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Investigación por la trama rusa avanza sobre finanzas de Trump

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Donald Trump
Donald Trump.
Foto: AFP

El fiscal especial Mueller reunió un equipo de cazadores de espías y expertos del FBI.

Durante los dos últimos meses, el fiscal especial Robert Mueller, designado para investigar el escándalo con Rusia, ha estado trabajando en silencio en una oficina de un edificio del gobierno en el centro de Washington. Pero aun sin pronunciar una palabra, este exdirector del FBI, de 72 años, inquieta profundamente a la Casa Blanca, y especialmente a Donald Trump, a quien apunta su investigación.

Designado a mediados de mayo por el secretario de Justicia para dirigir la investigación federal sobre si los colaboradores de Trump coludieron con Moscú para influenciar en la elección presidencial de 2016, Mueller ha formado un equipo con más de doce sólidos investigadores que incluye a un experto en dar la vuelta a testigos de la mafia, un especialista en lavado de dinero y un experimentado fiscal.

Desde mayo, han estado entrevistando discretamente a testigos y compilando documentos para determinar si existen vínculos entre los principales asistentes de la campaña de Trump, los miembros de su familia, y probablemente el propio presidente, y las interferencias rusas en las elecciones.

Después de desestimar dicha investigación durante meses por “ridícula” y con “informaciones falsas”, Trump puso al descubierto su preocupación la semana pasada, arremetiendo contra el Departamento de Justicia y su fiscal general, Jeff Sessions, a raíz de la interminable controversia por sus eventuales relaciones con Rusia.

El presidente apuntó especialmente a Mueller. En una entrevista con The New York Times, Trump se quejó de que un día después de haber entrevistado a Mueller para sustituir al expulsado jefe del FBI James Comey, éste decidiera aceptar el trabajo de investigar el escándalo ruso. Según el periódico, los abogados personales y los colaboradores de Trump comenzaron a hurgar, además, en la vida de los investigadores reclutados por Mueller con el fin de desacreditarlos.

Cualquier fiscal encargado de la Presidencia tiene que aguantar una gran cantidad de presión política, explica Randall Samborn, un fiscal que participó en la investigación que apuntaba al peso pesado de la política, el vicepresidente Dick Cheney, en la década de los 2000. Pero si alguien es capaz de gestionar esta presión, dice Samborn, éste es Mueller.

Un exmarine herido en la guerra de Vietnam, Robert Mueller es también un veterano de los procesos judiciales pesados, incluyendo el proceso del expresidente panameño Manuel Noriega o el del mafioso John Gotti.

Nombrado a la cabeza del FBI una semana después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, en los años que siguieron convirtió a la institución en una poderosa agencia anti-terrorista.

Mueller y Comey se enfrentaron al presidente George W. Bush en 2004 por un programa secreto de vigilancia doméstica ilegal. Ante el riesgo de verse despedidos, forzaron a Bush a ajustar sus planes.

Es el tipo de entereza que ha cosechado el reconocimiento de Mueller tanto por el sector republicano como por el demócrata durante años.

“No creo que haya una preocupación legítima acerca de Bob Mueller”, estimó Ken Starr, cuya investigación de los años 90 casi obliga a Bill Clinton a abandonar la Casa Blanca.

“Mueller es un pilar de las comunidades legales y políticas de Washington”, señaló el exfiscal Andrew McCarthy en la conservadora National Review.

Desde mayo, el equipo de Mueller de expertos fiscales federales, investigadores del FBI, cazadores de espías y perseguidores de caudales financieros, ha estado hablando con testigos y compilando informes.

Y parece que la investigación está yendo más allá del asunto de la colusión con Rusia.

Según los informes, Mueller está mirando el pasado de la actividad inmobiliaria de Trump y sus declaraciones de impuestos, posibles casos de lavado de dinero en ayudas de campañas, perjurio y obstrucción a la Justicia, entre otros delitos posibles.

Su investigación, así como las paralelas de los comités de Inteligencia de la Cámara de Representantes y el Senado, se han extendido a las ayudas de campaña del círculo más cercano de Trump, incluyendo a su hijo Donald Trump Jr. y a su yerno Jared Kushner.

En este contexto, medios estadounidenses señalan que varios aliados de Trump evalúan la posibilidad de perdones presidenciales para los involucrados y buscan maneras de desacreditar la investigación de Mueller, que el presidente ha tildado de “cacería de brujas”.

La Casa Blanca rehusó descartar la posibilidad de que Trump despida a Mueller, una decisión que desataría una tormenta política y quizás una crisis constitucional.

Kushner, yerno y asesor de Trump, comparecerá este lunes y martes a puertas cerradas ante las comisiones del Congreso que investigan la trama rusa, hoy, ante la comisión de Inteligencia del Senado, y el martes ante la misma comisión de la Cámara de Representantes.

En tanto, el hijo de Trump y Paul Manafort, exdirector de campaña, se encuentran en negociación con la Comisión de Justicia del Senado. Esta comisión celebrará el miércoles una audiencia sobre Rusia pero la participación de Donald Jr. y Manafort no ha sido confirmada.

Reproche.

Donald Trump acusó ayer domingo a los republicanos del Congreso de hacer “muy poco” para protegerle, y volvió a criticar la investigación sobre los supuestos lazos con Rusia de su campaña electoral en 2016. “Es muy triste que los republicanos, incluidos algunos que aprovecharon mi ascenso para llegar adonde están, hagan muy poco para proteger a su presidente”, escribió Trump en un tuit, sin especificar a quiénes se refería. “A medida que continúa la falsa caza de brujas rusa, hay dos grupos que se ríen de todo esto, que es una excusa por haber perdido las elecciones (de 2016), ¡los demócratas y los rusos!”, tuiteó Trump en otro mensaje.

Scaramucci empezó su limpieza en la Casa Blanca.

Anthony Scaramucci, el nuevo director de comunicaciones del presidente Donald Trump, dijo ayer domingo que una de sus primeras tareas será frenar las filtraciones de información y que el que no acate será despedido de la Casa Blanca. “Soy un hombre de negocios, por lo que tomaré medidas dramáticas para frenar esas filtraciones”, dijo Scaramucci en el programa Fox News Sunday. El funcionario dijo también al programa Face the Nation del canal CBS que quienes realizan las filtraciones son “realmente antiestadounidenses”, y que reunirá a su equipo hoy lunes para hablar del tema.

“Si sigue habiendo filtraciones, despediré a todo el mundo”, añadió.

La contratación de Scaramucci, un financiero de Wall Street y recaudador de fondos para los republicanos, lleva un estilo combativo a la oficina de prensa de la Casa Blanca en momentos en que Trump critica investigaciones sobre si su campaña presidencial del 2016 se coludió con Rusia.

El secretario de prensa de la Casa Blanca Sean Spicer, renunció tras la designación del nuevo director. Scaramucci, quien en el pasado apoyó a los demócratas, pasó gran parte del fin de semana borrando sus tweets sobre temas contrarios a la política de Trump. Scaramucci escribió en la red social que “opiniones pasadas evolucionaron y no deberían ser una distracción”. (Reuters, AFP)

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Donald Trump. Foto: AFP

LA CASA BLANCA EN VILOPaul Handley - AFP / Washington

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