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La capital marxista se hizo pasarela de lujo

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La colección de la grifa Chanel fue desplegada en el Paseo del Prado, en La Habana. Foto: Reuters.
Thomas Concordia

Karl Lagerfeld presentó los diseños de Chanel en La Habana.

Construido en 1772 por orden del Capitán General Marqués de la Torre, el Paseo del Prado de La Habana fue la noche del martes pasado, escenario de una extraña epifanía: el modisto alemán Karl Lagerfeld, de 82 años, de lentejuelas, lentes de sol cuando ya se había escondido el sol, caminando sobre el piso de mármol con un niño rubio de la mano y con cientos de invitados de élite reverenciando su paso con aplausos.

Cuando Barack Obama y los Rolling Stones estuvieron en marzo en la misma semana, se confirmó que en Cuba se había abierto un cambio tremendo. Pero lo del martes tuvo un cariz más desconcertante, una efímera explosión de lujo en un país que durante la contemporaneidad se ha visto obligado a conocer todas las formas posibles de la austeridad.

Desde el balcón de su casa del Paseo del Prado, el escritor y dramaturgo cubano Antón Arrufat, de 80 años, evaluaba el espectáculo al terminar: "Es un paseo largo y estrecho que permite una mejor apreciación de los modelos al futuro comprador, en este caso imaginario, porque los cubanos no tienen dinero para comprarlos".

Fue el primer desfile de Chanel en Latinoamérica. La escenografía fue sencilla. El protagonista era el bello paseo colonial. Duró una media hora. Era, en concreto, la presentación de la Colección Crucero 2016/2017, ropa de alta costura especialmente adecuada para surcar los mares en buques de fantasía, o en general para lucir en tiempos veraniegos, ropas vaporosas, de colores, formas suaves, con un claro toque a la antigua. Las modelos y los modelos desfilaron como si no fuesen modelos sino elegantes domingueros que habían salido a dar una vuelta, hasta con puro en la boca uno de ellos. Hubo tres modelos cubanas.

Pese a la presencia entre el público selecto de celebridades como Gisele Bündchen, la reina brasileña de las pasarelas, o de la actriz inglesa Tilda Swinton, quien huracanó las emociones de los habaneros fue Vin Diesel, el protagonista de la saga Rápido y furioso, cuya séptima secuela se rueda en la ciudad.

"Hace unos meses escuché que iba a haber una pasarela de Chanel y pensé que había oído mal", contaba una académica. Pero había oído bien. "Yo, que un día vi desayunar juntos en un café a Camilo y al Che…"

Para la generación que adoró a los guerrilleros Guevara y Cienfuegos, no debe de ser fácil digerir cambios como estos, casi mutantes a sus ojos.

Afuera de la galería, de propiedad estatal pero esa tarde de paso reservado, con lista, se escuchaban expresiones de estupefacción ante aquel insólito ambiente de individuos chic y modelos eslavas del siglo veintidós.

Como decía un taxista uno de estos días a un pasajero local: "Esto es pa vivirlo, no pa entenderlo".

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La colección de la grifa Chanel fue desplegada en el Paseo del Prado, en La Habana. Foto: Reuters.

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