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Mauricio Macri, el dueño de una enorme victoria

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ARGENTINA

Un foso quedó expuesto ayer entre las discusiones del micromundo político porteño y las motivaciones del país real. 

Un presidente que 24 horas antes parecía acorralado por el debate sobre el caso Maldonado, se convirtió poco después en el dueño de una enorme victoria electoral. La historia de Macri es así: nunca las conquistas políticas le fueron fáciles.

¿Qué sucedió en el país y, sobre todo, en su sociedad? Tal vez más allá de su propia persona, Mauricio Macri expresa el cambio y la fatiga de los argentinos. Macri, el primer presidente en 70 años que no es ni peronista, ni radical, ni militar, ganó la segunda elección nacional consecutiva y batió a Cristina Kirchner en territorio bonaerense. Cuatro puntos constituyen una diferencia significati- va en el único distrito del país que era kirchnerista. Ya no se trata de Daniel Scioli. Cristina es la jefa política de su oposición más acérrima y cerril. Pero la expresidenta es, le guste o no, un exponente cabal de la vieja aristocracia política. Y la fatiga social es con un sistema político que gobernó desde 1983 y que dejó al país con más problemas que soluciones. La ineptitud y la impotencia, la corrupción y la indiferencia hicieron de la Argentina un país más pobre, más inseguro, más injusto. (…)

Cristina Kirchner ha perdido. Es la primera derrota de su vida como candidata y la tercera como jefa política. Perdió en las legislativas de 2013, en la segunda vuelta de 2015 y ayer. Nunca antes, en cambio, había sido derrotada con su nombre en las boletas de un domingo electoral. La conclusión obvia es que se trata de una mala jefa política. Las elecciones de 2011 se hicieron en circunstancias excepcionales: su marido había muerto justo cuando la economía empezaba a repuntar. Sin embargo, todas las decisiones que tomó luego Cristina en su condición de jefa que reemplazó a Néstor Kirchner fueron un error sin paliativos. ¿Se ha terminado Cristina? Ella es beneficiaria de la bancarrota que asoló ayer a casi todos los dirigentes peronistas de renombre. El peronismo fue otra vez decapitado (la primera vez fue en las primarias de agosto). Solo se salvaron los Rodríguez Saá, que siempre pueden hacer un milagro en un día de elecciones, y el pampeano Carlos Verna, que ganó por unas décimas. Ambas dinastías provinciales no significan nada para el peronismo; son especies de Corea del Norte dentro de la Argentina. (…)

Pero hay que mirarla también desde otro mirador: el judicial. Cristina Kirch-ner está más cerca de la cárcel que del Senado. En los próximos días, Julio De Vido, que fue el ministro que administró la mayor cantidad de dinero del presupuesto durante los 12 años kirch-neristas, acomodará sus huesos en una celda. Después de él, ya solo está Cristina en la culpa del masivo robo de dinero del Estado. Ella tiene, además, otras causas, tal vez peores: la denuncia del fiscal muerto Alberto Nisman por el acuerdo con Irán. O el lavado de dinero en sus hoteles y edificios con la complicidad de Lázaro Báez y Cristóbal López. En esos expedientes están ella y su familia. Nadie más. Ningún exfuncio- nario. El lavado de dinero es un delito autónomo. No es necesario probar el origen espurio del dinero para que el lavado sea un delito. Lo es con su sola consumación. Los jueces, sobre todo los federales, son eficaces lectores de los mensajes políticos y sociales. Han percibido las lecciones que dejaron ayer las urnas. La ruina política de Cristina solo ha comenzado.

La tragedia judicial del kirchnerismo (y de Cristina en especial) tuvo ayer un correlato casi irónico. La dirigente que más denunció por corrupción a esa fracción política durante sus años de esplendor, Elisa Carrió, hizo la elección más notable que se haya registrado en la Capital. (…)

La sociedad reforzó el liderazgo de Macri como presidente y su condición de jefe político de una coalición novedosa. Los problemas no han desaparecido. La solución de ellos requiere de más protagonistas que el oficialismo. El oficialismo tuvo más votos que legisladores. Será la primera minoría del Congreso, pero minoría al fin. El proyecto de un amplio e "histórico" acuerdo político no debería esfumarse. Macri encontrará al peronismo y a los sindicatos más dispuestos a acordar que a confrontar. No hay nada que el peronismo respete más que el poder electoral. Y Macri le ha demostrado que es un líder capaz de arrasar en elecciones nacionales y hasta compitiendo con la dirigente más carismática del peronismo, Cristina.

El presidente se aferró ayer al poder real y concreto, como no lo pudo hacer hasta ahora. Pero nada indica todavía que haya podido deshilvanar al poder oscuro que cada tanto lo acorrala. Es un poder formado por las viejas cloacas de los servicios de inteligencia, por los policías corruptos, por la política embustera y por el narcotráfico que penetró en el Estado y en la política. Terminar con ese Estado dentro del Estado, y fuera de él, es ahora el trazo de historia que al presidente le falta escribir.

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