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Presupuesto militar para "volver a ganar guerras"

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Trump dará hoy su primer discurso ante el Congreso de EEUU. Foto: AFP
US President Donald Trump waits to speak to members of the National Governors Association and his administration before a meeting in the State Dining Room of the White House on February 27, 2017 in Washington, DC. / AFP / Brendan Smialowski US-POLITICS-TRUMP-GOVERNORS US-POLITICS-TRUMP-GOVERNORS
BRENDAN SMIALOWSKI/AFP

Trump ordenó un aumento de US$ 54.000 millones; recortará otras áreas.

Llegan tiempos marciales. Estados Unidos ha decidido poner en marcha el mayor rearme en una década. El presidente Donald Trump ha ordenado elaborar un presupuesto con un incremento de 54.000 millones de dólares (9,3%) en los gastos de defensa. La histórica subida será compensada con un plan de recortes general, especialmente duro con la partida de ayuda exterior. El tijeretazo, aunque evita tocar los dos capítulos de gasto políticamente más sensibles, pensiones y asistencia sanitaria, muestra que Trump está dispuesto a la escalada militar para hacer cumplir sus sueños de grandeza. "Tenemos que empezar a ganar guerras otra vez", clamó.

Trump nunca lo ha ocultado. Es un halcón y quiere fortalecer la primacía militar. Para ello ha dado un salto en defensa que no se veía desde 2008, al final de la era Bush, con el conflicto de Irak y Afganistán aún sangran-do a borbotones. "Antes decíamos que Estados Unidos jamás perdía una guerra, ahora no ganamos ninguna. Es inaceptable", dijo.

A tal fin, los acuerdos del pasado le importan poco. Incluso los más espinosos. No solo quiere lanzarse al avispero islámico, sino que ha despreciado públicamente el tratado de limitación de armas nucleares con Rusia y anunciado su deseo de ampliar el arsenal atómico. "Soy el primero que querría ver al mundo sin armas, pero no podemos quedarnos por detrás de ningún país, aunque sea ami-go. Nosotros tenemos que estar a la cabeza de la manada", ha declarado.

Para Trump, esta escalada militar, que en sus promesas electorales incluía aumentar en un 10% las tropas de tierra y en un 25% los navíos y submarinos, no es solo una forma de patriotismo. El presidente siempre la ha vinculado a la prosperidad económica. "Reforzar el sector militar es barato. Estamos comprando paz y afianzando nuestra seguridad nacional. Además es un buen negocio. ¿Quién construirá los aviones y barcos? Trabajadores americanos", ha escrito.

Patria, cañones y empleos. El triángulo sobre el que descansa la apuesta de Trump ha sido una de sus principales promesas electorales. Y ahora quiere materializarla cuanto antes. Para ello ha ordenado a las agencias federales que empiecen a trabajar en un modelo de presupuesto que satisfaga sus deseos. La propuesta no estará lista hasta mediados de marzo. Luego tendrá que entrar en el Capitolio. Un espacio de mayoría republicana, pero donde todo es sometido a la presión de los más variopintos intereses. Será entonces cuando Trump, que hasta ahora ha gobernado bajo el impulso de las órdenes ejecutivas, tenga que hacer frente a su primera gran batalla legislativa.

En principio, lo que ofrece el presidente es atractivo para los conservadores. Al aumento del presupuesto militar le quiere añadir una bajada general de impuestos, el desmantelamiento de la reforma sanitaria (Obamacare) y una desregulación financiera intensa.

La construcción del presupuesto será lenta y desactivante. Pero en el corto plazo, en el juego de lo inmediato que tanto practica, Trump ha emitido una señal clara con la propuesta de rearme. Es alguien que cumple sus promesas y que mantiene su capacidad disruptiva. Ese es el impacto que han buscado los autores del plan: el director de la Oficina Presupuestaria, Mick Mulvaney; el director del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn, y el estratega jefe de la Casa Blanca, el tenebroso Stephen Bannon.

Que cale este mensaje es importante para alguien que ha entrado en barrena en sus relaciones con la prensa y que tiene a las encuestas en contra. Alarmados por su baja valoración, Trump y sus consejeros quieren superar los filtros mediáticos y alcanzar directamente al electorado. La conversión de los primeros vaivenes presupuestarios en una declaración política de alta potencia busca esa meta. Y también ofrece un adelanto del discurso del Estado de la Unión de hoy en la noche. En la intervención, la primera del presidente ante las Cámaras, deberá mostrar a senadores y congresistas qué futuro quiere para Estados Unidos. De momento, ha optado por las armas y el ruido.

El plan contra el estado Islámico.

Pentágono. La Casa Blanca recibió ayer lunes las propuestas del Pentágono para derrotar al grupo yihadista Estado Islámico en Irak y Siria. El 28 de enero, ocho días después de su asunción, el presidente Donald Trump publicó un decreto en el que daba 30 días al Pentágono para preparar un nuevo plan para acelerar la lucha contra este grupo terrorista, que todavía no ha sido expulsado ni de Mosul, la ciudad iraquí en la que proclamaron su "califato", ni de Raqa, su capital de facto en el este de Siria. Entre las alternativas que tiene la nueva administración están: aumentar el número de asesores militares estadounidenses en Siria e Irak o autorizar el envío de soldados para que participen directamente en los combates contra los yihadistas. La lista de opciones incluye, además, cambios en la estrategia militar, y recomendaciones en materia de control financiero y diplomáticas. Según la prensa estadounidense, el plan podría incluir un aumento de las fuerzas estadounidenses que pueden desplegarse en la zona y una intensificación de los bombardeos aéreos. El expresidente Barack Obama envió más de 5.000 militares para entrenar y asesorar a las tropas iraquíes. Alrededor de 500 asesores estadounidenses se encuentran en Siria. La administración Trump podría decidir aportar un mayor apoyo a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), sobre todo entregándoles armas más sofisticadas que las armas ligeras y los blindados que les han dado hasta ahora.

EL EXPRESIDENTE BUSH INGRESA EN LA POLÉMICA CRITICANDO A TRUMP.

"Los medios, indispensables para la democracia".

El expresidente George W. Bush criticó indirectamente las declaraciones contra la prensa del actual mandatario Donald Trump, al opinar públicamente sobre medios y política ayer lunes. El 43er presidente —quien mantuvo sus propios conflictos con la prensa mientras vivió en la Casa Blanca de 2001 a 2009— rechazó las acusaciones de Trump contra varios medios de comunicación. "Considero que los medios de comunicación son indispensables para la democracia, que necesitamos a los medios para que gente como yo tenga que rendir cuentas" por lo que hace, dijo Bush al programa Today de la cadena de televisión NBC. "El poder puede ser muy adictivo y corrosivo, y es muy importante que los medios pidan rendir cuentas a quienes abusen del poder", dijo Bush. El expresidente también estimó que las críticas sistemáticas contra los medios estadounidenses minan los esfuerzos del país por promover la democracia y una prensa libre en el extranjero. Desde que asumió el poder en enero, Trump mantiene una feroz batalla con los medios, a los que llegó a calificar de "deshonestos" y "mentirosos". También ha acusado a grandes canales de televisión y periódicos, como CNN y The New York Times, de ser "enemigos del pueblo estadounidense".

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