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Furia turca que empuja votos

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Teóricamente, el presidente turco debiera desear que en los países más fuertes de Europa no lleguen al poder los líderes ultraderechistas, porque son islamófobos y propugnan discriminar a los musulmanes que ya son ciudadanos, deportar a los que aún no tienen ciudadanía y prohibir el ingreso a los que intentan entrar, aunque sean desesperados refugiados de guerra.

Desde que Atatürk creó la república moderna y laica, Recep Erdogan es el primer líder islamista que la gobierna, con la efímera excepción de Necmettin Erbakan entre 1996 y 1997.

Erdogan y Abdulá Gül, el otro impulsor del fundamentalismo moderado, llevaron al poder una fuerza política que se proclamaba reflejo musulmán de los partidos democristianos de Occidente. Sin embargo la desmesurada embestida contra el gobierno holandés, al que llamó nazi y con el cual cortó las relaciones diplomáticas, solo podía favorecer al ultradere-chista y archienemigo de los musulmanes Geeret Wilders.

La razón de semejante ataque al gobierno de Holanda, encabezado por Mark Rutte, el candidato liberal para cortar el avance a la ultraderecha xenófoba en las elecciones de ayer, fue la prohibición de los actos que ministros llegados desde Ankara intentaron realizar para recolectar votos entre los turcos que viven en ese país, con vistas al referéndum con que Erdogan procura acelerar la "sultanización" de su poder.

Lo mismo hizo Alemania y el presidente turco calificó de nazi al gobierno de Angela Merkel, cuya candidatura intentará detener el avance de Alternativa para Alemania, la versión germana de lo que Wilders representa en Holanda y Marine Le Pen en Francia.

Una embestida tan desmesurada por parte de un gobierno musulmán, solo puede favorecer a los candidatos xenófobos. Y está claro que el resultado electoral holandés puede tener un efecto dominó en la elección que tienen por delante los franceses, cu-yo resultado influirá, a su vez, en la votación que a renglón seguido se realizará en Alemania.

Favorecer a los candidatos ultraderechistas es favorecer a las fuerzas anti Unión Europea y antiglobalización. Debilitar la UE y desarmar la aldea global es un objetivo geoestratégico de Rusia. Para ello, cuenta con el apoyo explícito de Donald Trump y con la acción del Brexit. ¿También Erdogan trabaja para Vladimir Putin?

LA BITÁCORA

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