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Irma se disipa pero ya dejó 55 muertos

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Estiman en hasta 40.000 millones de dólares los daños en el Estado de Florida. Foto: Reuters
Local residents look at a collapsed coastal house after Hurricane Irma passed the area in Vilano Beach, Florida, U.S., September 12, 2017. REUTERS/Chris Wattie STORM-IRMA/
CHRIS WATTIE/REUTERS

LOS EFECTOS DEL HURACÁN

Solo en el estado de Florida hay 15 millones sin energía eléctrica.

Los residentes que volvieron ayer martes a los Cayos de Florida comprobaron que el huracán Irma destrozó casas rodantes como si fueran latas de refresco.

Irma, uno de los huracanes más poderosos registrados en el Atlántico, dejó 43 muertos a su violento paso por el Caribe y al menos otros 12 en Florida, Georgia y Carolina del Sur. En total, 55 fallecidos.

En el Cayo Islamorada, una de las tres islas adonde las autoridades permitieron ayer martes que los residentes regresaran, las paredes de aluminio de los remolques habían sido arrancadas por la tormenta, exponiendo camas y cocinas a la luz del sol.

Autoridades locales dijeron a unos 90.000 residentes de Miami Beach y de algunas partes de los Cayos de Florida que podían regresar a casa, pero les advirtieron que no se quedaran a dormir ahí. Irma llegó a los Cayos el domingo con vientos sostenidos de más de 215 kilómetros por hora.

Los Cayos de Florida son un arrecife de islas coralinas que se extienden 180 kilómetros desde el sur del estado y están conectadas por 42 puentes sobre el mar, que este martes estaba plácido y tan azul como el cielo despejado. La zona es un paraíso para los amantes de los deportes acuáticos, con sus pueblos playeros de aspecto rústico y sus característicos buzones de correo en forma de manatí, casi todos derribados por Irma.

Millones de hogares y negocios permanecían sin electricidad y en algunos casos el servicio podría seguir cortado hasta el 22 de septiembre. Según la Agencia federal de gestión de emergencias (FEMA), unas 192.000 personas estaban todavía en refugios en Florida y poco más de 7.000 en el vecino estado de Georgia. En Florida, 15 millones de personas continuaban sin energía eléctrica, así como más de un millón en Georgia y 300.000 en Puerto Rico.

Irma fue degradado a depresión post tropical y se disipaba ayer martes, dijo el Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Estados Unidos. En su momento de mayor intensidad, el huracán obligó a la evacuación de 6,5 millones de personas, la más multitudinaria en la historia de Estados Unidos.

"Hay muchas áreas que uno nunca habría pensado que iban a inundarse, que se inundaron", dijo el gobernador de Florida, Rick Scott.

El huracán azotó Estados Unidos poco después de Harvey, que barrió Houston a fines del mes pasado matando a cerca de 60 personas y provocando daños por unos 180.000 millones de dólares, debido sobre todo a inundaciones.

El portaaviones estadounidense Abraham Lincoln llegó ayer martes a la costa este de Florida y dos barcos anfibios iban en camino para ayudar a Los Cayos.

Varios aeropuertos importantes en Florida reanudaron servicios limitados, incluida la terminal internacional de Miami, una de las más ajetreados de Estados Unidos.

Los daños por Irma a propiedades aseguradas en Florida oscilarán entre 20.000 millones y 40.000 millones de dólares, estimó la firma de evaluación de catástrofes AIR Worldwide. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, dijo en una conferencia en Nueva York que la tormenta acabaría impulsando el crecimiento gracias a la reconstrucción.

Mientras en Cuba intentaban volver a la normalidad, los territorios europeos en las Antillas recibían al presidente francés Emmanuel Macron, así como al ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, y al rey de Holanda, Guillermo Alejandro, muy criticados por la falta de ayuda para enfrentar la catástrofe.

Irma destruyó cerca de un tercio de los edificios en la parte holandesa de la isla de San Martín, en el Caribe, en su paso hacia Florida, dijo ayer martes la Cruz Roja holandesa.

La Organización Mundial de la Salud dijo este martes que miles de personas se han quedado sin techo y necesitan urgentemente ser alojadas, en especial en las Antillas orientales.

Aún restan dos meses y medio para que termine la actual temporada de huracanes del Atlántico.

El CNH está siguiendo de cerca a otro ciclón, José, que se desplaza por el Caribe y actualmente se ubica a unos 1.130 kilómetros del continente.

Muchos científicos están convencidos de que detrás de la descomunal magnitud de los huracanes Harvey e Irma está el cambio climático, pero, técnicamente, todavía no pueden decirlo alto y claro. Los elementos de prueba están allí: subida del nivel del mar, "boom" de las temperaturas oceánicas, cambios atmosféricos, modelos informáticos que confirman la tendencia...

Pero falta un dato concluyente: la observación de ciclones durante un periodo suficientemente largo.

En resumen, es como si todos los elementos apuntaran al acusado de un crimen, pero faltaran sus huellas sobre el arma.

"Es muy frustrante", considera Dann Mitchell, especialista en circulación atmosférica de la Universidad de Bristol, en Gran Bretaña. "Todavía no podemos decir con un 100% de certeza que lo que reforzó la intensidad de Irma fue el cambio climático, mientras que para otros fenómenos, como las canículas, ya podemos", explica.

"La física es muy clara: los huracanes alimentan su energía destructora con el calor del océano", subraya Anders Levermann, profesor de la Universidad de Potsdam, en Alemania, que recuerda que las temperaturas del planeta aumentan debido a "las emisiones de gases de efecto invernadero ligadas a la combustión del carbón, el petróleo y el gas".

James Elsner, profesor de Ciencia atmosférica en la Universidad Estatal de Florida, argumenta que "a nivel mundial, observamos que en estos últimos 30 años, las tormentas más fuertes se reforzaron debido al calentamiento de los océanos".

Los expertos disponen también de un seguimiento a nivel mundial de los océanos, cuyo nivel aumentó un promedio de 20 cm desde los años 1880 y el inicio de la Revolución industrial.

Pero todos estos argumentos, aunque son pruebas razonables, no son medidas directas sobre los huracanes y, por ello, los científicos no son por ahora tajantes.

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