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Macri metió la pata en ONU

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Ni mintió ni dijo la verdad. Lo que hizo Mauricio Macri fue cometer un error de inexperto. La premier británica se acercó a saludarlo, el presidente argentino dijo que esperaba retomar la buena relación y el diálogo, incluyendo el tema Malvinas.

Y Theresa May dijo "si, habría que empezar a hablar". Que esa frase, breve y diplomática, implique una aceptación a dialogar sobre la soberanía de Malvinas, es una interpretación por demás optimista.

Macri se equivocó al decir que May había "aceptado abordar el tema soberanía". Mostrando inexperiencia en el trato con líderes del mundo, se dejó llevar por el entusiasmo que lo embargó por la buena acogida a su discurso en la Asamblea General y la buena expectativa sobre el país que le mostró Bill Clinton, ex presidente y esposo de la candidata demócrata al despacho Oval.

A renglón seguido, Susana Malcorra tuvo que salir a corregir a su jefe. ¿Hizo bien? ¿O la aclaración no hizo más que resaltar el error del presidente? Hizo bien, porque si no lo corregía ella, lo habría desmentido el Foreing Office, y eso sí que habría resaltado el error de Macri.

La otra duda está en lo acordado entre la canciller argentina y Alán Duncan, el funcionario a cargo de las relaciones británicas con Europa y las Américas. Y no es más que una declaración conjunta sobre la voluntad de abordar cuestiones que interesan a los malvinenses y a Londres, sin incluir la soberanía. Varias de esas cuestiones exhiben la necesidad de los malvinenses y del Reino Unido de que se levanten las sanciones que impuso Argentina a las empresas que realicen exploración y explotación del lecho submarino en las islas.

La declaración no es una claudicación ni un progreso de Argentina. La claudicación o el avance se verán en el diálogo. Si Malcorra acepta levantar las sanciones a cambio de nada, entonces habrá claudicado. Si por el contrario, se vale de las necesidades isleñas y británicas para incluir el tema soberanía en una agenda más amplia, entonces será un avance.

El problema de Malcorra es que todo lo que haga en relación a países con voto en la elección del próximo secretario de la ONU, pone en duda su verdadera intención. Como aspirante a sucesora de Ban Ki Moon, podría estar buscando apoyo a su postulación. Y la búsqueda de ese apoyo puede no estar en sintonía con los objetivos estratégicos del país.

Como el ministro Aranguren con sus acciones de Shell, la canciller tal vez deba renunciar a la postulación para presidir Naciones Unidas.

LA BITÁCORA

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