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El patrimonio histórico destruido de un golpe

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Nepal, un país de 30 millones de habitantes, sufre la pérdida de miles de vidas y patrimonio. Foto: AFP
A man walks through temples in the UNESCO world heritage site of Bhaktapur on the outskirts of the Nepalese capital Kathmandu on April 30, 2015, following a 7.8 magnitude earthquake which struck the Himalayan nation on April 25. The UN launched an appeal for Nepalese quake survivors in dire need of shelter, food and medical care April 30, as anger boiled at the government's inability to cope with a disaster that has killed more than 5,000 people. AFP PHOTO / Nicolas ASFOURI NEPAL-QUAKE
NICOLAS ASFOURI/AFP

En la plaza Basantapur Durbar de Katmandú, una pesada viga de madera estaba resbalando sobre lo que quedaba del templo Maju Dega. Miembros de un equipo voluntario de búsqueda y rescate estuvieron trepando por la base del templo, usando la viga como escalera de mano y lanzando ocasionalmente una lluvia de ladrillos sobre ella.

Terminaría en una pila de madera, en una plaza que la gente atravesaba bajo la lluvia.

Un experto de una casa de subastas advertiría que el tirante presenta algunos detalles: tiene talladas las imágenes de dos deidades y posiblemente sea del siglo XVII, un tipo de pieza que podría venderse por varios miles de dólares en Occidente.

En los días transcurridos desde que el terremoto de magnitud 7,8 golpeó a Nepal, el número de muertos ha crecido con rapidez, superando los 6.000, en tanto los heridos ya suman más de 14.000, por lo que otras preocupaciones que no sean la salud y la seguridad de la gente han sido dejadas de lado. Mientras la esperanza de encontrar más sobrevivientes se esfuma, miles de personas siguen viviendo en carpas pese a las intensa lluvias y las reservas de agua potable están reducidas. Los restos de templos y palacios de varios siglos han quedado sin custodia, reduciendo la chance de reconstruir eventualmente uno de los conglomerados más grandes del mundo de sitios de patrimonio cultural. Los transeúntes, posiblemente por el valor sentimental, se llevan ladrillos de la Torre Dharahara, que se precipitó hace ocho días.

Advertencia.

Después que un ciudadano llamó, el pasado lunes, a un funcionario del Departamento de Arqueología de Nepal para informar que había desbaratado un intento de hurto de una campana de bronce de la cúpula de un templo situado en Katmandú, las autoridades dieron los primeros pasos de protección contra los saqueos. Un aviso oficial fue publicado en un diario local advirtiendo que será castigada cualquier persona que se lleve piezas del patrimonio.

Sin embargo, también prevalecía una sensación de impotencia ante la magnitud de la calamidad que se abatió sobre el valle de Katmandú, un lugar documentado al detalle por conservacionistas y designado Sitio de Herencia Mundial por la Unesco en 1979.

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"Nadie es realmente capaz de hacer esto, ni el gobierno ni la Unesco, así que todos debemos trabajar juntos", dijo Christian Manhart, el director de la oficina de Unesco en Katmandú. "Hay miles de sitios y no podemos poner a un policía o un soldado en cada uno de los sitios las 24 horas del día. Ellos son necesarios para otros propósitos. Así que, como se pueden imaginar, es imposible".

La máxima autoridad de Unesco, Irina Bokova, indicó en una entrevista que ella no sabía de ningún otro desastre natural en tiempos modernos que hubiera dañado tanto el patrimonio cultural.

Una tristeza profunda envolvió a los barrios principales del valle. Dos días después del terremoto, una calle estrecha y en pronunciada pendiente en Baktapur, antigua ciudad de ladrillos rosa situada a varios kilómetros de Katmandú, había sido completamente abandonada por sus residentes, al extremo que un visitante podía escuchar solo el arrullo de las palomas.

