Publicidad

Blancos del fanatismo

Compartir esta noticia

LA BITÁCORA

La masacre lleva el sello del supremasismo sunita. Las vertientes salafistas que ven apostasía y herejía en todo lo que no responda a su versión intolerante y cerrada del islam, consideran al sufismo una corriente herética que debe ser erradicada del mundo musulmán.

El ultraislamismo aborrece a los sufíes porque esa corriente mística del islam reverencia santos y posee santuarios, lo que es visto como una desviación idolátrica contra la iconoclasia que predicó el profeta del Corán.

Detrás de las bombas y los fusiles que masacraron al menos a 235 personas en una mezquita sufí, podrían estar las milicias que actúan en nombre de ISIS en la Península del Sinaí. Las mismas que, en el 2015, derribaron un avión de turistas rusos que acababa de despegar de Sharm el-Sheij hacia San Petersburgo.

También fueron terroristas ligados a ISIS los que masacraron a 30 coptos en una iglesia cairota de esa minoría cristiana. Los coptos son otro de los blancos del ultraislamismo salafista. En 2011 mataron a 21 fieles dentro de una iglesia de Alejandría y, este año, la comunidad cristiana más antigua del mundo árabe sufrió una masacre en la gobernación de Minya y atentados el Domingo de Ramos.

El hecho es que la masacre en la mezquita sufí Al-Rawda, en Bir al-Abed, es una más en la larga lista de sangrientos atentados perpetrados en Egipto. Desde la radicalización de la Hermandad Musulmana con el asenso de Sayyib Qutb al liderazgo, comenzaron los actos de violencia terrorista.

Entre los más brutales, destaca la masacre de turistas en Deir el-Bahair, sitió arqueológico donde existió el templo de la reina Hatshepsut, en Luxor. La agrupación Al-Gama al-Islamiya se adjudicó aquel atentado que dejó más de sesenta muertos. Y en el 2005, la Brigada Abdullah Azzam, que se identificaba con Al Qaeda, lanzó una ola de atentados en Sharm el-Sheij que dejó casi un centenar de muertos en ese concurrido balneario sobre el Mar Rojo.

Prácticamente, no ha transcurrido un año sin que el terrorismo hiciera correr sangre en Egipto. No lo detenía el régimen autocrático de Hosni Mubarak, ni lo detiene el actual gobierno, encabezado por el marsical Abdelfatá al Sisi y originado en el golpe de Estado que derribó al presidente islamista Mohamed Morsi.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad