Cataluña es una región nororiental con 7,5 millones de habitantes (16% de la población de España), representa el 19% del Producto Interno Bruto y el 25% de las exportaciones del país.

Por tanto, el enfrentamiento actual tiene profundas implicaciones para España, no solo por lo que representa la región, sino también porque se produce mientras el país se encamina hacia las elecciones generales convocadas para el 20 de diciembre, para elegir al nuevo Parlamento y de las que también surgirá el futuro gobierno. El presidente Mariano Rajoy se juega la reelección y fundamenta su campaña en la recuperación de España como consecuencia de la política económica aplicada por su gobierno, en tanto el PSOE, con el renovado liderazgo de Pedro Sánchez, quiere reconquistar el poder y cambiar aspectos fundamentales de las políticas actuales, como es la política de empleo. Ciudadanos con la conducción de Albert Rivera como tercera fuerza nacional y Podemos, con Pablo Iglesias, ponen en apuros el dominio bipartidista.

La disputa ha permitido a Rajoy, ante la fragmentación del panorama político español, presentarse como el guardián y garante de la integridad de España.

El reto a la unidad de España está planteado, en Cataluña, desde el 11 de septiembre de 2012, cuando un millón y medio de personas marcharon por Barcelona reclamando la independencia —la Diada se ha reiterado por cuatro años consecutivos— y ha tenido una sucesión de hechos polémicos hasta llegar a la presentación de la moción separatista en el nuevo Parlament, el 27 de octubre. La Mesa del cuerpo legislativo regional ya autorizó la discusión y votación de la moción en el plenario.

Las fuerzas independentistas, si bien unidas por ese objetivo, tiene una discordancia. Junts Pel Si propone a Artur Mas para el nuevo periodo de gobierno, pero CUP (Unidad Popular), cuyos votos necesita opara esa investidura, se opone porque lo vincula a supuestos casos de corrupción y una política de recortes sociales.

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