La ciudad de Katmandú fue construida en la intersección de dos rutas de comercio que vinculan a China e India, al tiempo que su herencia cultural refleja influencias que coexistieron: estructuras votivas del budismo en miniatura del siglo VII, decoradas con cobre y latón fino y grabados en madera; templos escalonados hechos de ladrillo rojo intenso; monasterios, complejos religiosos, palacios, patios y racimos de hogares con techo de teja.

La destrucción ha sido abrumadora. Unesco ha declarado que los complejos de templos en Katmandú, Baktapur y Patan están casi destruidos. En la plaza Basantapur Durbar, el martes pasado, equipos de voluntarios estuvieron paleando escombros de los cimientos de dos templos que habían colapsado el sábado; llegaron ambulancias para recoger dos cadáveres que los voluntarios habían encontrado.

"No hay ni la mínima organización", dijo Kaitlin Bull, de 22 años, turista de Canadá que pasó cuatro horas ayudando a despejar escombros de Maju Dega. "Es una contienda generalizada".

Urgencia.

En la prisa por remover los escombros, vigas grabadas y puntales habían terminado en pilas de madera desechada, aunque unos pocos grabados particularmente hermosos —como una pieza con manchas rosas que mostraba a mujeres retozando acrobáticamente debajo de dos dioses sonrientes— habían sido reservados.

Anil Adhikari, inspector de policía en una seccional situada en la plaza, dijo que los únicos detenidos por saqueo en la plaza fueron ocho adolescentes que habían planeado vender grabados en madera en un mercado de antigüedades. Afuera de la seccional de Policía, Adhikari había recogido alrededor de una docena de estatuas de dioses y diosas.

Algunos funcionarios dijeron que el problema del saqueo había cobrado mayor urgencia en los últimos días, pero cada uno de ellos parecía considerar que otra dependencia era responsable de la seguridad de los sitios.

Adhikari dijo que su Seccional de Policía había informado a funcionarios del Departamento de Arqueología del gobierno sobre los tesoros en los escombros, pero los funcionarios del departamento no se habían presentado.

Chandra Mani Adhikari, miembro de la comisión nacional de planeamiento del gobierno, dijo que le había dado instrucciones al departamento para que "emprendiera acciones a fin de preservar todas estas cosas rápidamente".

Por su parte, el director general del Departamento de Arqueología, Bhesh Narayan Dahal, relató que él había visitado a la Policía de la ciudad y al oficial de distrito, "solicitándoles que, por favor, suministren más seguridad en esa zona".

Además, él también había impartido órdenes para que la advertencia en contra del saqueo fuera publicada y transmitida por los medios, amén que les dijo a miembros del personal que visiten sitios de la herencia cultural y pongan bajo llave los artefactos en un museo, a fin de salvaguardarlos.

"Estoy sumamente preocupado", manifestó. "¿Cómo puedo transmitirlo? Estoy excesivamente preocupado. ¿Cómo vamos a salvar nuestra herencia?"

Sin embargo, esa era una preocupación que quedaba relegada, en la plaza Basantapur Durbar, donde los voluntarios estaban decididos a remover los últimos cuerpos de los polvorientos escombros. Poco después del mediodía, descubrieron uno, un hombre nepalés que fue encontrado boca abajo, al parecer aplastado cuando intentaba salir corriendo por las escaleras del templo.

Thomas Bell, periodista y autor de "Katmandú", un libro de 2014 sobre la ciudad, estaba observando a los voluntarios que arrojaban vigas talladas, las cuales aterrizaban sobre otras en una nube de polvo. Sostuvo que las vigas deberían ser catalogadas de inmediato, almacenadas y protegidas de daño ulterior.

En Nepal, "la gente no necesariamente le da gran valor a un pedazo de madera solo porque es viejo", comentó. "Pero, si se fuera a restaurar el templo, sería deseable recuperarlo".

Desolación y tristeza de habitantes sin amparo.

