Publicidad

Monumentos causan discordia y marcan la historia de Europa

Compartir esta noticia
Ciudadanos toman imágenes del monumento al general Robert E. Lee. Foto: Reuters

Visiones enfrentadas resurgen en EE.UU. por las estatuas de la Guerra Civil.

Es triste ver la cultura de nuestro gran país destruida por la remoción de nuestros hermosos monumentos y estatuas. La historia no se puede cambiar, pero se puede aprender de ella. Robert E. Lee, Stonewall Jackson— quién sigue, Washington, Jefferson? Tan insensato! Además, la belleza que es quitada de nuestras ciudades, localidades y parques será muy añorada y nunca se podrá reemplazarla de manera comparable!", posteó el presidente Donald Trump, en Twitter.

Su mensaje es otra etapa de la intensa polémica que desató con sus comentarios —interpretados por muchos como apoyo a grupos racistas, nazis y de supremacistas blancos— a raíz de los enfrentamientos que estallaron en la ciudad de Charlottesville, en el Estado de Virginia, cuando grupos extremistas de derecha marcharon para rechazar la remoción del monumento al general Robert E. Lee en esa ciudad. Lee fue el jefe de las fuerzas confederadas del sur en la Guerra Civil que estremeció a Estados Unidos entre 1861 y 1865 y tuvo en el general Thomas "Stonewall" Jackson a su oficial superior más destacado.

Pero, estos recientes hechos de furia y sangre por la remoción de monumentos de figuras confederadas en Estados Unidos tienen un eco familiar para los europeos, que han estado en pugna por sus narrativas históricas y por demoler estatuas de exlíderes repudiados, desde tiempos muy lejanos.

"Hay algunas similitudes entre lo que ocurre en Polonia y en Estados Unidos", señala Antoni Dudek, un historiador contemporáneo y miembro del Instituto Nacional del Recuerdo, de Polonia, creado después de la caída del comunismo para documentar los crímenes totalitarios del pasado.

"El argumento sobre los monumentos, que debe ser resuelto en mayor medida entre historiadores y ciudadanos, se ha convertido en sustituto de las peleas políticas diarias", agrega. "Lo mismo vale para Estados Unidos ahora que el presidente Trump se ha incorporado al debate. De pronto, la discusión se hizo más intensa".

Desavenencias.

Bajo la legislación aprobada en junio, el gobierno derechista de Polonia da a las autoridades locales y propietarios de tierras un año para remover todos los monumentos y memoriales públicos que "rinden homenaje a personas, organizaciones, hechos o fechas simbólicas del comunismo o de otros sistemas totalitarios". Alrededor de 500 fueron identificados, casi todos de la era comunista, debido a que los soviéticos ya habían removido los que eran de los tiempos del nazismo.

Las batallas por los monumentos públicos son una característica de la vida de un continente cuyas fronteras nacionales con frecuencia han cambiado bajo olas migratorias, ideológicas y de poderío militar, a veces dejando a antiguos rivales étnicos esforzándose para vivir juntos dentro de fronteras o encontrando a su antigua nación fragmentada.

Por ejemplo, está el caso de la República Checa.

Después de la Primera Guerra Mundial, las estatuas del desaparecido imperio Habsburgo fueron reitradas con rapidez y reemplazas por los nuevos héroes de Checoslovaquia, como Tomas Garigue Masaruk, su primer presidente. Después de la Segunda Guerra Mundial, los comunistas borraron a Masaryk de todos los lugares de homenaje públicos, pero retornó después que ese sistema colapsó. Una estatua de Masaryk en la localidad de Holesov fue retirada y restablecida cinco veces, señala Zdenek Lukes, un historiador y arquitecto de Praga.

Eliminan.

En Alemania, las imágenes y símbolos nazis fueron borrados de los espacios públicos de inmediato, después de la guerra. El despliegue de la esvástica y de otros símbolos nazis es ilegal. El sitio del búnker donde Hitler murió ha sido marginado para negar a los neofascistas un lugar de encuentro. El Estadio Olímpico, donde Hitler presidió los Juegos de 1936, todavía se usa, pese a que fueron eliminados todos los símbolos nazis.

El derrumbe del Muro del Berlín presentó renovados desafíos. Las estatuas de Vladimir Lenin fueron rápidamente removidas a comienzos de los 90, pero otros sitios resultaron convertidos, incluyendo una antigua prisión de la policía comunista que fue transformada en un centro que enseña sobre el pasado.

