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Matan a ocho jefes del Estado Islámico

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Turquía
OZAN KOSE

Horas después del brutal atentado en Turquía que dejó un centenar de muertos y que se adjudica al Estado Islámico, Irak anunció la muerte de al menos ocho jefes de esa organización terrorista luego de una incursión aérea, mientras se reunían en una ciudad en el oeste de ese país.

No obstante, el jefe del grupo, Abu Bakr al-Baghdadi, no estaría entre ellos, dijeron residentes de la localidad y fuentes hospitalarias.

Según explicaron fuentes oficiales en Irak, la Fuerza Aérea atacó la reunión y también a la caravana en la que se desplazaba Baghdadi en camino a ese evento. Agregó que posteriormente Baghdadi fue llevado en un vehículo lejos de la caravana y que su condición era desconocida.

El anuncio militar iraquí fue el reporte no confirmado más reciente de la posible muerte de Baghdadi, que ha sobrevivido a un año de ataques aéreos liderados por Estados Unidos y a guerras en varios frentes en dos países desde que se autoproclamó como califa de todos los musulmanes, luego de que sus fuerzas se propagaron por el norte de Irak el año pasado.

Militares estadounidenses declinaron a comentar sobre el reporte militar iraquí. "Fuerzas aéreas iraquíes bombardearon la caravana del terrorista Abu Bakr al-Baghdadi mientras se dirigía a Karabla para asistir a una reunión con comandantes de Daesh", dijo el Ejército iraquí en un comunicado.

Daesh es el acrónimo en árabe para Estado Islámico, también conocido como ISIS e ISIL. Karabla es una ciudad en la provincia iraquí de Anbar, cerca de la frontera con Siria, y un bastión de Estado Islámico, diferente de Kerbala, que es una ciudad sagrada chií en el sur del país.

"El lugar de la reunión también fue bombardeado y muchos de los líderes del grupo fueron abatidos y heridos. Se desconoce el paradero del asesino al-Baghdadi, que fue llevado por un vehículo. Su condición de salud aún no está clara", afirmaron los militares.

A horas del atentado, la gente volvió a las calles de Ankara para pedir por la paz. Foto: AFP
A horas del atentado, la gente volvió a las calles de Ankara para pedir por la paz. Foto: AFP

Turquía llora.

Ayer, miles de personas se manifestaron en Ankara para repudiar el atentado del sábado en el que murieron 97 personas, el mayor en la historia de ese país, y protestar contra el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan.

Nadie reivindicó la matanza durante una manifestación pacifista en Ankara, aunque las autoridades apuntan al Estado Islámico. Los indicios señalan a dos suicidas como autores de la matanza.

Cerca del lugar de las explosiones, miles de personas se congregaron convocadas por los mismos sindicatos, ONG y partidos prokurdos que habían llamado a la manifestación del sábado. Los manifestantes acudieron a homenajear a las víctimas y a denunciar la responsabilidad del poder y del presidente Recep Tayyip Erdogan en el ataque, a gritos de "gobierno dimisión" y "Erdogan asesino".

Los participantes de la manifestación en la capital acusaron al presidente y a su gobierno de mantener vínculos con los yihadistas del grupo Estado Islámico, y de haber tomado la decisión de no garantizar debidamente la seguridad de la manifestación del sábado.

"Nuestros corazones sangran (...) pero no actuaremos con espíritu de venganza ni de odio", dijo Selahattin Demirtas, líder de la principal formación prokurda del país.

La doble explosión de Ankara pone al máximo la tensión en el país a sólo tres semanas de las legislativas anticipadas del 1° de noviembre.

En éstas, el presidente Erdogan espera recuperar la iniciativa política tras haber perdido en los comicios de junio la mayoría absoluta de que gozaba en el Parlamento desde hacía 13 años.

Los comicios tendrán lugar tres meses después de reanudarse el conflicto armado entre las fuerzas turcas y los rebeldes kurdos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), contra el cual se manifestaban precisamente las víctimas del atentado de Ankara.

"Esperamos al 1 de noviembre", fecha de las legislativas anticipadas, y "entonces empezaremos a trabajar para derrocar al dictador", añadió.

El PKK anunció, tras el atentado del sábado en Ankara, la suspensión de su actividad armada antes de las elecciones, salvo si sus "militantes y combatientes son atacados". Pese a esa tregua, el Ejército turco anunció que desde el sábado bombardeó objetivos del PKK y "neutralizó" a 14 "terroristas".

"Vi a un cuerpo volar diez metros, había cadáveres por todos lados".

Frente a la morgue, los familiares de las víctimas del atentado de Ankara afrontaban ayer el duelo con pena, rabia e incredulidad. Sólo el trajín regular de los coches fúnebres rompía el silencio. Debajo de tiendas, sentados en alfombras o en mantas, cientos de hombres y mujeres de todas las edades esperaban, entre lágrimas, bajo una fina lluvia, que les entregaran los restos de sus familiares. La multitud aplaudía tímidamente cada vez que se acercaban los coches fúnebres. Los que intentaban gritar consignas eran acallados por los demás. "Ya no es momento para banderas o consignas", explicó una joven de 23 años, que pidió no ser identificada.

"En el sur o en el sureste de Turquía estamos acostumbrados a los muertos, a los mártires, pero aquí no", expresó entre lágrimas. "Esta vez mataron a cerca de cien personas en el centro de la capital, ¿se dan cuenta?", pregunta, impotente. "Todos habían venido a defender la paz", afirma con la voz entrecortada Umit, que perdió a su hermana.

"No hemos podido recuperar los cuerpos", se lamenta el joven, que critica la lentitud de los forenses.

Umit acusa a la Policía de haber utilizado gases lacrimógenos y de haberlos golpeado mientras intentaban ayudar a los heridos fuera de la estación de Ankara.

"Vi cómo volaban brazos encima de nuestras cabezas. Delante mío (...) Vi un cuerpo volar diez metros sobre mí. Había cadáveres, cadáveres por todos lados", cuenta con la voz cortada por la emoción Safiye, una mujer de unos 50 años que apenas puede tenerse en pie. Otro testigo, Mahomet, describe la escena como un "apocalipsis". "Uno había perdido la mano, otro el pie, otros bañaban en su propia sangre", recuerda. "Era peor que la guerra. En una guerra se puede escapar. Ahí no se podía, era inhumano". Detrás del estupor y la pena, subyace la rabia. Los familiares de las víctimas, la mayoría de ellas militantes de la causa kurda, acusan al gobierno de no haber protegido la manifestación.

VEA EL VIDEOREUTERS, AFP

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