar a Grecia del bloque. Blackrock, la mayor compañía de gestiones de inversiones del planeta, advirtió la pasada semana sobre una severa reacción de los mercados en caso de que los planes del joven liberal se lleven a cabo.

Lo cierto es que no parece haber otra salida para Merkel. Durante la campaña el candidato del Partido Socialdemócrata (SPD), Martín Schulz, dijo que aunque saliera segundo intentaría formar un gobierno con las otras minorías. Los números que arrojaron las elecciones ayer hicieron que esta posibilidad quedara prácticamente descartada.

Los porcentajes hasta el cierre de esta edición daban al CDU el 32,9%, al SPD el 20,5%, a la ultraderechista Alternativa por Alemania (AFD) el 12,9%, al liberal FDP el 10,7%, a la izquierda Die Linke -conformada por muchos desertores del SPD, que señalaban que más que socialdemócrata este ya era un partido de centro- el 9,2% y los verdes el 8,9%.

El resto de los partidos, entre ellos el Pirata, sumaron todos un 4,9%. Para entrar al parlamento se necesita pasar la brecha del 5%. Así en próxima legislatura el Bundestag tendrá seis partidos -por el ingreso de la AFD y el regreso del FDP- y no cuatro como en esta.

Merkel se verá obligada a acordar, al mismo tiempo que deberá afrontar la acérrima oposición que Schulz prometió ser ayer en el acto tras conocerse los resultados. También tendrá que lidiar con la ultraderecha, que vuelve por primera vez desde 1945.

Segundos pero bien.

 No era un velorio la sede del SPD. Tampoco una fiesta. Sabían que se venía un trago amargo, que no le iban a poder ganar a Merkel. Media hora antes de que cerraran las mesas de votación unas 1.500 personas esperaban allí los resultados. Había tantos militantes como periodistas.

El estrado estaba pronto para el discurso de Schulz, había pantallas gigantes para ver las cifras que deparaba el destino y mucha, pero mucha, cerveza.

Schulz no se hizo esperar. Una vez se supo el desenlace, a las 18 horas, esperó a que salieran a reconocer los resultados los partidos que estaban por debajo de él y sobre las 19 se subió al pequeño estrado acompañado de su equipo.

Además de sus planes de reconstruir el partido y convertirse en oposición, sostuvo que trabajará para frenar el avance de la AFD. Los aplausos eran fuertes, pero de tiro corto. Su discurso, así, desinflado, sin lograr el entusiasmo de sus propios seguidores, no duró más de 10 minutos.

A las corridas.

Una vez terminada la elección las calles de Alemania estaban prácticamente desiertas. En el subte nadie cuchicheaba sobre los resultados, ni un comentario, mucho menos un grito. En algunos asientos viajaban los cansados corredores de la maratón de Berlín, porque sin importar que era el día de los comicios, se corrió los 42 km que se tenían que correr y se mantuvo paralizada media ciudad, con calles cortadas por todas partes.

Igual lo cierto es que la participación fue bastante alta. El 76% de los alemanes acudieron a votar, cuando en la elección pasada se había alcanzado solo al 72%.

Pese a que en Berlín los ciudadanos suelen ir a sufragar a última hora, a las cuatro de la tarde, el 70% ya lo había hecho en uno de los circuitos ubicados en el Rathaus Schöneberg, un edificio conocido por ser el que utilizó el expresidente John F. Kennedy en 1963 para dar un discurso en contra de la Unión Soviética y el levantamiento del Muro de Berlín.

En ese entonces Merkel tenía cuatro años y vivía del otro lado del muro. Seguro no imaginó que iba a gobernar cuatro veces seguidas a una Alemania unificada.

“El spd es neymar, se tiene que ir para crecer”

Ghassem Rahmani tiene 33 años. Nació en Alemania, vivió en Tunés, se mudó a Italia y después volvió a Alemania. Ama el fútbol. Es hincha del Milan. Y ayer se tomaba una cerveza en la sede del SPD. Para él, el divorcio de su partido con el CDU de Merkel es algo parecido a lo que pasó semanas atrás en el Barcelona.

Él lo explica así: “El CDU es como Messi, es al que todo el mundo quiere, el que todos dicen que juega mejor. El SPD es como Neymar, es buenísimo, pero jugando al lado de Messi no lo ven. ¿Qué hizo Neymar? Se fue para el París Saint Germain.

¿Qué tiene que hacer el SPD? Pasarse a la oposición”. Rahmani dice que el SPD tiene que recuperar la identidad que tenía antes de unirse con el CDU, de raíz conservadora. Y recuerda que su partido fue “el que permitió que en Alemania existieran los sindicatos, creó el salario mínimo y e impulsó el matrimonio igualitario”

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