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PT perdió ideales y lo atrapó la corrupción

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Dilma Rousseff y Lula Da Silva, las figuras principales del PT, cuando dominaban la política brasileña. Foto: AFP.
EVARISTO SA - STF - AFP - AFP

Como en una tragedia de Shakespeare: codicia, traición y deseo de tener más poder.

Desde sus días iniciales como una banda de marxistas rudimentaria que desafiaba a los gobernantes militares de Brasil, el Partido de los Trabajadores (PT) creció hasta convertirse en uno de los movimientos izquierdistas más duraderos del mundo, una potencia electoral que ha dominado la política de este país durante más de una década.

Sin embargo, el Senado de Brasil le asestó un golpe demoledor, el jueves, al votar para suspender a la presidenta Dilma Rousseff y echar afuera a la organización política que ha gobernado el país más grande de América Latina durante trece años, el periodo más largo de un partido democráticamente elegido en la historia brasileña.

"El PT era el partido de la esperanza, pero sus líderes se intoxicaron con el poder y ahora la esperanza ha desaparecido", dijo Hélio Bicudo, de 93 años, uno de los primeros miembros del partido y ex legislador que se apartó en 2005.

Después de una década de enorme popularidad, la suerte del PT fue aporreada por la crisis económica y un colosal escándalo de corrupción que provocó la caída de varias de sus figuras principales.

Mientras millones de brasileños volvían a deslizarse hacia la pobreza, el partido que había llegado al poder con la promesa de representar a las masas y erradicar la impunidad, participaba del mismo tipo de corrupción que durante años caracterizó a las clases gobernantes.

Si bien Rousseff no está acusada de corrupción —su juicio político está referido a maniobras para disimular el déficit con la finalidad de realzar su perspectiva de reelección— los escándalos han manchado la reputación de su mentor, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el portaestandarte del PT, que la eligió a ella como sucerosa y tenía intención de volver a postularse en 2018.

Lula no ha sido acusado de delitos, pero los fiscales federales investigan su supuesta participación en un esquema que incluyó canalizar dinero de la empresa petrolera nacional hacia las arcas del PT.

Varios de los aliados principales de Lula, incluyendo a altos dirigentes del partido, fueron encarcelados o se encuentran bajo investigación por, supuestamente, estar involucrados en la distribución de miles de millones de dólares en sobornos a figuras a lo largo del ámbito político. Hasta en un país habituado a la corrupción sistémica, la caída de un partido que en otros tiempos estuvo dedicado a la transparencia y al gobierno cristalino es un desenlace desolador que profundiza la desconfianza en la política brasileña. También amenaza con terminar algunos logros del partido, un gigante político que hasta sus críticos admiten ayudó a aliviar la pobreza demoledora y la desigualdad económica que han afectado a este país de 202 millones de habitantes.

Marcada por codicia, traición y la búsqueda de cada vez más poder, la caída del partido tiene todos los elementos de una tragedia de Shakespeare. Su principal protagonista es Lula, de 70 años, quien trabajó como lustrabotas antes de lograr un empleo en una fábrica metalúrgica. Desde allí, ascendió a la presidencia y supervisó el auge económico hasta dejar el cargo como uno de los líderes más populares del mundo.

A partir de los años 70, ayudó a transformar a un grupo heterogéneo de militantes sindicales, miembros liberales del clero de la Iglesia Católica y estudiantes idealistas en un movimiento político notable que se enfrentó a los líderes militares de Brasil.

Creado en 1980, el PT estuvo imbuido del estricto dogma marxista y abrazó un proceso democrático de elección de sus líderes. Lula se postuló a la presidencia con el eslogan "Tierra, trabajo y libertad".

A fines de los años 80, los candidatos del PT comenzaron a ganar elecciones y en 1986, Lula fue elegido legislador. Dos años después, el candidato del PT conquistó la alcaldía de São Paulo, la mayor ciudad del país. Lula se enfocó en lograr la presidencia del país.

Conocido en todo el mundo por su apodo de Lula, era una figura política inusual, cuya sintaxis sin pulir y retórica izquierdista incomodó a la elite brasileña. Pero, en 1998, después de tres frustrados intentos de ser presidente, Lula cambió su estrategia, dejó las camisetas por los trajes de diseñadores, se desprendió de la retórica del cambio revolucionario y dijo que cumpliría con la deuda externa que estaba dañando la economía brasileña.

Su nuevo eslogan fue "Lula: paz y amor".

En 2002, canalizó la furia popular por la desigualdad económica y la corrupción para ganar la presidencia con un resultado arrollador. Las medidas de austeridad que aplicó y la demanda creciente por materias primas brasileñas ayudaron a reencauzar la economía, pero tuvo que hacer acuerdos con el Congreso dividido para lograr la aprobación de leyes de su ambicioso programa.

Antiguos militantes del PT, como Idelber Avelar, sostienen que el punto de quiebre se produjo cuando Lula comenzó a otorgar cargos y formar alianzas con los jefes partidarios de la oposición que no compartían los ideales del PT. "Eso representó todo lo que el partido había combatido", dijo Avelar, un académico que vive en Estados Unidos. "Había opciones, pero la decisión fue por la política de acuerdos a puertas cerradas".

POSTURA DE LULA

Reivindica los millones que sacó de la pobreza.

El enorme esquema de pago de sobornos que involucró a Petrobras, el gigante energético estatal, golpeó a varios dirigentes del PT. El escándalo, que sigue generando novedades, estremeció los cimientos políticos de Brasil, a medida que decenas de ejecutivos de empresas privadas y líderes partidarios fueron enviados a la cárcel o se encuentran bajo investigación.

Algunas de las personas más allegadas a Lula están entre los caídos, pero él afirma que desconoce los arreglos.

"Nuestros logros más grandes fueron sacar a 36 millones de personas de la pobreza y elevar a otros 40 millones a la clase media", indicó Lula, en un mensaje de correo electrónico, la semana pasada. "Seguimos siendo un partido que se preocupa por los pobres y por la justicia social".

Muchos esperan que Lula vuelva a postularse a la presidencia. "En la política brasileña, no se puede descartar a nadie ni pensar que no se recuperará", consideró Alfred P. Montero, profesor en Carlton College.

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Dilma Rousseff y Lula Da Silva, las figuras principales del PT, cuando dominaban la política brasileña. Foto: AFP.

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