En el Monte Ararat se congregaron más de 1,8 millones de fieles.
Más de 1,8 millones de musulmanes se congregaron ayer en el Monte Arafat, cerca de La Meca, para la etapa más importante de su peregrinación anual en Arabia Saudí, enlutada el año pasado por una mortal avalancha.
De forma ininterrumpida, los fieles, vestidos de blanco -el color del "ihram", un atuendo de tela que deben llevar los hombres- se dirigieron hacia la imponente mezquita Namira y al Jabal al Rahma, "el Monte de la Misericordia" en árabe.
El calor es agobiante, la muchedumbre se rocía con agua, y los camiones cargados con botellas de agua están disponibles a lo largo del recorrido.
Las ambulancias pasan regularmente, lo mismo que los helicópteros de la Media Luna Roja, que sobrevuelan en gran número el lugar.
Al alba, en la primera de las cinco oraciones de la jornada, miles de peregrinos habían recitado sus rituales invocaciones en cuclillas, de pie o subiendo los escalones de cemento perforados en la roca de este monte, erosionado por el viento y el tiempo.
"Es el momento más hermoso de mi vida", afirmó con una gran sonrisa Ahmed Salman, un contador egipcio. "Estoy en el lugar más bello del mundo, aquel donde más de mil millones de musulmanes de todo el mundo sueñan con estar", añadió, mientras a su alrededor decenas de peregrinos recitan las tradicionales invocaciones del hach. "Estamos en el lugar más cercano a Dios", aseguró por su lado el sirio Yassin Issa.
Los fieles, alrededor de 1,855 millones según las autoridades, tienen hasta la hora del crepúsculo para llegar al Monte Arafat, donde deben permanecer hasta que caiga la noche.
La gran peregrinación a La Meca, llamada hach, es uno de los cinco pilares del islam, que todo fiel debe cumplir al menos una vez en su vida.
LA MECA