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El mundo puede esperar otro año

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Parodia: una réplica de la Estatua de la Libertad en Bonn simula lanzar contaminantes, en reacción a la posición de Donald Trump. Foto: AFP

QUÉ HACEMOS ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO

La cumbre sobre el cambio climático COP23 postergó los puntos más comprometedores.

Parodia: una réplica de la Estatua de la Libertad en Bonn simula lanzar contaminantes, en reacción a la posición de Donald Trump. Foto: AFP
Parodia: una réplica de la Estatua de la Libertad en Bonn simula lanzar contaminantes, en reacción a la posición de Donald Trump. Foto: AFP

La conferencia del clima de la ONU (COP23) cerró el viernes con un aire de resignación tras la decisión de Estados Unidos de abandonar el barco, y con numerosos frentes que quedaron abiertos para la cita del próximo año.

El objetivo principal de los casi 200 países, reunidos en Bonn durante dos semanas, era empezar a redactar el reglamento del histórico Acuerdo de París para impedir que la temperatura del planeta aumente más de 2º C respecto a la era preindustrial.

Pero en el debate quedan otros aspectos que provocaron, de nuevo, tironeos entre países ricos y en desarrollo. La causa, el año 2020. En esa fecha los miembros deben haber revisado, principalmente, sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero, y más importante aún, sus compromisos financieros para la lucha.

Sin dinero, recuerdan los países pobres como Fiyi, que presidió esta COP23 pero que no pudo hacerlo en su territorio por falta de logística, su contribución a la lucha contra el calentamiento del planeta será escasa.

Las decisiones de fondo sobre esos temas quedaron postergadas hasta la COP24, que se celebrará en diciembre de 2018 en Katowice (Polonia), según todas las fuentes negociadoras y ONGs asistentes.

Y el farragoso trabajo sobre el reglamento del Acuerdo de París, que define los criterios de control mutuo de emisiones, los plazos de ayuda técnica, la financiación a largo plazo, etc, quedó apenas esbozado, con un borrador que puede llegar a centenares de páginas.

Los negociadores ya reconocen abiertamente que necesitarán como mínimo otra sesión de fórceps para aligerar el texto, antes de diciembre de 2018.

El principal emisor de CO2 y uno de los mayores financieros de la ayuda climática, Estados Unidos, asiste por el momento a las negociaciones, pero su actitud ha cambiado totalmente desde que el presidente Donald Trump anunciara en junio que el Acuerdo de París no sirve a sus intereses.

"Con la salida de Trump parece como si las estrellas nos hubieran abandonado", explicó Seyni Nafo, un negociador del grupo de naciones africanas.

"Es como si nos faltara el corazón. La posición de Estados Unidos influencia a los otros países desarrollados, lo que a su vez tiene consecuencias para las posiciones que adoptan la mayoría de países en desarrollo. Todo el mundo se vigila mutuamente", indicó.

"Nunca había visto una COP con un índice de adrenalina tan bajo", explicó un diplomático europeo bajo anonimato.

Países industrializados y emergentes se esfuerzan en tomar el relevo de Estados Unidos. Una veintena de países anunció esta semana una alianza para eliminar el carbón como fuente energética en las próximas décadas. El presidente francés, Emmanuel Macron, acogerá a mandatarios del mundo entero el 12 de diciembre en París para reafirmar el compromiso de hace dos años. Trump no fue invitado.

La COP23 de Bonn ha sido una etapa intermedia de la negociación, coinciden los asistentes. "La pata débil son los métodos de implementación (del Acuerdo), no solamente el acceso a financiamiento y recursos sino transferencia de tecnologías y gestión de capacidades" para ayudar a los países en desarrollo, explicó la canciller de Ecuador, María Fernanda Espinosa, que representa al G77 y China (134 países).

El Fondo Verde creado en la COP de Cancún de 2009 es un ejemplo de ello.

"Ya han pasado 8 años, se esperaban 100.000 millones de dólares anuales, y eso no ha ocurrido. Lo que hay en la cesta son 6.000 millones" criticó.

"No puedo prejuzgar el resultado, pero nuestras expectativas son de que vamos por buen camino" añadió Manuel Pulgar-Vidal, exministro peruano y ahora responsable del programa sobre cambio climático de la organización WWF.

Tras la entrada en vigor del Acuerdo de París, el año pasado, "esta era la primera COP para compartir ideas, para darles sentido; aunque no creo que hayamos hecho lo suficiente en torno al reglamento", explicó Mohamed Adow, de la ONG Christian.

A la buena voluntad de cada país.

El acuerdo sobre cambio climático adoptado por 195 países en diciembre de 2015 en París y ratificado de momento por 169, fija metas globales a la lucha contra el cambio climático sin imponer objetivos a cada país.

El objetivo del acuerdo es contener el aumento de la temperatura "muy por debajo de los 2ºC" respecto a la era preindustrial y "de seguir esforzándose por limitar este aumento a 1,5ºC", aunque muchos expertos dudan de que se pueda lograr. Los expertos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), que presentarán un informe en 2018, estiman que es necesario reducir las emisiones entre 40% y 70% entre 2010 y 2050 para permanecer por debajo de los 2°C. El acuerdo no especifica metas obligatorias a cada país, como sí lo hace el protocolo de Kioto. Cada cual se fija a sí mismo sus propios objetivos de reducción de emisiones para 2025 o 2030.

Los planes de acción nacionales evitarían los cataclísmicos +4/5°C previsibles en ausencia de políticas climáticas, pero colocarían al planeta en una situación sumamente peligrosa con +3°C. De ahí la necesidad de revisar estos compromisos.

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