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Policía, entre llamados a la dureza y acusaciones

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Un policía toma posición en la favela Mare. Foto: Reuters

Eduardo de Jesús estaba en la puerta de su Complexo do Alemao, vasto laberinto de hogares de bloques de cemento, cuando su madre oyó el estruendo de disparos. Unos cuantos segundos más tarde, ella vio a Eduardo, de 10 años de edad, yaciendo muerto por una herida de bala en la cabeza, y salió corriendo hacia el oficial de policía que sostenía el arma.

"Lo tomé por el chaleco y le grité: ¿Usted mató a mi niño?" dijo su madre, Teresita María de Jesús, de 40 años.

"Él me dijo, Justamente como maté a su hijo, también puedo matarla a usted, mientras apuntaba su rifle a mi cabeza, prosiguió. "Yo le dije: Adelante. Acaba de matar a una parte de mí. Llévese el resto.

Las imágenes del cuerpo sin vida de Eduardo y los penetrantes alaridos de sus vecinos denunciando a la policía, capturados en teléfonos celulares y compartidos a través de medios sociales por todo Brasil desde el episodio del mes pasado, ofrecen una inusual mirada a la sensación de desesperación en una sociedad en la que los asesinatos por parte de la policía son tan comunes, que empequeñecen a la cifra registrada en Estados Unidos.

Cuando menos 2.212 personas fueron muertas por la policía en Brasil en 2013, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública, grupo independiente de investigación.

Pero, aunque las muertes a manos de la policía han desatado febriles protestas por todo Estados Unidos, a menudo son aceptadas sombríamente en Brasil como un elemento fijo y normal de la vigilancia en un país harto de la delincuencia violenta.

Ahora que las muertes a manos de la policía subieron en Río a medida que las autoridades aplican duras medidas de cara a los Juegos Olímpicos de 2016, la ira estalla ocasionalmente.

Pero, en vez de desatar una amplia respuesta a asesinatos de la policía, está ocurriendo el fenómeno opuesto en buena parte de Brasil: Proponentes de severas tácticas de vigilancia policial se están fortaleciendo.

Respondiendo a temores en un país cansado de la delincuencia con más homicidios que cualquier otro —50.108 en 2012, según cifras de Naciones Unidas—, políticos conservadores, que en algunos casos son expolicías, y tienen dura posición contra la delincuencia reunieron enorme número de votos en las elecciones federales y en los estados efectuadas en fecha reciente, apuntalando lo que frecuentemente se conoce como la "delegación bala en el Congreso de Brasil.

Algunos miembros de la delegación bala celebran abiertamente el número de personas al que mataron mientras patrullaban las calles. Una estrella política en ascenso, Paulo Telhada, hizo alarde de haber matado a más de 30 personas como oficial de policía en Sao Paulo, diciendo en una entrevista que no siente piedad por los delincuentes.

Hay partes de la clase media que aceptan muertes a manos de la policía como una práctica legítima, dijo Ivan C. Marques, el director del Instituto Sou da Paz, grupo que sigue de cerca temas policiales.

Tan solo en el estado de Río, la policía mató al menos a 563 personas en 2014, un aumento de 35% respecto del año anterior, de acuerdo con cifras del Instituto de Seguridad Pública del estado.

Necesitan estar mejor entrenados.

En el Estado de Río, las autoridades informan que el número de asesinatos por parte de la Policía registró una marcada caída, de 1.330 en 2007 a 563 en 2014. Pero oficiales de seguridad reconocen que el problema persiste. "Necesitamos mucho más entrenamiento para preparar a la Policía para territorios en los que aún tenemos muchas dificultades para trabajar, dijo el Coronel Robson Rodrigues, oficial de alto rango en la fuerza de Policía estatal de Río.

Las actividades de la Policía siguen necesitando correcciones. Grupos por los derechos ponen en duda que las autoridades estén intentando reducir las muertes a manos de funcionarios policiales. En un estudio, Michel Misse, sociólogo en la Universidad Federal de Río de Janeiro, estudió 707 casos de asesinatos de la policía y encontró que la fiscalía se había negado a presentar cargos en contra de oficiales en más de 99% de ellos.

En el caso de Eduardo, el niño de 10 años que murió de un balzo en abril, una portavoz de la policía dijo que la muerte es investigada.

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