Un alto número de habitantes abandonó la antigua ciudad de Baktapur. Una mirada hacia arriba explica los motivos: rajaduras zigzaguean por los frentes de las casas de ladrillo, estructuras altas y elegantes con ventanas talladas, algunas de las cuales fueron empujadas hacia adentro de las viveindas, aplastando a numerosos moradores. Ocasionalmente, los residentes entraban corriendo para sacar bolsas de arroz y otros suministros, pero el temor era tan intenso que no hacían una pausa al hablar. Sentado en el cordón de la vereda en la calle Yalachhen, estaba Lishor Rajbhandari, quien miraba la casa que perteneció a su familia. "Esta es mi casa", dijo. "Está casi desaparecida. Por fuera parece estar bien, pero por dentro tiene daños por todos lados. Si viene otro terremoto, desaparece".

Una plaza que se convirtió en desierto.

"Esta plaza era un lugar increíble, uno de los lugares declarado patrimonio por la Unesco, pero con la devastación se acaba de convertir en un desierto. Probablemente ya no vaya a atraer a la gente", lamentó Rajan Maharjan, presidente de la Federación Mundial de Jóvenes Hindúes, mientras observaba los templos y monumentos históricos derrumbados o en ruinas en la emblemática plaza Vashantapuir Dubrar, de Katmandú, la capital de Nepal.

Destacó que una de las construcciones derrumbadas es una pequeña réplica del templo de Pashupatinath, el lugar hindú más sagrado del país. "Solo la realeza podía entrar a este templo", recordó con nostalgia.

Maharjan, que se encargaba del mantenimiento de los monumentos, destaca con el rostro apesadumbrado, que pocos de los edificios de la plaza han quedado en pie por ahora, pero que "no se sabe lo que ocurrirá más adelante", debido a que barajan demolerlos por razones de seguridad. Los más antiguos tenían 500 años de antigüedad.

Maharjan señala que el complejo de Bashantapur, visitado a diario por miles de turistas, generaba unos ingresos mínimos por año de US$ 495.000, que se sumarán a las pérdidas económicas generales. (FUENTE: EFE).

REPERCUSIONES.

Dramáticos rescates en medio de la devastación.

Cinco días después del terremoto, los equipos de rescate, en gran medida, habían perdido la esperanza de encontrar más sobrevivientes. El caso de un bebé de cuatro meses salvado pese a que estuvo 96 horas entre los escombros, fue considerado casi milagroso. Pero, el jueves pasado, en una zona de Katmandú densa en hoteles y comercios baratos, los rescatistas apagaron el motor de una pala mecánica y escucharon un gemido. Bajo los escombros estaba Pemba Tamang, empleado de un hotel, de 15 años. Rescatistas de Estados Unidos lo encontraron en parte protegido por un pedazo inestable de una pared que estaba sostenida por los restos retorcidos de una moto. Los estadounidenses, apoyados por rescatistas nepalíes, lograron librar al joven de la peligrosa situación. No bien se tuvieron noticias de que Tamang podía estar con vida, cientos de personas se congregaron frente a los restos del hotel porque, en medio de la tragedia, querían ser testigos de un hecho que renovara la esperanza de una población duramente golpeada. Al ver al joven con vida hubo expresiones de alegría espontáneas del público.

Por suerte, hubo otros casos con final feliz. Una mujer de 24 años fue rescatada tras permanecer 128 horas atrapada bajo los escombros de un edificio en la zona de Gongabu, en la capital. Krushna Kumari Khadka fue liberada tras nueve horas de trabajo, en la noche del jueves, por equipos de rescate de Nepal, Israel y Noruega, informó el inspector de Policía, Debi Pradad Podeul, a un diario local.

El martes pasado, Rishi Khanal, de 28 años, fue salvado después que permaneció 82 horas en un edificio destruido de Katmandú, aunque sufrió la amputación de una pierna.

Pero, la mayor crisis humana ocurre en las zonas más remotas de Nepal, que son de difícil acceso para los rescatistas. Por ejemplo, en una localidad del distrito de Sindhupalchwok, el terremoto causó un centenar de muertos y la destrucción de 800 viviendas. (FUENTES: THE NEW YORK TIMES Y EFE).

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