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Incendio revela trama macabra en Argentina

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Aunque la Policía custodiaba el taller clandestino, dueños pudieron borrar pruebas. Foto: La Nación.

Primero llegó la denuncia de los vecinos de los talleres clandestinos en los que se explota a miles de personas en Buenos Aires. No pasó nada. Después, la semana pasada, en uno de esos talleres murieron dos niños, de 7 y 10 años, atrapados en un incendio. Murieron abrazados con su perro al lado.

Era imposible salir: todas las ventanas estaban tapiadas, y en la única salida había una persiana, una reja y una puerta. Se armó un cierto escándalo mediático, pero tampoco pasó nada.

Más tarde llegó el lamento del Papa, que nació y vivió en Flores, a pocas manzanas de la esquina en la que murieron los niños, hoy decorada con pintadas de "basta de trabajo esclavo", "ni un pibe menos", "esta ropa huele a muerte".

Impunes.

Y el miércoles por la tarde, con la Policía en la puerta teóricamente custodiando el taller, alguien logró incendiarlo de nuevo, esta vez por completo, en un aparente intento de borrar pruebas. "Eso es porque detrás de esto tiene que haber una marca importante, si no, no se tomarían la molestia", se indigna Omar Ruiz, un vecino que lleva años denunciando estos talleres a través de la organización La Alameda, que dirige el concejal Gustavo Vera.

Este grupo ha denunciado a 113 marcas importantes de ropa como beneficiarias de este trabajo esclavo, entre ellas Adidas, Puma y Zara, que rechazan estar involucradas. Los agentes que estaban en la puerta custodiando el taller se hicieron los sorprendidos. ¿Cómo ha podido pasar esto con ustedes delante?, le preguntaron a uno. "Y, yo qué sé, nunca se sabe", se encogió de hombros. Aunque llegaron dos coches de bomberos, el taller quedó totalmente abrasado y será difícil encontrar pruebas entre los restos.

La Alameda denuncia que la policía está en connivencia con los dueños de los talleres, solo eso explica que no los desmantelen pese a estar identificados. También acusa de inacción al Ayuntamiento de Buenos Aires. Cuando entran en alguno que logran desmantelar, el panorama que encuentran es desolador, explican el activista Omar y su hija: catres apilados, cuchitriles donde viven hasta 20 familias en casas pensadas para una sola. Prácticamente no salen, trabajan sin parar dominados por sus patrones, que les suelen retirar los documentos. Suelen ser casi todos inmigrantes irregulares.

Omar explica que su abrigo de marca cuesta en el mercado 300 euros. Sin embargo, al trabajador que lo hace en uno de estos talleres le pagan 1,50 euros la pieza. En un bar en la misma calle, mientras arde el taller, se oye a un argentino negociando por teléfono: "Tengo 800 camperas, son buenas, tienen la etiqueta de Zara y todo, es un buen negocio".

En estos centros clandestinos, hasta 3.000 en toda Buenos Aires, son dominados por surcoreanos pero con trabajadores en su mayoría bolivianos, se fabrica de todo: piezas buenas de marcas importantes, falsificaciones, y también ropa sin marca. La ropa es muy cara y se ha convertido en un gran negocio.

Se vende en La Salada, el mayor mercado negro de América, y también en la avenida Avellaneda, a menos de 400 metros de los talleres, donde hay más de 2.000 locales y 800 manteros. Toda una industria. Por eso se colocan aquí, tan cerca, en un barrio residencial donde es más fácil ocultar talleres dentro de casas aparentemente normales. La historia de explotación continúa, las huellas del último escándalo ya se han borrado y ahora solo queda esperar al próximo.

El papa Francisco comunicó su dolor por lo ocurrido con los niños: "A todos Ustedes que están reunidos para orar por Orlando y Rodrigo Camacho les hago llegar mi cercanía y los acompaño en el dolor y el sufrimiento. Lo sucedido me causa mucho dolor. Estoy junto a Ustedes y pido al Señor nos ayude a que nunca más sucedan estas cosas, fruto de injusticias. Con afectuoso cariño. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide", expresó Francisco.

La Salada puso al país en la "lista negra".

La feria de la Salada y las denominadas "saladitas" volvieron a poner al país bajo la lupa de Estados Unidos por la piratería de todo tipo de productos. Según el último informe difundido por el Departamento de Comercio de la Casa Blanca, fechado en abril pasado, la Argentina no solo integra la lista negra, sino que está señalada como "objetivo prioritario". Es comparado con países como Venezuela, Chile, Ecuador, China, Kuwait y Argelia, entre otros. Estos países, en total 37 de todos los continentes, son destinos sobre los que el gobierno de EE.UU. alerta a sus empresarios a la hora de hacer negocios relacionados con la propiedad intelectual. La Argentina está en la lista desde hace años y, según el propio informe, "sigue presentando, de muy de larga data, una serie de deficiencias conocidas". El informe señala la inacción del gobierno nacional y también apunta a que los procesos judiciales por piratería no avanzan. "La Policía argentina no toma acciones de oficio, los procesamientos se estancan, los casos se revuelcan en formalidades excesivas y, aunque una investigación penal pue-de alcanzar el juicio, los infractores reciben sentencias disuasorias".

"La Salada es uno de los mayores mercados al aire libre en América Latina que ofrece mercancías falsificadas y pirateadas, y sigue creciendo", destaca el informe. "Los recientes esfuerzos de la Ciudad de Buenos Aires para combatir la creciente anarquía en el mercado reciben poca ayuda del Gobierno nacional", añade. LA NACIÓN/GDA

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Aunque la Policía custodiaba el taller clandestino, dueños pudieron borrar pruebas. Foto: La Nación.

Destruyen taller clandestino y murieron dos niños esclavos

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