El rumor de un "golpe" contra la presidenta Dilma Rousseff, preparado por la oposición de derecha, movilizó ayer a sindicatos y organizaciones sociales afines al gobierno del PT.

El principal analista político de O Globo, Ricardo Noblat, uno de los principales del país, anticipó en algunos de sus ar-tículos que la mandataria no completaría su período y podría caer antes de octubre.

"No todos los días se derrumba un presidente de la República con base en la ley. Aquí, solo uno fue derrocado de esa forma: Fernando Collor. La fuerza bruta derribó a los otros", señala Noblat en una columna de su blog titulada "Un gobierno a la espera del fin".

"Con un único dígito de aprobación, abandonada por el Partido de los Trabajadores (PT) que la detesta y por Lula que pasó a rechazarla, Dilma pediría la cuenta. No vale suponer que una exguerrillera, teniendo probado los padecimientos de la tortura, sería incapaz de batirse en retirada. ¿Por qué no?", continúa el análisis.

Noblat especula incluso con la conveniencia para el mayor partido opositor, el PSDB de Aécio Neves, "del juicio político a la dupla Dilma-Michel Temer (el vicepresidente) con el llamado de nuevas elecciones en 90 días".

Según la información en poder del analista, el presidente de la Cámara de Representantes, Eduardo Cunha y Neves ya han mantenido conversaciones acerca de cómo encarar ese período de transición. En cambio el senador José Serra y el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, preferirían que Temer se mantuviera en la presidencia para conseguir llegar a 2018 con chances de disputarla en las elecciones.

Noblat también se refiere al papel del expresidente y líder del PT, Luiz Inácio Lula Da Silva, y recuerda que hace veinte días no tuvo reparos en atacar a Dilma Rousseff y su gobierno. Según Noblat, Lula sabe ya que la presidenta "no tiene salvación" y hace sus cálculos. "Si pudieran, Lula y el PT se pintarían para la guerra y volverían a ser oposición. Hasta 2018 tendrían tiempo para armar un frente de partidos de izquierda que apoyaría la candidatura de Lula presidente. U otra candidatura", apunta.

En el centro de todo esto, además de la crisis recesiva que golpea al gigante sudamericano, se encuentran dos de los mayores escándalos de corrupción de la historia brasileña. La trama Petrobras, que alcanza de lleno a la primera línea del PT y grupos aliados, puso al descubierto el flanco de la financiación de las campañas electorales. Y, anterior a este, el llamado "Mensalão", que hasta el día de hoy Lula niega. Y este podría ser el quid del asunto, ya que colocaría a Rousseff en la necesidad de presentar dimisión. En este sentido, Noblat se pregunta si el Tribunal de Cuentas de la Unión rechazara la rendición de cuentas del año pasado y este rechazo fuera aprobado por el Congreso no colocaría a la presidenta en la necesidad de renunciar. "¿Sería un golpe?", se pregunta.

Precisamente en los últimos días tanto el PT como las organizaciones sociales afines al partido de izquierda, han salido a agitar la idea de un "golpe". En tal sentido Noblat recuerda que insistir por esa vía no es conducente, ya que a través de los "medios legales" no se podría hablar de un "golpe".

Una serie de indicios objetivos muestran un panorama por demás preocupante. La popularidad de Rousseff se encuentra en su piso más bajo, comparable al que llegó Collor de Mello en la cresta de la ola del escándalo que lo volteó. La economía del país experimentará una contracción del 1,5% para el cierre de este año.

El cuadro financiero no presenta mejores datos. Los ahorristas brasileños hicieron en el primer semestre de este año retiros de sus cuentas de ahorro por valores que superaron los depósitos en 38.542 millones de reales (unos US$ 12.847,3 millones), un volumen récord de fuga de recursos para el período, según el Banco Central.

Varios movimientos sociales y sindicatos de izquierdas manifestaron ayer su rechazo contra los supuestos intentos de un "golpe" contra la presidenta Dilma Rousseff, que atribuyen a las fuerzas de la derecha. El manifiesto está firmado por 28 grupos populares, sindicales y religiosos, entre ellos el Movimiento de los Sin Tierra (MST), la mayor organización campesina del país, y la Comisión Pastoral de la Tierra, organismo vinculado al Episcopado brasileño. Además está firmado por 10 diputados federales o regionales del Partido de los Trabajadores (PT), y por decenas de signatarios a título individual. El manifiesto acusó los "reiterados intentos" de algunos sectores de la oposición y de la prensa de crear "pretextos artificiales" para la "ruptura de la legalidad democrática". Algunos sectores opositores exigen abrir un juicio político con miras a la destitución de Rousseff por su supuesta responsabilidad en el escándalo de corrupción en la estatal Petrobras, por el que han sido detenidos exdirectivos de la petrolera y empresarios, y por el que se investiga a unos 50 políticos. El vicepresidente brasileño, Michel Temer, afirmó que es "impensable" que pueda abrirse un proceso de destitución contra Rousseff, aunque dijo estar "muy preocupado" porque esa idea está siendo "patrocinada" por varios sectores. El grupo también denunció el modo en el que la Justicia conduce el caso; calificó de "justicieros" al magistrado Sergio Moro, el juez responsable de la investigación de Petrobras, y a la fiscalía.

No creen que la presidenta brasileña complete su mandato