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Legado de los Juegos de Río se está deteriorando

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El estadio donde se realizaron las competencias de natación muestran el proceso de deterioro. Foto: AFP.

Edificios olímpicos vacíos y sitios deportivos en decadencia.

Río de Janeiro, está experimentando algo excepcional: menos de seis meses después de que terminaron los Juegos de verano, el legado olímpico en la ciudad anfitriona está en rápida decadencia.

Abundan los edificios olímpicos vacíos, lo cual destruye cualquier visión optimista sobre las competiciones en el verano. En el Parque Olímpico, algunos de los accesos están tapiados con tablones y hay tornillos regados en el suelo. La arena del handbol está bloqueada con barras metálicas. El centro de transmisiones sigue a medio desmontar. La alberca de calentamiento está decorada con pilas de tierra y charcos.

Deodoro, un barrio en la periferia pobre de Río, tiene el segundo conjunto de sitios olímpicos más grande. La pista de piragüismo en eslalon se iba a convertir en una gigantesca piscina pública. Se cerró al público en diciembre.

"El gobierno nos puso azúcar en la boca y nos la sacó antes de que la pudiéramos tragar", comentó Luciana Oliveira Pimentel, una trabajadora social del Deodoro, mientras sus hijos jugaban en una piscina de plástico. "Una vez que terminaron los Juegos Olímpicos, nos dieron la espalda".

Es frecuente que los funcionarios olímpicos y organizadores locales hagan alarde del legado de los Juegos — los beneficios residuales que una ciudad y un país experimentarán mucho después de finalizadas las competiciones. A menudo, la población y los economistas independientes, los que arguyen que las ofertas olímpicas se arman sobre dinero público desaprovechado, reciben esas proyecciones con escepticismo.

Rápidamente, Río se ha convertido en el caso de promesas incumplidas y abandono más reciente y, quizá, más impactante.

"Está totalmente desierto", dijo Vera Hickmann, de 42 años, quien, hace poco, estaba en el Parque Olímpico con su familia. Se lamentó de que aun cuando el área está abierta al público, le faltan los servicios básicos.

La decadencia de los sitios olímpicos se está dando mientras una crisis financiera envuelve a los gobiernos federal, estatales y municipales. "La nación está en crisis, Río de Janeiro está en crisis; es tiempo de ser cautelosos", les dijo Marcelo Crivella, el alcalde que tomó posesión el 1° de enero, a los miembros del consejo municipal entrante. "Está prohibido gastar", añadió.

Después de los Juegos, el ayuntamiento de Río realizó una subasta para que las empresas privadas pujaran para administrar el Parque Olímpico, sin embargo, no hubo postores. Por ello, el Ministerio del Deporte, una dependencia del gobierno federal, se quedó con la carga financiera. Su titular, Leonardo Picciani, dijo en una entrevista que el objetivo del ministerio es encontrar una empresa privada que se haga cargo del Parque, pero, dado que no ha habido interés, es responsabilidad del gobierno darle mantenimiento a esos sitios.

Picciani también dijo que los estadios no se convertirían en reliquias onerosas y señaló que están programadas para este año varias actividades deportivas en el Parque Olímpico, junto con programas de entrenamiento deportivo.

Renato Cosentino, investigador del Instituto de Planeamiento Regional y Urbano en la Universidad Federal de Río dice que el Parque Olímpico "nació como elefante blanco" porque se construyó en un remoto suburbio acaudalado, donde vive cerca del 5% de los 6.3 millones de habitantes de Río.

Maracaná. el estadio icónico de Río, donde se realizaron las ceremonias de inauguración y cierre, también se está deteriorando: la cancha tiene un color marrón, se quitaron varios miles de asientos y se le debe casi un millón de dólares a la empresa eléctrica. Maracaná S.A., el consorcio que normalmente administra el estadio, dice que Río 2016 y el gobierno estatal no cumplieron con su parte del contrato en el que se estipulaba que debían darle mantenimiento al estadio y devolverlo tal como lo habían recibido.

Solo vendieron 260 de 3.604 unidades.

Ni siquiera se han materializado las expectativas de los desarrolladores. Las constructoras Carvalho Hosken y Odebrecht se hicieron cargo de los proyectos para construir la villa para los atletas con la esperanza de vender los apartamentos como condominios de lujo después de los Juegos Olímpicos, porque contaban con que la zona se convertiría en un barrio deseable para la elite de Río de Janeiro. En el complejo de 31 torres de 17 pisos que integra la villa, solo se han vendido 20 unidades desde el inicio de los Juegos en agosto, con lo cual el total vendido es de 260 de los 3.604 apartamentos.

Con un movimiento rápido para comercializar los apartamentos antes de que Carvalho Hosken sea responsable del pago mensual de los intereses por cerca de US$ 6.5 millones (antes pagaba el comité organizador), la empresa está en vías de cerrar un acuerdo con el gobierno de Río para venderlos a funcionarios públicos —como es el caso del personal militar—, a precios con descuento y bajas tasas de interés, indicó el diario brasileño O GLOBO.

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El estadio donde se realizaron las competencias de natación muestran el proceso de deterioro. Foto: AFP.

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