Habitualmente, cuando ocurren cambios políticos desgarradores, las estatuas de antiguos líderes y héroes aparecen entre las primeras bajas. Los iraquíes derribaron a Saddam Hussein de la Plaza Firdos, en 2003, y hay numerosas fotos de Lenin derribado después del colapso del imperio soviético. Ivaylo Dichev, de la Universidad de Sofía, en Bulgaria, dijo en relación con las escenas de Estados Unidos, que "Europa del Este pasó por un periodo similar en los años 90, cuando muchos monumentos de la era comunista fueron retirados".

En medio de la discusión, algunas estatuas van a lugares turísticos.

Varios países de Europa del Este —casos de Lituania y Hungría, entre otros— optaron por trasladar las estatuas de la era comunista a lugares orientados al turismo. Pero, eso no frenó las polémicas sobre los monumentos.

En 2007, la remoción del centro de la capital de Estonia de la estatua de un soldado soviético, realiado en homenaje a sus camaradas que murieron luchando contra los nazis, causó protestas violentas de rusos étnicos.

En Hungría, donde el primer ministro Viktor Orban lidera al país en una dirección nacionalista, son habituales las disputas por los monumentos públicos. Una estatua dedicada a héroes soviéticos en un parque cercano al Parlamento fue pintada de rojo varias veces por militantes. Un monumento dedicado a "todas las víctimas " de la ocupación nazi de Hungría, en el mismo parque, fue ampliamente criticado como un intento del gobierno de Orban de eclipsar la historia de Hungría en la guerra al ignorar su colaboración con los nazis en el asesinato de judíos húngaros.

En Bulgaria, las autoridades decidieron este año remover un enorme monumento de la era soviética. Pero, en julio, manifestantes en favor de Rusia salieron a las calles y la demolición fue temporariamente frenada.

La división de Yugoslavia, como consecuencia de las guerras de los años 90, llevó a varios países que emergieron —incluyendo Croacia y Macedonia— a remover los monumentos del antiguo líder de la era comunista, Josip Broz Tito. THE NEW YORK TIMES

ESCENARIO DE LA HISTORIA.

División dio lugar a la violencia.

La violencia racial en Charlottesville (Virginia) ha reabierto el debate sobre si debe retirarse de los espacios públicos en Estados Unidos la simbología confederada, que usan y reivindican grupos racistas como el Ku Klux Klan. Esa tranquila y progresista ciudad universitaria fue escenario de la mayor demostración de fuerza del nacionalismo blanco en décadas: la marcha "Unir la derecha", convocada contra la remoción de la estatua del general Robert. E. Lee. El monumento es uno de los más de 700 que hay en 31 estados en honor al bando confederado de la guerra (1861-1865), formado por los estados secesionistas favorables a la esclavitud.

En Charlottesville, el enfrentamiento entre quienes defienden los símbolos confederados como su patrimonio y quienes los consideran racistas terminó en tragedia: un joven blanco neonazi arrolló con su automóvil una manifestación antifascista, matando a una chica e hiriendo a 20 personas.

A raíz de estos hechos, que han sacudido al país, varios alcaldes se han apresurado a sacar los monumentos confederados de sus calles, mientras que algunos ciudadanos han optado por derribarlos ellos mismos.

La alcaldesa de Baltimore (Maryland) ordenó retirar los cuatro que quedaban en la ciudad el miércoles de madrugada, dos días después de que unos manifestantes tumbaran a golpes una estatua confederada en Durham (Carolina del Norte). Tampoco hay ya estatuas similares en Gainesville (Florida) ni en el cementerio Hollywood Forever de Los Ángeles, mientras el alcalde de Lexington (Kentucky) ha pedido sacar dos de unos jardines donde estuvo situado uno de los grandes mercados de esclavos.

"Tirar esas estatuas es un claro intento de reemplazarnos y borrarnos. Es por corrección política y una agenda radical", dijo Matthew Heimbach, líder de un grupo de ultraderecha.

El alcalde de Lexington, Jim Gray, indicó que "no es correcto honrar a estos hombres confederados que lucharon para preservar la esclavitud en el mismo terreno en el que muchas personas fueron vendidas como esclavos".

El alcalde Levar Stoney, dijo que Richmond, antigua capital de la Confederación, evaluará retirar todas sus estatuas de ese periodo. Fuente: EFE

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Ciudadanos toman imágenes del monumento al general Robert E. Lee. Foto: Reuters

FIGURAS POLÉMICAS

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad