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Calles de Atenas ardieron mientras votaban el rescate

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Grupos de encapuchados entre manifestantes arrojaron molotovs a la Policía.  Foto. Reuters
Riot police stand amongst the flames from exploded petrol bombs thrown by a small group of anti-establishment demonstrators in front of parliament in Athens, Greece July 15, 2015. Prime Minister Alexis Tsipras battled to win lawmakers' approval on Wednesday for a bailout deal to keep Greece in the euro, while the country's creditors, pressed by the IMF to provide massive debt relief, struggled to agree a financial lifeline. REUTERS/Yannis Behrakis EUROZONE-GREECE/
YANNIS BEHRAKIS/REUTERS

El Parlamento griego aprobó ayer con amplia mayoría, y pese a las disidencias en Syriza, el primer paquete de reformas acordado con los acreedores que servirá para iniciar las negociaciones sobre el tercer rescate.

Según un primer cálculo, 229 diputados votaron a favor del texto, 6 se abstuvieron y 64 votaron en contra, entre ellos el exministro de Finanzas Yanis Varoufakis y la presidenta del Parlamento Zoe Konstantopoulou. Las medidas incluían un alza del IVA y una reforma de las jubilaciones.

Pero mientras en el recinto parlamentario tenía lugar un encendido debate, en las calles de Atenas se vivía una verdadera batalla campal. Las manifestaciones convocadas para la jornada de votación terminaron en violentos choques con las fuerzas policiales griegas.

La ira de los manifestantes estalló a las 21:10 (hora local) cuando una carta bomba explotó en la plaza Syntagma, frente al Parlamento, y rompió el tenso equilibrio que había preservado una manifestación de protesta contra el acuerdo que, hasta entonces, había sido pacífica. Grupos anarquistas fueron acusados de arrojar bombas molotov en la plaza, símbolo de la democracia griega, a la que arribaron con cascos, máscaras antigás y chalecos negros.

Mientras, "el pueblo" de jóvenes, empleados, madres, adolescentes y también niños, se manifestaba a gritos desde hacía dos horas para exigirle al premier, Alexis Tsipras, que no cediera al "chantaje" de Alemania y del Eurogrupo. Después de la primera explosión, volaron los gases lacrimógenos de la Policía y la plaza fue una estampida de manifestantes que buscaron alejarse de la zona de confrontación.

Los cordones policiales rodearon el espacio público y así culminó otra jornada siempre al filo de una controlada tensión. Una jornada en la que el premier griego, el primer líder de un gobierno de extrema izquierda en la historia de la UE, se esfuerza por cumplir con el compromiso asumido en la madrugada del lunes pasado en Bruselas, y lanzó un ultimátum a los rebeldes de Syriza: "votan el plan o se van".

Tsipras tiene que pasar por el Parlamento antes de la medianoche de hoy para defender las primeras reformas reclamadas: reforma del IVA, independencia de la oficina de estadísticas, "consejo fiscal" y la eliminación de las "mini" pensiones.

Izquierda dividida.

Tsipras dijo a los parlamentarios de Syriza, su partido de izquierda, que le costaría continuar en el cargo si no cuenta con su respaldo en la votación, dijo un funcionario gubernamental.

"Soy el primer ministro porque tengo un grupo parlamentario que me respalda. Si no tengo este respaldo, será difícil ser primer ministro el día siguiente", sostuvo Tsipras a los legisladores, de acuerdo con el responsable. El encuentro se produjo antes de la votación. "Es un acuerdo difícil, un acuerdo que solo el tiempo mostrará si es económicamente viable", dijo el ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos, a legisladores durante un debate sobre reformas. Decenas de parlamentarios, incluidas figuras importantes de Syriza y de los socios minoritarios de coalición del Gobierno, se planteaban el rechazo total al plan europeo. Ello implicaba un escenario aún más complejo, ya que si las mayorías a favor del primer ministro colapsaban se plantearía de inmediato el llamado a unas elecciones anticipadas."La elección entre un rescate o la catástrofe es una elección tomada de cara al terror", dijo a la prensa Panagiotis Lafazanis, que lidera el flanco de extrema izquierda de Syriza, poco antes de la votación parlamentaria. Tal vez uno de los mayores reproches vino del exministro de Finanzas de Tsipras, Yanis Varoufakis. "La troika (los acreedores) exige un control completo de la forma en que se calcula el balance presupuestario de Grecia, con el fin de controlar totalmente la magnitud de la austeridad que le impone", escribió el economista en su blog personal. "La troika cerró los bancos griegos para forzar al Gobierno a capitular", argumentó Varoufakis. "Y ahora pide al Ejecutivo griego que la invite a regresar a Atenas como conquistadora", concluyó el exministro.

Encapuchados entre los manifestantes arrojaron molotovs a la Policía.  Foto. Reuters
Encapuchados entre los manifestantes arrojaron molotovs a la Policía. Foto. Reuters

Directora del FMI pide un "alivio" de la deuda.

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, dijo que tiene "la esperanza" de que los países de la zona euro acepten aliviar la deuda de Grecia "de una u otra forma", como ha pedido la institución que dirige. "Tengo un poco de esperanza porque en las últimas horas ha habido un ruido de fondo favorable a una reestructuración de la deuda", declaró Lagarde a CNN. En un informe publicado el martes, el FMI consideró la deuda griega "totalmente inviable" y sostuvo que la zona euro debe ir "mucho más lejos" de lo previsto para aliviarla, pudiendo incluso verse obligada a eliminar una parte. AFP

SABER MÁS

Tsipras dijo que pese a no creer en acuerdo deberá implementarlo.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, afirmó que tenía tres opciones en la negociación con los socios: aceptar el acuerdo actual, una quiebra desordenada del país, o su salida de la Eurozona. "Las opciones específicas que tenía frente a mí eran: uno, aceptar un acuerdo con el que estoy en desacuerdo; la segunda, la quiebra desordenada, y teníamos una tercera opción, el Grexit (salida del euro) consensuado de Schäuble", dijo Tsipras en su intervención, previa a la votación sobre las reformas acordadas con los socios. Tsipras recalcó que será el "último" en eludir sus "responsabilidades" y también "el último que facilitará la caída de un Gobierno de izquierdas". Recalcó que no cree en el acuerdo, pero que el Gobierno se ve "obligado a ponerlo en práctica".

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