Oporto es conocida por su arquitectura y callejuelas con un aire de sublime decadencia, así como sus imponentes puentes sobre el río Duero.

Se puede tomar una embarcación para navegar por él. El Puente Don Luis I es considerado uno de sus mayores atractivos. Otra actividad que no se puede dejar pasar es realizar caminatas por sus calles llenas de azulejos, o visitar su Catedral, la Iglesia y Torre de los Clérigos, entre otros.

Otros imperdibles en la ruta cultural son la Plaza de Don Pedro IV y el castillo de San Jorge. No se puede dejar de pasear por sus barrios, tan disímiles entre sí como cautivadores. Destacan Barrio Alto, Chíado y Alfama. En este último se puede disfrutar de la música típica de Portugal, el fado, en una de sus tradicionales tascas.

Los amantes de la arquitectura la pasarán de maravillas visitando sus palacios y castillos. Uno de los más famosos es el Palacio da Pena, considerada una de las principales residencias de la familia real portuguesa durante el siglo XIX. Este destino completa el viaje, visitando el Castillo de los Moros y el Palacio Nacional.

Cada uno de sus 16 municipios, combina aguas cristalinas, singulares formaciones rocosas y un vibrante ambiente nocturno. Algunas de sus playas más famosas son Albufeira, Quarteira, Vilamoura, Praia da Rocha y Lagos. 

Antiguamente fue la capital de Portugal, por lo que conserva monumentos y edificios históricos denominados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que la convierten en una excelente alternativa para los turistas.