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Cariocas desafían la crisis en las calles al ritmo de samba

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Las calles de Río de Janeiro se han convertido en el escenario para que sus habitantes se diviertan en las jornadas de carnaval. Foto: Reuters.
PILAR OLIVARES

El mayor Carnaval del mundo recibe un millón de turistas en cinco días.

La economía se derrumba, las arcas públicas están vacías y las protestas en las calles son cada vez más violentas. ¿Pero qué hace Río de Janeiro en estos días? ¡Sambar!

El mayor Carnaval del mundo arrancó la noche del viernes como la anestesia perfecta para una ciudad en crisis, que ya casi ni se acuerda de sus dorados Juegos Olímpicos y que espera recibir un millón de turistas y tener ingresos por 1.000 millones de dólares hasta el miércoles de ceniza.

Aún cuando decenas de grupos de Carnaval callejeros —conocidos como blocos— hace semanas que calientan el ambiente, fue un inicio de carnaval atípico en la Cidade Maravilhosa: por primera vez en la historia no fue el alcalde quien entregó las llaves de la ciudad al Rey Momo, monarca de todos los excesos, que simbólicamente dirigirá Rio durante las jornadas de fiesta.

Marcelo Crivella, el exobispo evangélico que asumió el cargo en enero, podría incluso viajar y esquivar así la mayor festividad de la ciudad, reforzando la idea de que este maratón de baile, alcohol y seducción no es del agrado de esta creciente religión puritana.

Muchos cariocas no le perdonan este esquinazo ni le perdonarían la ausencia de los majestuosos desfiles de las doce escuelas de samba del llamado "grupo especial" en el Sambódromo, a los que asistió religiosamente cada año su antecesor Eduardo Paes, cerveza en mano.

El Rey Momo, entonces, recibió las llaves de parte de la secretaria de Cultura de Rio, Nilcimar Nogueira. Ni rastros del alcalde evangélico.

"Su esposa está enferma", declaró la secretaria al enjambre de periodistas que le preguntaba por el edil.

"Está con una gripe muy fuerte", reforzó el jefe de turismo de la ciudad, Marcelo Alves.

Aunque llevaban días evitando confirmar si Crivella estaría presente en la ceremonia, es primera vez que las autoridades de Rio hacen referencia a la salud de su esposa.

Recesión.

El Carnaval de las vacas flacas, en medio de la peor recesión del país en un siglo, no sólo ha obligado a las escuelas de samba a desplegar ingenio para decorar sus enormes camiones y vestir a más de 3.000 participantes.

La falta de fondos o la inseguridad también dejó sin fiesta al menos a 37 ciudades, según el diario Folha de São Paulo.

Una decena de localidades en Espíritu Santo, vecino de Río, se quedaron sin Carnaval después de que una huelga policial detonara una ola de violencia que dejó 140 muertos sólo en una semana a inicios de mes.

En Río, donde cinco millones de personas participarán de la mayor fiesta a cielo abierto del mundo, también la violencia es recurrente.

Además de los homicidios que ocurren periódicamente aupados por la desigualdad social, en las últimas semanas proliferaron las manifestaciones violentas contra los planes de austeridad del gobierno estatal por las mismas calles que ahora se convierten en escenario donde una multitud bailará y cantará al ritmo de los blocos.

Sin embargo, el gobierno del presidente Michel Temer decidió retirar el miércoles el refuerzo de 9.000 militares que durante nueve días patrulló con equipos de camuflaje y gran armamento sitios turísticos como las playas de Copacabana, ante una extinguida huelga policial.

Este será, de hecho, el primer Carnaval de Temer tras el juicio político que terminó con la destitución de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff.

Crítica.

Y tendrá un fuerte tono político en las calles, donde este viernes desfilará el Bloco Popular "Fora Temer".

Pero el Sambódromo tampoco escapará de lanzar sus dardos al ritmo de la samba.

Frente a más de 70.000 personas, las escolas plantean este año algunos temas espinosos.

Mangueira, la campeona del año pasado y una de las más populares, dedicará su enredo (tema) a la diversidad religiosa, con una exaltación a la umbanda y el candomblé que denuestan los evangélicos.

La escuela São Clemente paseará por la avenida Sapucaí las vergüenzas de la corrupción evocando la historia de un ministro del Rey francés Luis XIV, que a muchos brasileños les resultará familiar al comportamiento de algunos políticos dentro del megaescándalo a Petrobras.

Aunque, sin duda, la crítica más frontal será la de la escuela Imperatriz Leopoldinense contra los poderosos empresarios agrícolas, que le ha valido fuertes críticas a su colorido homenaje a la naturaleza y a las tribus del Parque Indígena de Xingú.

"El Carnaval parece una fiesta pero es mucho más que eso", dice el escritor Gregorio Duvivier, un prominente participante del Carnaval de calle y uno de los creadores del popular portal humorístico Porta dos Fundos.

"Muchas veces nos hace sublimar por unos días los problemas y el Carnaval es más grande en un momento de crisis porque es más necesario, porque sirve para unir el país en las calles", apunta.

Salón.

La fiesta, por cierto, se vive intensamente no solo en Río de Janeiro, sino también en otras zonas del país.

Desde la norteña ciudad de Recife hasta Minas Gerais, en el sureste, millones de hombres, mujeres y niños pusieron pausa a una crisis económica devastadora y dejaron de lado el tembladeral político que aqueja al país para armar una fiesta a cielo abierto, que comenzó el viernes por la noche y cerrará el miércoles después del mediodía.

En Recife, "Galo de Madrugada" se jacta de ser el mayor "bloco" callejero del mundo. Sus acólitos apuestan a reunir dos millones de personas este sábado, el día en que el Carnaval recorre los barrios lejos de los majestuosos sambódromos.

São Paulo, el centro económico del gigante sudamericano, es otro inmenso salón de baile, donde llovía espuma sobre una multitud que mezclaba torsos desnudos, plumas, máscaras, falsos Freddies Mercurys, tiaras doradas y, claro, alcohol mañanero.

Bajo la Virgen de Aparecida.

El Carnaval de São Paulo abrió sus puertas al mundo y lo hizo rendido a los pies de la virgen de Aparecida, la patrona del país, quien, como recordó un samba, lleva 300 años llenando de "amor y fe el corazón del pueblo brasileño".

La escuela Unidos de Vila María dedicó su desfile a la "reina de Brasil", el principal icono de la fe religiosa brasileña y cuya estatuilla, cuenta la leyenda, fue hallada por un grupo de pescadores hace tres siglos en las aguas del río Paraíba do Sul. Esa fue la primera escena del desfile, el cual inundó de dorado y azul los 530 metros del sámbodromo de Anhembi, proyectado por el arquitecto Óscar Niemeyer, mientras el público expresaba desde las gradas su devoción por la virgen negra.

Tras los pescadores, una carroza con una enorme figura de barro de Nuestra Señora Aparecida dio paso a la sección de las "baianas", siempre compuesta por mujeres vestidas con las tradicionales ropas del estado de Bahía y al que le sumaron el imponente manto azul de la virgen. Detrás de ella llegaron los ángeles, los mensajeros de la paz y el "pueblo". Fuente: EFE

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Las calles de Río de Janeiro se han convertido en el escenario para que sus habitantes se diviertan en las jornadas de carnaval. Foto: Reuters.

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