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Ultraderecha en el parlamento por primera vez tras caída nazi

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Los candidatos de ultraderecha Alexander Gauland y Alice Weidel. Foto: AFP

ELECCIONES EN ALEMANIA

La Alternativa para Alemania (AFD) obtuvo el 13%; son más de 90 escaños

La idea del eterno retorno, de que la historia no es lineal sino circular, de que todo lo que pasó una vez vuelve a pasar, ha sido un buen argumento para la literatura. Por citar un ejemplo: Cien años de soledad. Por citar otro: Madame Bovary. Alemania desde hoy tiene motivos para preocuparse por esto. La ultraderecha obtuvo en las elecciones que se celebraron ayer un porcentaje mayor al que le daban la mayoría de los sondeos. Llegó al 13%, convirtiéndose así en la tercera fuerza del país.

Un representante del partido Alternativa por Alemania (AFD) dijo días atrás a El País que ellos se conformaban con el 10%. Que con eso ya eran “felices”. Pero lograron más. Van camino a tener 93 representantes dentro del Bundestag, el parlamento alemán.

La campaña de la ultraderecha fue tímida. Fueron los más activos en Twitter pero no tuvieron actos muy organizados. Cuando salían a la calle se enfrentaban a escraches de las otras fuerzas políticas, sobre todo de la izquierdista Die Linke -de donde paradójicamente los últimos sondeos sostienen que lograron robar varios adeptos.

Salían a repartir volantes todos los días a esquinas distintas. La sede principal del partido está oculta, en un edificio sin identificación alguna. Sus voceros hablan off the record. De los pocos carteles que hay en las calles de Berlín, la mayoría están intervenidos por sus detractores, que les dibujaron a sus candidatos bigotes iguales al que tenía Adolf Hitler.

No hicieron caso.

“Salgan a votar aunque no me voten a mí. Voten por cualquiera menos por la AFD”, salió a decir en el mismo día de ayer el candidato por el Partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz. Ya con las cartas sobre la mesa, en el discurso en que salió a reconocer su derrota ante Angela Merkel, el expresidente del Parlamento Europeo expresó que la gran cantidad de votos de la ultraderecha eran reflejo de “la división que existe en el país” por la llegada a Alemania de 1,2 millones de inmigrantes (de Siria, África y Medio Oriente) en los últimos dos años.

“No logramos hacer entender a nuestros votantes que Alemania es lo suficientemente fuerte como para no dejar a nadie atrás”, agregó Schulz apesadumbrado ante una multitud que lo escuchaba con atención.

Merkel, en tanto, señaló en su discurso triunfal -aunque obtuvo menos votos de lo que pensaba- que “es necesario hacer una análisis” del momento que está viviendo Alemania. “Es preciso combatir el descontento de algunas personas con buenas políticas. Hay que preocuparse por la gente. Hay que combatir la inmigración ilegal”, sostuvo la canciller.

Beligerantes.

Los candidatos de la ultraderecha fueron Alexander Gauland y Alice Weidel, el primero un abogado y publicista que supo ser parte de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y salió desencantado, y la segunda es una economista que sirve de escudo al partido para defenderse de quienes los acusan de extremistas, ya que ella es homosexual y feminista.

Gauland fue el primero en salir a hablar ayer, cerca de las 18:15 horas de Berlín, cuando hacía apenas 15 minutos habían cerrado las mesas de votación y se habían conocido los resultados de la boca de urna. En ese momento en la sede del SPD, mientras él daba su discurso, no se escuchaban más que abucheos.

“Recuperamos nuestro país y nuestro pueblo. Le decimos al gobierno de Merkel que mejor que se abrigue, porque iremos por él”, sostuvo Gauland. Weidel habló después -cuando la mayoría de los canales alemanes habían cortado la transmisión a los ultraderechistas-, para seguir con un discurso beligerante y advertir que con ellos “la ley y el orden” había “vuelto a Alemania”.

Son el futuro.

Los volantes que la AFD repartió esta semana por las calles incluían fotos de musulmanes rezando y la inscripción “El islam no pertenece a Alemania”. Otros advertían que querían al país “Fuera de la zona Euro”. Y pese a que Weidel vive con su pareja mujer y con sus dos hijas, su partido entregó papeles con la frase: “¿Tradicional? Nos gustas”. La leyenda iba acompañada con la foto de una familia conformada por un hombre, una mujer y dos hijas.

También hicieron hincapié en su resistencia a que se cierre el aeropuerto de Tegel, algo que Merkel tiene previsto para el año que viene, ya que se inaugurará uno nuevo. Para militar contra esto repartieron patitos de goma azules -el color del partido- con la inscripción: “Estoy volando a Tegel”. Se los entregaban a los niños que los tomaban encantados. “En ellos está el futuro”, repitió varias veces Gauland en la campaña. Quizá tenga razón.

Modelo: 50 euros por trabajar un domingo y mucha cerveza

El sistema electoral alemán es considerado un modelo para el mundo. En la práctica se trata de 1.779 circuitos, que funcionan gracias al trabajo de 20.000 voluntarios, a los que se les pagan 50 euros por trabajar todo un domingo. Las mesas abren a las 8 de la mañana y cierran a las 18 horas. Pero antes hay que preparar todo y después hay que ponerse a contar. También se puede votar por correo.

No hay listas como en Uruguay. Se trata de tan solo una larga papeleta en la que la izquierda se elige a los candidatos y a la derecha se hace lo mismo con los partidos. El votante debe marcar con una cruz a sus elegidos y puede sufragar cruzado. En caso de que este sea ciego, la papeleta se pone en una suerte de estuche con inscripciones en braille.

En Alemania no está permitido entrar a sufragar ni siquiera con niños, para evitar que estos luego puedan contar lo que se votó.

Se puede hacer campaña hasta el último día, pero no durante la votación. Y no se puede entrar a los circuitos con distintivos partidarios. No hay veda alcohólica. Incluso ayer, en las sedes de campaña de todos los partidos, se vendieron largos vasos de cerveza.

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