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El Papa expone drama de los "huérfanos de tierra"

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El Papa durante una de las ceremonias realizadas en Semana Santa. Foto: AFP
El Papa Francisco lidera el Viacrucis durante la commemoración del Viernes Santo frente al Coliseo de Roma. Abril 14, 2017. REUTERS/Alessandro Bianchi
ALESSANDRO BIANCHI

Francisco expuso así “el desprecio que sufren los inmigrantes”.

El papa Francisco repasó en su homilía de la Vigilia Pascual del Sábado Santo las "tantas injusticias inhumanas" —la esclavitud, la trata de personas, la marginación o la corrupción y la burocracia— que "ven crucificada la dignidad" de las personas.

En una de las ceremonias más sugestivas y cargadas de significado en la tradición católica, en la que se celebra la espera de la resurrección, Francisco comenzó recordando el dolor y el desánimo de las mujeres que acudieron al sepulcro de Jesús.

"Y si hacemos un esfuerzo con nuestra imaginación, en el rostro de estas mujeres podemos encontrar los rostros de tantas madres y abuelas, el rostro de niños y jóvenes que resisten el peso y el dolor de tanta injusticia inhumana", explicó.

Entonces fue recordando "el rostro de todos aquellos que caminando por la ciudad sienten el dolor de la miseria, el dolor por la explotación y la trata".

También citó "el rostro de aquellos que sufren el desprecio por ser inmigrantes, huérfanos de tierra, de casa, de familia; el rostro de aquellos que su mirada revela soledad y abandono por tener las manos demasiado arrugadas".

Y agregó el "rostro de mujeres, madres que lloran por ver cómo la vida de sus hijos queda sepultada bajo el peso de la corrupción, que quita derechos y rompe tantos anhelos, bajo el egoísmo cotidiano que crucifica y sepulta la esperanza de muchos, bajo la burocracia paralizante y estéril que no permite que las cosas cambien".

En el concepto de Francisco, el dolor y el rostro de esas mujeres de la Biblia son "el rostro de todos aquellos que, caminando por la ciudad, ven crucificada la dignidad". Lamentó que "estamos acostumbrarnos a convivir con el sepulcro, a convivir con la frustración" aunque, dijo, "nuestro corazón sabe que las cosas pueden ser diferentes".

Entonces Francisco habló de la esperanza que trae para los católicos la "Resurrección de Cristo" con la que quiere "hacer saltar todas las barreras que nos encierran en nuestros estériles pesimismos".

Para el papa, la "Resurrección" puede hacernos superar "nuestros calculados mundos conceptuales que nos alejan de la vida, en nuestras obsesionadas búsquedas de seguridad y en desmedidas ambiciones capaces de jugar con la dignidad ajena".

Invitó entonces a los fieles a cómo hicieron las mujeres que descubrieron el sepulcro vacío, ir a la ciudad y "anunciar la noticia" y dar esperanza.

"Vayamos a todos esos lugares donde parece que el sepulcro ha tenido la última palabra, y donde parece que la muerte ha sido la única solución. Vayamos a anunciar, a compartir, a descubrir que es cierto: el Señor está Vivo", instó a los fieles.

"Vivo y queriendo resucitar en tantos rostros que han sepultado la esperanza, que han sepultado los sueños, que han sepultado la dignidad", agregó.

Y aseveró que "si no somos capaces de dejar que el Espíritu nos conduzca por este camino, entonces no somos cristianos".

La ceremonia comenzó a con la basílica de San Pedro en penumbra y en total silencio con el papa que realizaba la bendición del fuego y encendía del cirio pascual, símbolo de Cristo, "Luz del Mundo", y posteriormente también bendecía el agua con el que se bautizaría a once personas.

Francisco realizó con un punzón una incisión sobre el cirio pascual, grabando una cruz, la primera y la última letra del alfabeto griego -alfa y omega- y la cifra de este año, 2017.

En total silencio y a oscuras para representar la ausencia de luz tras la muerte de Jesucristo, comenzó la procesión hacia el altar mayor.

Una vez en el altar mayor, se proclamó el llamado "Exultet", el anuncio de la Pascua y la basílica se iluminó.

Esta larga ceremonia de más de tres horas sigue la tradición de los primeros años de la Iglesia cuando los catecúmenos, los adultos que aspiraban a convertirse al cristianismo, eran bautizados.

Benedicto celebra su cumpleaños 90.

Después de su renuncia en febrero de 2013, Benedicto XVI prometió que permanecería "oculto al mundo" y en ese silencio en el que se ha sumido en este tiempo cumple hoy 90 años.

Para no interferir en los ritos del Domingo de Resurrección, Benedicto XVI lo celebrará mañana lunes de manera discreta con un pequeño homenaje que le ofrecerá un grupo de su región natal, la Baviera alemana. En la puerta de su residencia, el monasterio Mater Eclessiae, dentro del Vaticano, y ataviados con el traje tradicional, los miembros del grupo interpretarán música típica bávara y le felicitarán el cumpleaños.

Para la ocasión han viajado su hermano monseñor Georg Ratzinger, y el primer ministro de Baviera, Horst Lorenz Seehofer.

Uno de los primeros en felicitarle fue Francisco, que el pasado miércoles acudió al Mater Eclessiae para el tradicional augurio de Buena Pascua al Papa Emérito en un nuevo encuentro entre ambos que tuvo "un doble carácter de celebración" pues también aprovechó para desearle un buen cumpleaños.

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El Papa durante una de las ceremonias realizadas en Semana Santa. Foto: AFP

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