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Ultras iraníes reeditan la condena a Rushdie

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Rushdie había dejado atrás la fetúa de los clérigos que ahora vuelven a agitar. Foto: AFP.
AFP fotos - SPO-US-OPEN-DAY-7 - SPO - NEW YORK - SEPTEMBER 06: Writer Salman Rushdie (R) attends day seven of the 2009 U.S. Open at the USTA Billie Jean King National Tennis Center on September 6, 2009 in the Flushing neighborhood of the Queens borough of New York City. Nick Laham/Getty Images/AFP == FOR NEWSPAPERS, INTERNET, TELCOS & TELEVISION USE ONLY == SPO-US-OPEN-DAY-7 - New York - New York - UNITED STATES - bg
bg - AFP - GETTY IMAGES NORTH AM/AFP

Fundamentalistas subieron recompensa contra el escritor.

Los ultras iraníes no pierden la oportunidad de sabotear cualquier intento de apertura de los sectores moderados. En la última ocurrencia para manchar la imagen de Irán de cara al exterior, varios medios de comunicación asociados con el búnker han añadido 600.000 dólares a la ominosa recompensa por matar al escritor británico Salman Rushdie, amparándose en la fetua que el ayatolá Jomeini pronunció contra él en 1989 por su novela Versos satánicos.

La noticia fue revelada este lunes por la noche por Fars, una agencia de noticias asociada con los Guardianes de la Revolución (los temidos Pasdarán). En ella informaba que 40 medios iraníes habían comprometido ese fondo durante una reciente Exhibición de Medios Digitales, y que la agencia había contribuido con 30.000 dólares. La oferta de estos órganos de propaganda elevaría a casi 4 millones de dólares la cantidad ofrecida hasta ahora por una organización religiosa, la Fundación 15 de Jordad.

Dado el penoso estado de las cuentas de los medios iraníes, que consistentemente requieren de ayudas estatales para sobrevivir, el anuncio suena a bravuconada. De hecho, es habitual que cuando se acerca el 14 de febrero, aniversario del edicto religioso dictado por Jomeini, las organizaciones ultras hagan algún gesto simbólico para recordar aquella decisión que motivó la ruptura de relaciones diplomáticas del Reino Unido con Teherán y su rebaja a mínimos por parte de los principales países europeos durante varios años.

Sin embargo, en esta ocasión, y dado que ya ha pasado una semana de esa fecha, el anuncio tiene otras connotaciones. Con las elecciones parlamentarias y a la Asamblea de Expertos previstas el próximo viernes, los ultras están sacando todo su arsenal para reafirmarse en las palancas de poder que aún controlan, los órganos no electos, las fuerzas de seguridad, la judicatura y los medios de comunicación.

Distancia.

Por supuesto, el Gobierno del moderado Hasan Rohaní se ha distanciado de la inoportuna ocurrencia que constituye otra piedra en su esfuerzo por abrir el país a la inversión extranjera y que pueda dejar atrás su estatuto de paria mundial. La salida de tono de la recompensa, tras el esfuerzo diplomático que le costó cerrar la crisis al presidente reformista Mohamed Jatamí (1997-2005) reafirma la voluntad de los ultras de boicotear cualquier apertura, ya expresada en el veto a la mayoría de los candidatos reformistas y moderados a las elecciones.

El infame llamamiento de Jomeini a matar a Rushdie obligó al autor a esconderse durante una década; su traductor al japonés fue asesinado en 1991 y otras personas implicadas en la publicación sufrieron ataques. Pero aunque los ultras siempre han defendido que la fetua solo la puede anular el ayatolá que la emite, algo imposible ya que el líder de la revolución iraní murió en 1989 cuatro meses después de pronunciarla, el Gobierno de Jatamí se comprometió a no alentarla y logró rebajar el entusiasmo propagandístico de los inquisidores islámicos. No obstante, en 2005, el actual líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, defendió que seguía vigente y en 2012, bajo el bombástico presidente Mahmud Ahmadineyad, los exaltados del 15 de Jordad elevaron su oferta de 2,7 millones de dólares a 3,3 millones.

En una entrevista publicada el año pasado por El País Semanal, el periodista Álvaro Enrigue le preguntó qué sentía acerca de su vida bajo la amenaza de una sentencia de muerte: "Una de las cosas buenas de escribir mis memorias fue quitarme al mono de encima: no tener que volver a hablar de esos años. Puse 600 páginas sobre la mesa: si alguien quiere hablar de eso, que vaya a esa ventanilla", respondió Rushdie.

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Rushdie había dejado atrás la fetúa de los clérigos que ahora vuelven a agitar. Foto: AFP.

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